sábado, 30 de octubre de 2021

“El Ente” de Sidney J. Furie, 1982.

 

El género del fantástico y del terror siempre me ha atraído. Cualquier temática o situación siempre y cuando fuese tratada de forma que rompiese sutilmente la línea delgada entre la realidad o la ficción, ha sido de mi agrado. Como por ejemplo: “Los ladrones de cuerpos” de Don Siegel (1956), “El pueblo de los malditos” de Wolf Rilla (1960), “La cosa” de John Carpenter (1982),… El hombre desde que contaba historias a la luz de una hoguera, deseaba transmitir algún tipo de mensaje a sus escuchantes. Este mensaje podría estar adornado de múltiples artificios argumentales, pero el mensaje llegaba de algún modo a la audiencia. Hoy son la literatura, el cómic, el cine,… los vehículos para transmitirnos emociones y sensaciones, a veces brutales. He visto muchísimas películas de terror y suspense, pocas me producen un respeto, intranquilidad y cierto mal estar en su visionado, como la que vamos a tratar en este fin de semana de Halloween. Una película un tanto olvidada, de gran impacto en su estreno en 1982, basada en hechos reales: “El Ente” de Sidney J. Furie, 1982.


Existen cientos de películas entorno a fenómenos paranormales o en relación con las apariciones de fantasmas. En los 80, se llevó la palma “Poltergeist” de Tobe Hooper (1982). Una de mis favoritas. Pero si debo de inclinarme hacia alguna que me quiera dar miedo o cierto tipo de desazón tras verla, esta es “El Ente”.

Fotograma de “Poltergeist” de Tobe Hooper (1982)

Fotograma de “El Ente” de Sidney J. Furie, 1982

La película “El Ente” está basada en la novela del afamado Frank De Fellita, describiéndonos como una terrible entidad fantasmal acosa y agrede a una joven madre soltera, Carla Moran.

Frank De Fellita. Mubi.

Fellita se convirtió en el guionista de esta controvertida historia. Una historia que dentro del estudio paranormal es considerada por muchos investigadores como insólita.

Fotograma de la película

Fotograma de la película

Fotograma de la película

Su director, Furie, hace una realización muy correcta. No se deja seducir por los momentos mórbidos y paranormales. Es quizás de las pocas películas que se centran más en la angustia que está pasando su protagonista, y la intranquilidad de su entorno próximo. Para ello, el director fija su lente en los personajes. Sus encuadres suelen ser muy cerrados, sobre todo los de Carla (Barbara Hershey) en su casa. Con ello nos intenta transmitir la inquietud de la sorpresa, aislarnos del entorno físico, para golpearnos con la siguiente aparición del Ente.

El director Sidney J. Furie. Peliplat.

Fotograma de la película

Fotograma de la película

Algunas de la secuencias son tremendas. Reseñar la que tiene lugar en el baño, que uniéndose a la tradición marcada por “Psicosis” de Alfred Hitchcock (1960), hacen de estas ubicaciones íntimas, escenarios de momentos escalofriantes. Un día hablaremos de la psicología del espectador hacia los cuartos de baños y su manipulación en el cine. Otra secuencia, más bien dramática, es la que tenemos casi al final de la película, cuando Carla aparece sobre la cama desnuda, descubierta por su novio, siendo abusada por el Ente. No dando crédito el pobre y confuso hombre de lo que sus ojos están presenciando.

Fotograma de la película

Los efectos visuales son pocos pero perfectamente gestionados, medidos y equilibrados al tono de la película: rotura de cristales, movimientos de muebles, cuerpos lanzados, rayos eléctricos que salen de la nada,… Para mí, el plano de acercamiento a la lámpara sobre la mesa del dormitorio, iluminándose poco a poco, y desapareciendo su luz con suavidad, como avisándonos de la presencia y constante vigilancia del Ente hacia Carla; junto con los planos de cómo toca el cuerpo desnudo de ella (una obra artesanal de prótesis de medio cuerpo superior y mecanismo a base de tubos de aire, accionado por diversos ayudantes), son los planos maestros e imborrables de esta obra de terror.

Fotograma de la película

Fotograma de la película

Todos estos efectos especiales son físicos, es decir, realizados en el propio set de rodaje, exceptuando los rayos eléctricos, y una miniatura incorporada al final de la secuencia del gimnasio.

Fotograma de la película

La música de Charles Bernstein es inquietante y reivindicativa de la acción que se nos proyecta, ayudando a la terrorífica realidad vivida por Carla. Debido a esta película, el compositor, ya veterano en los años 70, comenzó en los 80 a realizar música para películas de terror, destacando su colaboración con Wes Craven en 1984, para su “Pesadilla en Elm Street”.

El compositor musical Charles Bernstein. Artsmania.

Existen películas de terror que tras verlas, desconectas del argumento y te olvidas de la historia. Pero existen otras, que por alguna u otra razón, te tocan algún resorte interno, en tu más profunda psique, quedándote cavilando y recordando algunos de esos momentos de pavor. “El Ente” pertenece a ese tipo de películas. Ya no es porque hasta la última secuencia te tienen con el corazón encogido, con esa terrible voz que le insulta a Carla al entrar de nuevo a su casa; o la advertencia del final, pudiendo leer que todos los hechos están basados en una historia real; es quizás haber entrado en la intimidad de un personaje, habernos sentido indefensos como ella, ante la amenaza invisible, en mitad de la noche, en la oscuridad del dormitorio, con el único sonido de nuestra respiración entre cortada, en la soledad de nuestros pensamientos y temores. ¡Feliz Halloween! deseando que vuestras peores pesadillas no tomen forma en la noche. Je, je, je,…

Cartel de la película



Ambigú Cinema - “El Ente” de Sidney J. Furie, 1982.




viernes, 22 de octubre de 2021

"La cabina" de Antonio Mercero, 1972.

En estas fechas, cercanas a la celebración de Halloween, a uno se le agolpa en la memoria cientos de películas para volver a ver, comentar y disfrutar. Casas encantadas, vampiros, zombies, licantropía, hechizos,... todas estas propuestas caerían en su enorme vacío, si no fuese por la fragilidad y la inocencia del pensamiento humano. El hombre es un ser débil a la hora de tratar las fobias, miedos o espantos. Todos tenemos en nuestro interior una zona, una caja donde encerramos nuestros peores temores, que pueden activarse por algún agente externo, como por ejemplo, quedarnos solos en la oscuridad o encerrados en... una cabina de teléfonos. "La cabina" de Antonio Mercero, 1972.

Fotograma de la película

La obra de Antonio Mercero y José Luis Garci será nuestro pre Halloween. Un enorme actor y una situación, en principio, absurda, se convierte en una trama por momentos angustiosa e inquietante hasta parámetros terroríficamente insospechados. Todo ello, en una cabina de teléfonos.

Fotograma de la película

Para mí, es la más inquietante historia filmada en España. Antonio Mercero, junto a Garci, desarrollaron de forma guionística un argumento propuesto por Mercero: un señor queda encerrado en una cabina de teléfonos en su urbanización.

Fotograma de la película

El formato cinematográfico es el cortometraje. Un formato que permitió exhibir en el extranjero, y en diversos festivales la película. Y a su vez, su corta duración, permitió a Mercero gestionar una serie de medios de forma más cómoda, con la ayuda de Televisión Española.

Fotograma de la película

La historia arranca en una urbanización, donde tiene lugar el hecho principal. Una segunda parte puede ser considerada, cuando la cabina es retirada por los técnicos que la instalaron, y trasladada junto con el protagonista a los alrededores y hacia las afueras de la ciudad. Y por último, la llegada a... Cada uno de estos momentos es más angustioso que su predecesor. En la primera parte, Mercero hace crítica y refleja la sociedad de entonces. Surgen esos tipos de miedos banales en nuestro protagonista, comenzando por el ridículo ante los demás. La angustia del personaje crece con su desespero, al ver como vecinos y bomberos no pueden sacarle del apuro. Cuando llegan los técnicos instaladores, la confusión y el suspense ascienden hasta convertirse en una verdadera pesadilla, justo en el instante de una parada en el camino de traslado. Al lado del camión donde va nuestro hombre dentro de la cabina, para otro camión, también con una cabina de teléfonos, con otro señor encerrado (Agustín González). Igual de confuso y aterrado. A partir de ahí, la historia se transforma en una historia de terror. Sin olvidar, el acompañamiento sonoro del final poniendo los bellos de punta, obra "El triunfo de Afrodita" de Carl Orff.

Fotograma de la película

Fotograma de la película

A parte del tremendo trabajo visual de Mercero, en la diferente articulación de planos y objetivos de cámara, "La cabina" es un ejercicio interpretativo de alto nivel, de la mano de José Luis López Vázquez. Está en la estratosfera del oficio. Es un goce de los amantes de la interpretación, del cine, ver como se desenvuelve en cada momento, en cada plano. Sin diálogo, nos transmite uno de los momentos más míticos del cine español.

Fotograma de la película

José Luis López Vázquez, consolidado como uno de los grandes intérpretes del cine español, se negó a ir a Hollywood, presionado por George Cukor. Prefirió quedarse en España, donde a parte de su talento cómico, brilló dramáticamente en proyectos como: "Mi querida señorita" de Jaime Armiñán (1977) o en "La cabina". En esta última recibió el premio al mejor actor en los premios ACE (New York) en 1973, o el de la crítica internacional en el Festival de Montecarlo (1973), entre otros. Su carrera, aún inacabada, recibiría la Medalla de Oro al Mérito en la Bellas Artes (1985).

Fotograma de la película

Fotograma de la película

"La cabina" fue miticulosamente mimada desde su escritura, diseño, la selección de los intérpretes, las ubicaciones (Madrid, Portugal); como la Presa de Aldedávila, la terminal de carga del Aeropuerto de Barajas.

Fotograma de la película

Fotograma de la película

En la época de su estreno, como en la actualidad, son numerosas las interpretaciones que se hacen de la obra: sociales, políticas,... Obras como "El diablo sobre ruedas" de Steven Spielberg (1971), "El televisor" de Narciso Ibáñez Serrador (1974),... hacen sus guiños, una crítica; pero de ahí a convertirlos en su totalidad en una expresión crítica de un tema social/ política, no los considero. Y más teniendo en cuenta, que estos artistas no eran para nada oportunistas. Mercero y Garci están muy por encima de ello, sus aspiraciones artísticas son más altas que una simple crítica al entorno social del momento. Al menos, en toda su totalidad.

Fotograma "El televisor" de Narciso Ibáñez Serrador (1974)

"La cabina" puso de manifiesto no solo el genio de Mercero, ya demostrado con su trabajo anterior, la serie "Crónicas de un pueblo" (1971), sino la capacidad de cineastas españoles para abordar el género fantástico y del terror. Un género un tanto casposo en nuestro país, pero con que obras como estas y otras: "¿Quién puede matar a un niño?" de Narciso Ibáñez Serrador (1976), "Pánico en el Transiberiano" de Eugenio Martín (1972),... nos hacían estar en las primeras filas del... grito.

Cartel de la película


Ambigú Cinema - "La cabina" de Antonio Mercero, 1971.




sábado, 16 de octubre de 2021

“Fuego en el cuerpo” de Lawrence Kasdan, 1981.

 

Las libertades que teníamos los niños y las niñas a la hora de ver las películas o las series, era diferente a la de hoy en día. En aquellos tiempos, los rombos de la televisión y las distracciones de los padres para que no viésemos una escena cargada de contenido sexual o de terror, eran las armas del momento. La más temida o drástica era la orden: “es hora de acostarse”. Aquellas secuencias de entonces, comparadas con las de hoy en día, tendrían la denominación “para todos los públicos”. Si al comenzar la década de los 90, “Instinto básico” de Paul Verhoeven (1992), hacia arder los cines, en 1981, las pantallas se derritieron con la exhibición de uno de los grandes títulos de la década: “Fuego en el cuerpo” de Lawrence Kasdan, 1981.

Aún recuerdo, cuando en la pantalla del cine salía unas imágenes subiditas de tono. Mi padre se empleaba a fondo. Su técnica era arrojar a la oscuridad del patio de butacas, su llavero. Mi hermano y yo, teníamos que buscarlo mientras discurrían tal secuencia. El recuerdo de ver “Fuego en el cuerpo” lo tengo algo nublado, pero de seguro que mi padre puso en práctica su técnica.

Fotograma de la película

Lawrence Kasdan era por entonces el niño mimado de Hollywood. Había escrito las secuelas de “Star Wars”, y el guion de “En busca del arca perdida” de Steven Spielberg (1981), la primera aventura de Indiana Jones. Casi nada. Tras sus éxitos, se dedicó a dar el paso hacia la dirección, alentado por su padrinos, Lucas y Spielberg.

Lawrence Kasdan (izquierda) junto a George Lucas en el
rodaje de "El Imperio contraataca" (1980). ABC.

El resultado de esta primera película, escrita y dirigida por Kasdan, es un homenaje al cine detectivesco de los años 40. Un cine de diálogos juguetones, donde cada palabra era un pulso hacia el personaje que tenía que realizar la réplica. La fascinación del diálogo inteligente, para nada vacío de intencionalidad, es envuelto por una atmósfera agobiante, marcada en cada secuencia por el clima del instante en el desarrollo de la trama; y por la tensión sexual entre los protagonistas. Una tensión sexual que es desarticulada cuando los dos se entregan mutuamente, y comienza el camino hacia el crimen.

Fotograma de la película

A parte de esa capacidad guionística, el lenguaje visual de Kasdan es cuidado y cargado de intencionalidad. Existen momentos que nos delatan estar ante una buena película, por ejemplo, cuando los dos desean afrontar un terrible desenlace, y la cámara se eleva, dejando a la pareja en la soledad, solos con sus malévolas intenciones. Esa forma de articular el lenguaje visual, heredado de los maestros del género, enaltece a Lawrence Kasdan en su ópera prima.

Fotograma de la película

La diferencia entre “Fuego en el cuerpo” y todas las demás imitaciones de la época y en la actualidad, es que el tema del sexo, no es el eje sobre el que se articula la trama de la película. Kasdan lo utiliza como puerta de entrada, como palanca, hacia la verdadera historia que se nos va revelando entorno al personaje de Matty, interpretado por Kathleen Turner.

Fotograma de la película

Kathleen Turner interpreta magistralmente a Matty, un personaje con el perfil de las mujeres fatales de ese cine negro de los 40. A medida que va avanzando la película, la posible morbosidad del espectador ante la expectación de las posibles secuencias de sexo, se va diluyendo en pos de descubrir las verdaderas intenciones de Matty hacia Ned (William Hurt).

Fotograma de la película

La película tiene muy buen ritmo, demostrando su guionista y director la valía de un guion bien escrito, siendo los artificios cinematográficos los mínimos, en comparación a los que se nos ofrece hoy en día.

Fotograma de la película

Fotograma de la película

El director de fotografía, Richard H. Kline, hace un gran trabajo con la luz, Su fotografía transmite la angustia atmosférica del calor; los interiores nocturnos son suaves, logrando composiciones brillantes. Destacan momentos como el de Matty, iluminada en el jardín, en plena noche, desapareciendo como un espectro entre las sombras, instantes antes de una enorme explosión. Es una especie de guiño, de cómo terminará la trama, utilizando un artificio teatral, más que cinematográfico. Y a favor, de este tipo de película, recordar los elegantes planos de alcoba conseguidos entre Kline y Kasdan, no cayendo en la soez.

Fotograma de la película

John Barry, compositor habitual de la saga 007 al igual que otros clásicos, es elegido por Kasdan para componer la música. Barry lee perfectamente las intenciones del director, componiendo para el instrumento más reconocible de este género, el saxo. De esta forma, tan solo queda que el espectador anule el color, y la vea en blanco y negro.

Una edición de la banda sonora de la película

La compañía productora “The Ladd company” fundada por ejecutivos de la 20th Century Fox, con Alan Ladd Jr a la cabeza, demostraron con su cuarta película producida, su gran olfato cinematográfico. Así lo seguirían demostrando en un futuro próximo con títulos como “Blade Runner” de Ridley Scott (1982). Y es que a Alan Ladd Jr, siempre le acompañó la Fuerza.

**Alan Ladd Jr fue el apoyo de George Lucas en 20th Century Fox, frente a un proyecto que nadie aprobaba, “Star Wars”.

Cartel de la película


Ambigú Cinema - “Fuego en el cuerpo” de Lawrence Kasdan, 1981.




sábado, 9 de octubre de 2021

"La fórmula" de John G. Avildsen (1980).

 

El cine de los 70 y primeros de los 80 nos ofreció historias cargadas de crítica social en diferentes géneros: "Serpico" de Sidney Lumet (1973), "Taxi driver" de Martin Scorsese (1976), "Los hombres del presidente" de Alan J. Pakula (1976), "Kramer contra Kramer" de Robert Berton (1979), "Tootsie" de Sydney Pollack (1982),... La película que nos ocupa hoy, en la fecha de estreno fue todo un desastre de aceptación en taquilla. Tenía a un director en la cresta de la ola, John G. Avildsen, debido a su éxito con "Rocky" (1976); y a dos grandes intérpretes, George C. Scott y Marlon Brando. Dos "les enfants terribles" del Hollywood del momento. Pero el argumento, era un tanto peli agudo en aquellos instantes, desde el punto de vista social y político. Y el cine, como industria, tiene sus intereses, sus mecenas,... En definitiva, no era bien vista por algunos. Estamos refiriéndonos a "La fórmula" de  John G. Avildsen (1980).

En el año 1979 salió  al venta el best seller "La fórmula" de Steve Shagan. Autor con obras destacables, de las que en algún momento dedicaremos algunas líneas en el blog, como por ejemplo la adaptación de su novela "El viaje de los condenados" de Stuart Rosemberg (1976), con un magnífico reparto coral. "La fórmula" nos habla de la investigación de un detective sobre una serie de asesinatos que parecen sembrar el camino hacia un secreto industrial, nacido en la época del dominio nazi en Europa.

El escritor Steve Shagan

Una de las ediciones de la novela "La fórmula"

La adaptación del texto y su producción corrió a cargo del mismo autor, Shagan. Obteniendo una adaptación magistral e incidiendo en el mensaje principal de la obra, sin perderse en artificios o subtramas, cosa que le llevó a enemistarse con el director, deseando este último otro enfoque.

El director  John G. Avildsen

Fotograma de la película

La película es de espionaje, trasladándonos al escenario del muro de Berlín, dividiendo en aquellos años, el este del oeste. Interesante por sus diálogos (sin pasar de moda, a día de hoy); por su realización y fotografía; y la interpretación de Scott y Brando. La fotografía es llevada por James Crabe, habitual de Avildsen. Incidiendo en los rostros, sobre todo en los interiores en penumbra. Una fotografía que pasaría a ser lo habitual en grandes series de televisión de los 80

Fotograma de la película

La trama podría haber funcionado en una película de 007, pero su valor radica e desarrollarse en un escenario real, confrontándose los intereses que mueven el mercado de la energía, y el poder en las altas esferas.

Fotograma de la película

A pesar de ser una película de diálogos y no tener grandes secuencias de acción (a esperar en una adaptación presente), el detective Barney (Scott) nos va introduciendo en una maraña de conspiración, llamando poco a poco nuestra atención, ante las diferentes implicaciones de los personajes y eventos que se van desarrollando.

Fotograma de la película

Fotograma de la película

Las secuencias de violencia o asesinato tienen un halo de misterio, no presentándonos directamente la violencia del acto. Salvo en una de las secuencias que tienen lugar en la frontera del muro, entre los personajes Lisa (Marthe Keller) y el general Helmut (Richard Lynch), al más puro estilo de cine de espionaje.

Fotograma de la película

A medida que pasa el tiempo, me llama muchísimo la atención, los medios con los que se cuenta en la historia y de los que se sirven los diferentes personajes: llamadas directas al teléfono fijo, los dobles sobres postales, los teletipos,... En una de las secuencias, no tiene precio, cuando uno de los científicos utiliza papel de calco para escribir la fórmula al detective  Barney. Todo ello, tiene un aire vintage, retro, romántico,... desprendiendo cierto aire de nostalgia a determinados espectadores, como es mi caso.

Fotograma de la película

La música de Bill Conti pasa un poco de desapercibida. Es correcta, acompaña muy bien al desarrollo de la historia en algunos pasajes, pero siendo los diálogos la principal baza, pierde protagonismo. Conti es consciente. Su discreción en ello, no merma para nada su talento.

Fotograma de la película

Fotograma de la película

Hay momentos muy bien conseguidos. El comienzo ambientado en la toma de Berlín por los aliados; los paseos y secuencias junto al muro de Berlín; las secuencias de viaje en tren (toda gran película de espías, debe de tener una); y sobre todo las secuencias de enfrentamiento interpretativo entre Scott y Brando. Destacando la penúltima secuencia, donde Marlon Brando (Adam Steiffel) nos hace un monólogo sobre el poder, el dinero, la sociedad, la política,... muy, muy actual. La secuencia entre estos dos grandes intérpretes me hace recordar otro "tête à tête" entre otros dos grandes intérpretes, Antonio Ferrandis y José Bódalo en "Volver a empezar" de José Luis Garci (1982). Son secuencias que funcionan por tener ante la lente a intérpretes irrepetibles, teniendo en su poder la verdadera fórmula para que las películas en las que intervienen se conviertan en grandes clásicos de la historia de la cinematografía.

Cartel de la película


Ambigú Cinema - "La fórmula" de  John G. Avildsen (1980).





"Indiana Jones, en busca del arca perdida" de Steven Spielberg, 1981.

  Pasadas las celebraciones sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesús, la mayoría de los españoles hemos podido ver o casi ver, debid...