viernes, 26 de febrero de 2021

"El retrato de Dorian Grey" de Albert Lewin, 1945.

De pequeño, era una gozada las películas en blanco y negro. Tuve la suerte de pertenecer a esa generación de los 70, que disfrutamos de ese maravilloso cine comercial de los 80, y a su vez, de una televisión donde entre otras propuestas cinéfilas, descubrías y disfrutabas de clásicos en blanco y negro. A algunos de aquellos programas como: “La Clave", “Cineclub en la 2”,… le debemos bastante. Nos descubrieron no otro cine, sino el cine. Por aquellos años, a mi particular colección de terror cinéfilo, añadieron una más. Quizás de las más inquietantes. No era un vampiro, ni un licántropo,… era un hombre, cuyo único sentimiento de vida se hallaba atrapado en su propio reflejo, convertido en pintura sobre lienzo. Han existido varias adaptaciones, pero ninguna con la fuerza visual de “El retrato de Dorian Grey" de Albert Lewin, 1945.



Cada vez que reviso esta obra maestra, me viene a la cabeza los geniales capítulos de “Historias para no dormir" (1966 – 1988, TVE) del maestro Narciso Ibáñez Serrador (Chicho). Por el hecho, de que este tipo de historias poseen un gran peso argumental basado en el desarrollo de los personajes. No se trata de tres frases y salgo por la puerta. Son textos y situaciones, muy alejados del cine que hoy en día (salvo excepciones). Con una gran fuerza interpretativa. Más, si la obra cinematográfica está basada en una novela de Óscar Wilde.

Óscar Wilde publicó la novela “El retrato de Dorian Grey” en 1890. Una obra que te hace reflexionar y debatir sobre la importancia del arte en la vida, donde el terror gótico se cierne sobre el lector, cuando nos adentramos en el laberinto decadente del narcisismo. Abriéndonos las puertas ante la crítica a la sociedad victoriana, donde la vanidad y el engreimiento, se aferran al tema de la eterna juventud, edulcorada con la falsa moralidad. Una obra, como se puede apreciar, atemporal.

Portada de la primera edición

Centrándonos en la versión cinematográfica, es quizás la mejor realizada hasta la fecha. Su director, Albert Lewin supo darle el valor al texto de Wilde, apoyándose en las interpretaciones de un magnífico reparto, del cual destaca no solo el protagonista Dorian Grey (Hurt Hatfield), sino en especial, Georges Sanders, interpretando a Lord Henry Wotton, un cínico que no vendería su alma al diablo, si por ejemplo, como dice en la película, tuviese que acostarse temprano,… entre otros privilegios que le hace disfrutar su acomodada vida.

Fotograma de la película 

Hurt Hatfield, como Grey, da una inquietante y pavorosa frialdad, que expresa en cada una de esas miradas fijas, que la lente de Lewin nos retrata para la eternidad. Una mirada siempre perdida en su “Yo”.

Fotograma de la película 

Ángela Lansbury interpreta a la desdichada Sibyl, cuyo idilio con Dorian le conducirá a un final trágico. Su naturalidad, su ritmo interpretativo es admirable. Encuentra su cénit en la secuencia que tiene lugar en casa de Dorian. Cuando este, aconsejado malévolamente por Wotton, le propone quedarse esa noche en casa. Mientras Dorian se encuentra en el salón al piano, ella se dirige lentamente hacia la puerta de salida, hasta que su amor verdadero e inocente, no es interpretado adecuadamente por Dorian, tras observar la sombra de ella asomar en el salón, bajo los dramáticos compases del compositor Herbert Stothar. Lansbury sigue hoy en día, sorprendiéndonos en los escenarios.  Dedicada tanto al cine, al teatro, como a la televisión, recuerdo su intervención en “El candidato Manchú" (Frankenheimer, 1962); la mujer de Poncio Pilatos, Claudia Procula, en “La historia más grande jamás contada” (Georges Stevens, 1965),… y en especial en la serie de los 80, “Se ha escrito un crimen" (1984 – 1994).

Fotograma de la película 

La atmósfera victoriana de la película es una de mis preferidas. Con geniales cambios de escenario, conllevando a su vez las variantes de atmósfera determinada. La mayoría de las secuencias son filmadas en interiores, destacando la suntuosidad de la casas de alta sociedad, en especial la de Dorian Grey. Escenarios altos y muy adornados. Cuando nos trasladamos a los bajos fondos, a las tabernas,… la atmósfera se torna sombría, los escenarios son de poca altura, vacíos, sucios,… donde podemos presenciar más directamente la fotografía heredada del expresionismo alemán. La decadencia toma forma entre las sombras de la noche y los personajes que pululan las sombrías, húmedas y fantasmales calles de Londres. La fotografía de Harry Stradling es magnífica. Ganó un Óscar por este trabajo. Su fotografía es deudora de sus primeros años en Alemania. A parte de los distintos momentos de la película, el asesinato del pintor Basil a manos de Dorian, tiene un juego muy especial de luces. Cuando la lámpara que pende del techo es golpeada y se mueve brutalmente iluminando la cruel escena, me recuerda un poco a la secuencia del descubrimiento de la madre de Norman Bates por Lila en “Psicosis” de Alfred Hitchcok (1960), con un juego de luces muy parecido. Sin quitarle valor, al maestro Hitchcock. Por cierto, ambos trabajaron juntos a primeros de los años 40, destacando en “Sospecha" de 1941. Por último, apuntar la maravillosas profundidades de campo en casi todas las secuencias, y la iluminación aislada en determinados objetos o zonas del escenario, donde transcurren algunas secuencias.

Fotograma de la película 

Fotograma de la película 

Harry Stradling. ImDb.

Albert Lewin realizó muy pocas películas. En cada una de ellas dejó patente su estilo. Sus películas fueron escritas y visionadas por él mismo, teniendo el control absoluto del producto. “El retrato de Dorian Grey” de 1945, es una de las mejores adaptaciones de la novela de Wilde. Cinematográficamente podría haber recurrido a artificios visuales para incluso introducirnos en la extrañeza de ciertos acontecimientos, pero no lo hizo así. Tan solo recurrió a un ardid artístico, enseñar el retrato de Gray en color, cuando era admirado por su protagonista. Y situar, en encuadre determinado, en algunas ocasiones, la misteriosa figura egipcia con forma de gato.

Fotograma de la película 

Albert Lewin. ImDb.

“El retrato de Dorian Grey” es una de mis películas top para causarme inquietud. La mirada fría de un hombre, que perdida continuamente en su propia idoneidad, destroza sin piedad el mundo que lo circunda. Ausencia de humanidad. No hay secuencia, ni diálogo sobrante, un ejemplo de adaptación y de cómo hacer cine, logrando esa peligrosa balanza entre el entretenimiento y el arte.

Cartel de la película


Tráiler de la película: https://youtu.be/jp7xAM-ZCCg


Ambigú Cinema -  "El retrato de Dorian Grey" de Albert Lewin, 1945.






viernes, 19 de febrero de 2021

"Batman" de Tim Burton, 1989.

Corría finales de los 80. Me encontraba estudiando tercero de BUP, cuando una tarde, invitado por mi amigo Joaquín, fui a su casa. Esa tarde, en el despacho de su padre nos dispusimos entorno a un tocadiscos, y en silencio, escuchamos con deleite uno de los últimos trabajos de Danny Elfman. La banda sonora de una de las películas del año. Una película, cuyo proyecto, estuvo de mano en mano desde 1978, tras el éxito de “Superman” de Richard Donner (1978). Cargada de polémica desde comienzo de la producción, por el tipo de director e intérprete del protagonista, rompió la taquilla y puso de moda a un héroe ya veterano, en las páginas de DC cómics. Por fin, tuvo su primera gran película y toda una odisea en su producción, contando con el asesoramiento de su propio creador, Bob Kane. Se trataba de “Batman", Tim Burton, 1989.


"L´enfant terrible" de los estudios  Disney por aquellos años 80, volcó su peculiar estilo visual en la concepción de la película "Batman". El enfoque visual sobre la adaptación cinematográfica del hombre murciélago fue tan brutal, que incluso tuvo un reflejo en los cómics de aquella época. Tim Burton tomó la idea de Warner y la llevó a su terreno. Las sombras, el uso de las dimensiones estéticas, la atmósfera sombría, con personajes que personifican esas sombras y formas fantasmales que se ciernen sobre el celuloide filmado de Burton, son herencia del magnífico cine expresionista alemán de principios del siglo XX. En "Batman" podemos ver reflejos de "Metrópolis" (Fritz Lang, 1926), "El gabinete del doctor Caligari" (Robert Wiene, 1920),... Para Tim Burton era su tercer largometraje como director, y filmó un clásico, un taquillazo y su confirmación como gran director. Aunque a modo personal, no quedase tan contento con el resultado que obtuvo en pantalla. Digamos que le frenaron en cuanto a realizarla con un enfoque más oscuro. El estudio no se lo permitió. Sería en la secuela, "Batman returns" (Tim Burton, 1992), donde le dejarían vía libre para su filmación y edición deseada.

Tim Burton. Blog de Superhéroes.

Cartel de "Batman Returns"

La película tiene varios pilares que la hacen imprescindible: su atmósfera, su reparto, los "gadgets", los escenarios y estilo visual, la música de Danny Elfman, de Prince, y Jack Nicholson.

Fotograma de la película 

Con un presupuesto de vértigo para la época, Burton se alejó de la imagen que se tenía de Batman. La imagen televisiva. De hecho, los futuros espectadores dirigieron cientos de cartas a la Warner, creyendo que Burton y la elección de Michael Keaton, como Bruce Wayne/ Batman, era un gran error. Warner no respondió a los fans del héroe, pero dejó ver que se encontraban asesorados por el propio creador del personaje, Bob Kane. El rodaje se llevó a cabo en los estudios de Pinewood donde  se construyó toda la ciudad de Gotham. Un inmenso decorado, por donde podían circular peatones, coches,... Un decorado siempre sombrío, oscuro, destacando los diseños de Anton Furst. Impresionantes las figuras ciclópeas, los edificios con formas que asoman entre la oscuridad nebulosa,... todo ello con cierto aire "art nouveau".

Fotograma de la película 

Supervisando la maqueta de Gotham City. Little White Lies.

El reparto contó con Michael Keaton en el papel de Batman/ Bruce Wayne. Si observamos anteriores, y sobre todo, futuras interpretaciones del héroe, en otras versiones, es el único intérprete que sin apoyarse en el texto, sabe transmitir la psicología de su personaje.  Keaton demostró, de nuevo, ser un gran actor y saber cambiar de registro a placer. Recordar que venía de interpretar a "Beettlejuice" (Tim Burton, 1988), totalmente la otra cara de la moneda.

Fotogramas de la película 

Su antítesis sería el tremendo Joker. Warner se arrastró literalmente ante Jack Nicholson, para que este interpretase a uno de los villanos más reconocidos del mundo del cómic. Nicholson tras varios meses de ruegos, firmó uno de los contratos más impresionantes del mundo de la cinematografía, donde el propio Jack podía elegir a qué hora podía trabajar. Una total "star system". Burton le dejó improvisar bastante (no había otra), y de eso se nutre bastante la película, logrando presentar a un Joker espectacular. Han existido diferentes Joker, en entregas fílmicas posteriores, e incluso el genial Joker interpretado por Joaquín Phoenix ("Joker" de Todd Phillips, 2019), pero de alguna forma u otra, siempre se cuela algo de ese toque con el que Nicholson  interpretó el suyo. Un grande, simplemente.

Fotogramas de la película 

Y acompañando a Batman, descubriéndonos su pasado, ahondando en sus raíces psicológicas, la periodista Vicki Vale, protagonizada por Kim Basinger. Una gran actriz. Se dio a conocer al gran público como chica Bond de Sean Connery, en "Nunca digas nunca jamás" (Irvin Kersner, 1983), y otros títulos interesantes, pero "Nueve semanas y media" de Adrian Lyne en 1986, la dejó un poco marcada como una actriz determinada. A pesar de interpretar después alguna que otra comedia, que seguía explotando esa faceta. No obstante a partir de "Batman", y poco a poco, junto a la suerte de poder interpretar papeles más amplios en registros, ha demostrado su gran valor como actriz. Tiene un Oscar, por su interpretación en "L.A. Confidential" (Curtis Hanson, 1997).

Fotogramas de la película 

Los "gadgets" de Batman no fueron demasiados en esta peli, pero tienen estilo y surgen cuando son necesarios, pero de una forma velada. Su traje (alejado de las mallas moraditas), sus pistolas para escalar o trepar, cápsulas de humo, aeroplano y sobre todo, el batmóvil. Una flipada de diseño que es capaz de dar la curva más cerrada con ayuda de un gancho propulsado. Su blindaje, bombas, metralletas,... una joyita de batdiseño cinematográfica, que en versiones posteriores, sobre todo las del director Joel Shumacher, convirtieron en una especie de carroza psicodélica, y que años más tarde, Christopher Nolan le devolvió su dignidad.

Fotograma de la película 

Fotograma de la película 


Fotograma de la película 

La película hace que se luzcan los intérpretes, siendo la atmósfera y puesta en escena algo entrelazado a sus interpretaciones. Un ejemplo puede ser las distintas secuencias que tienen lugar en la batcueva. Se logra un equilibrio especial que se perdió en la tercera y cuarta parte de la entrega de esta primera serie.

El tiempo se deja ver un poco en el acabado de la película, sobre todo por la terminación artesanal de algunos elementos, pero que para mí, le dan un valor añadido. Nunca paro de aburrirme visionando este clásico, disfrutando incluso de ese aire de estudio que se respira sobre todo en el enfrentamiento final que tiene lugar en la torre de la catedral de Gotham. Es ahí, sobre todo donde se deja escuchar la partitura de Danny Elfman. El compositor ya era un habitual de Tim Burton. Se leyó los cómics de Batman y nos dejó una partitura de banda sonora de altura. Comenzando con una marcha en los títulos de crédito de presentación, sobre el logotipo de Batman (magistral ese paseo de la lente de la cámara por una especie de laberinto sombrío, del que luego descubrimos es el relieve del logotipo de Batman); con motivos de coros, cuando el batmóvil a través de un bosque de formas lúgubre se dirige a la batcueva; y de momentos delirantes y juguetones para la secuencia del final en la torre de la catedral, donde se mezclan sonidos circenses, ante la locura del Joker. Su demostración de maestría musical, se termina en la secuencia donde Alfred recoge a Vicki, advirtiéndole de que el señor Wayne llegará a casa tarde. La cámara asciende por entre los edificios de Gotham, es ahí donde cambia el carácter de la melodía, terminando con sonidos de campanas tubulares a modo de campanas de esperanza, entre instrumentos de viento, con Batman en lo más alto de la ciudad, cual gárgola, observando la batseñal proyectada sobre el cielo borrascoso y amenazador de Gotham City.

Fotograma de la película 

Batman es una de las películas a las que tengo más cariño de mi juventud. Fui un seguidor de la batmanía que explotó a finales de los 80. Yo ya era lector de las aventuras del héroe alado de la noche, y aquello incentivó más mi gusto sobre sus aventuras. Recuerdo los juegos de ordenador en nuestro CPC 6128 Amstrad, las pegatinas, las chapas, los discos de las bandas sonoras (la de Danny Elfman y la de Prince), las entrevistas en las revistas, los juguetes, los parches en los pantalones,... E ir al cine, más de una vez durante la semana del estreno, para volver a ver a "Batman". "Batman" de Tim Burton, fue la película que despertó en los estudios de cine y en los espectadores, el interés por ver en pantalla las aventuras de sus héroes o súper héroes de los cómics. Burton repetiría la jugada en 1992, con su oscura secuela. A partir de entonces, surgieron “Darkman" (Sam Raimi, 1990), “La sombra" (Russell Mulcahy, 1994), “El cuervo" (Alex Proyas, 1994), “Blade" (Stephen Norrington, 1998),… todas ellas con débito a uno de los directores con más estilo de finales del siglo XX, Tim Burton.

Películas de los años 90

Cartel de la película 


Tráiler de la película: https://youtu.be/dgC9Q0uhX70


Ambigú Cinema - "Batman" de Tim Burton, 1989.










sábado, 13 de febrero de 2021

"Asesinato por decreto" de Bob Clark, 1979.

Cuando uno lee en algún medio las reseñas de un artista que abandona este mundo, y se decide a modo global, loar su vida artística (y seguramente merecida, salvo exageraciones normales en estos casos), intento alejarme de esa visión un tanto fría y encontrar en mi ser las razones del buen recuerdo del artista. Christopher Plummer nos dejó recientemente y habrán escuchado, visto y encontrado, mil y una referencias de Plummer. Pero hoy, les hablaré de la película que me descubrió al actor. Y que a mi juicio, ha pasado desapercibida una de sus mejores interpretaciones a favor de grandes clásicos como: “Sonrisas y lágrimas” (Robert Wise, 1965), “Waterloo" (Serguéi Bondarchuck, 1970),… Por avatares del destino, un sábado noche, junto a mi familia y unas hamburguesas hechas por mi padre (tradición familiar de los sábados noche) iba a descubrir una de las mejores interpretaciones  del héroe  literario de mi infancia y juventud, Sherlock Holmes. Aquel sábado por la noche descubrí “Asesinato por decreto" de Bob Clark, 1979.


La primera aparición cinematográfica del personaje creado por Arthur Conan Doyle, según últimos hallazgos de la Cinémathèque française, fue en una película estado unidense, protagonizada por el actor William Gillette, que ya lo había interpretado en teatro. El fue quien introdujo los elementos característicos del vestuario de Holmes: la cervadora (gorra de caza) y la pipa calabash. Desde entonces, varios intérpretes han encarnado a Holmes. Intérpretes de fuerte personalidad actoral: Peter Cushing, Basil Rathbone, Roger Moore,… y entre ellos Christopher Plummer. Cada uno ha dado un enfoque particular al detective londinense, y las historias que han protagonizado han ayudado a redondear el perfil de un determinado Sherlock Holmes.

Diversas encarnaciones de Shelock Holmes: Gillette,
Rathbone, Cushing y Moore.
En el centro de la composición Christopher Plummer.

Basándose en una serie de teorías relacionadas con la identidad de Jack el Destripador. La película estudia la hipótesis del escritor Stephen Knight, que asocia los famosos asesinatos acaecidos en la ciudad de Londres, durante finales del siglo XIX, con un encubrimiento por parte de la casa real, ayudada por la masonería. Teniendo en cuenta tal hipótesis, la película mete en el ajo al personaje de Sherlock Holmes, que se enfrentará nada más y nada menos que a Jack el Destripador.

La atmósfera de la película es inquietante. Su director, Bob Clark, saca el máximo provecho a su habilidad para contar historias de terror y suspense, consiguiendo un buen thriller. Las calles desiertas a altas horas de la noche, la niebla, el sonido de las pisadas, y sobre todo ese sonido de cascos de caballo sobre el pavimento empedrado, seguido del rodar de las ruedas del coche de caballos del asesino, pone los bellos de punta. Clark hace un gran trabajo con las lentes, con una fotografía suave, sin estridencias, sacando el máximo provecho al tiempo fílmico que desarrollan sus interpretes.

Bob Clark (Imdb)

El reparto está plagado de grandes nombres. Plummer sabe transmitir seguridad y elegancia a Sherlock Holmes, y sensibilidad. Sobre todo en una gran secuencia desarrollada en un “sanatorio” (si es que se le puede llamar así) junto a la actriz Geneviève Bujold, interpretando a la desdichada Annie Croock. Watson es interpretado por James Mason. Este grandísimo actor que trabajó con los grandes (Hitchcock, Kubrick,…) y ha dejado interpretaciones soberbias, nos regala sino el mejor, uno de los mejores Watson cinematográficos de la historia. En sintonía con Plummer, existe un equilibrio y complicidad genial entre ellos. Como prueba, la simpática secuencia del guisante que desea atrapar Watson, mientras come y escucha a Sherlock, desesperando a este. Este tipo de secuencia, junto a otras que vamos encadenando en la película, se consiguen con actores y actrices de la talla de Donald Sutherland (Robert James Lees), con gran capacidad de manejar ese tiempo fílmico. No está escrito en el guion, lo aporta la inmersión del actor o la actriz en su personaje, su naturalidad, adueñándose del momento, de la acción, del tiempo, a su antojo y deleite del espectador.

Fotograma de la película

Años más tarde se hizo una especie de remake sobre la trama que une los asesinatos de Jack el Destripador, a la masonería y la familia real británica. Se realizó en 2001, dirigida por los hermanos Hughes, “Desde el infierno". Protagonizada por Johnny Depp, la figura de Sherlock Holmes desaparece de la trama, para centrarnos en las investigaciones del inspector Abberline, interpretado por Depp.

Cartel de la película "Desde el infierno".

“Asesinato por decreto" interpretado por Christopher Plummer, avivó en mi yo niño, aún más, el interés por las aventuras de Sherlock Holmes. Luego vinieron otras películas, libros, cómics, serie dibujos animados (No olvidaré la melodía de aquella serie animada de los 80, interpretada por el grupo Nins, los viernes por la tarde con sabor a Nocilla. ¡Je!), y serie casi actual, interpretada por Benedit Cumberbatch (“Sherlock”, BBC, 2010 – 2017). A pesar de todo ello, si tengo que imaginar la imagen de Sherlock Holmes, se me viene la imagen de Christopher Plummer. Actor de cine y teatro, grandes o pequeñas producciones, nos emocionó y emociona con cada una de sus interpretaciones. Siempre con clase. Christopher Plummer, uno de los eternos gentleman del celuloide.

Documental sobre Plummer

Cartel de la película 

Tráiler de la película: https://youtu.be/bKXZ2ChXG5E


Ambigú Cinema - "Asesinato por decreto" de Bob Clark, 1979.













viernes, 5 de febrero de 2021

"Conspiración de silencio" de John Sturges, 1955.

Se encuentra en mi top de 20 películas, aunque la verdad suelo huir de este tipo de top. Y es que considero, que aparte de la validez artística de una obra cinematográfica, tiene que ver mucho el momento en el que uno se dispone a visionarla. Igual te apetece una de Indiana Jones, como en otro momento, ver algo de Cecil BDemille. Para gustos los colores y los distintos momentos de la vida de uno. No obstante siempre va a existir una personal inclinación. Y esta película es una de mis preferidas. El director de “Fort Bravo" (1953), “Duelo de titanes" (1957), “La gran evasión" (1963), “Estación Polar Zebra" (1968),… reuniría un reparto de infarto para ofrecernos una obra mítica, debido a las interpretaciones y al contenido de la obra, sin artificios y directa a la conciencia. Me refiero a la película “Conspiración de silencio" de John Sturges, 1955.


Recuerdo de pequeño, acudir algún que otro domingo a mi futuro colegio de estudios de bachillerato y universitarios, a ver unas obras teatrales que preparaban con esmerada dedicación un grupo de padres, unidos bajo las órdenes de Sor María José. Recordaré siempre con cariño aquellas obras e interpretaciones. Sin ser profesionales, les aseguro el alto nivel interpretativo y de escena que había en las representaciones. Esa admiración y sentimiento de disfrute en mi infancia se vio despertado por el teatro y películas como “La soga" (Alfred Hitchcok, 1948), “La huella" (Joseph L. Mankiewicz, 1972),… y “Conspiración de silencio". Películas cuya columna vertebral era el desarrollo interpretativo de sus personajes. Recuerdo haber descubierto esta película en la televisión, y desde entonces, es raro el año que no la haya vuelto a ver, sobre todo cuando la tienes en un lugar destacado de tu videoteca.

Carteles de dos películas

La película de Sturges es un duelo de titanes de la interpretación, en verdadero estado de gracia. Cada momento del film es una secuencia de lucimiento para el intérprete que esté en pantalla. La trama comienza con la llegada de un forastero a un pueblito. Nadie conoce al forastero y sus preguntas comienzan a inquietar a la pequeña población. Se puede decir que la película es un verdadero estudio social, entorno a una serie de sucesos acaecidos en la persona de un tal Komako. Aquel forastero misterioso pondrá de los nervios a varios lugareños y descubrirá algo un tanto molesto, para los habitantes del inhóspito y desértico pueblo de Black Rock.

Fotograma de la película 

John Sturges sabedor de tener entre sus manos una futura obra excelente, por la temática moral de trasfondo y por basarse en sucesos relativamente cercanos en el tiempo, como fueron los desencadenantes para la incursión de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial (tras el ataque a Pearl Harbor), sabía de las miras que debía de tener en el reparto. Metro Goldwyn Mayer ponía en marcha una producción con estrellas y un relato de gran calado social. Esto es algo que trajo la nueva política de producción de Dore Schary (jefe de producción y después cabeza visible de Metro Goldwyn Mayer), películas con mensaje.

John Sturges (britannica.com) y Dore Schary (imdb.com)

Spencer Tracy, Lee Marvin, Robert Ryan, Walter Brennan,… dejaron impresas sus excelentes interpretaciones. La película comienza con la llegada de John J. Macreedy (Spencer Tracy) a la estación de tren de un pueblito casi perdido en el oeste del país. A partir de su llegada, John va encontrándose cara a cara con determinados vecinos, orquestados por el cabecilla de todos ellos, Reno (Robert Ryan). Todo el reparto tiene su momento, su secuencia. Spencer Tracy hace gala de su tercer apellido, “naturalidad”. La historia nos puede dar la sensación de ser una especie de western encubierto. En este caso, un thriller donde la violencia no se encuentra en las armas, sino en los diálogos.

Fotograma de la película 

Fotograma de la película 

La ubicación de la trama sirve para resaltar ciertos momentos e incluso transmitir cierta ansiedad. Sturges, se mueve como pez en el agua en ubicaciones del oeste, pero llega a un “master” al conseguir un thriller agobiante, con planos abiertos y utilizando el Cinemascope. El juego fotográfico de las ubicaciones en el desarrollo de las secuencias, tiene lecturas artísticas y psicológicas en el tratamiento de la imagen, como: la estación de tren, la encrucijada de caminos, la gasolinera, el hotel,... El guion perfectamente ajustado es una maravilla de Millar Kaufman. Su pasado en el servicio militar del Pacífico, le sirvió para trabajos como “Hombres de infantería" (Richard Brooks, 1953) y el de la película que comentamos. No es fácil tratar temas relacionados con el racismo, e ir metiendo al espectador en una reflexión y exposición de los hechos, sobre todo en 1955 y en una sociedad tan dividida por entonces, como la de los Estados Unidos. Todo ello, sin caer a priori en una moralina infantil, sin entrar en profundidad en claras exposiciones del tema. El equipo artístico (guionista, director e intérpretes) consiguen a mi juicio, una de las mejores obras fílmicas, carne de cañón para interesantes debates sobre los comportamientos xenófobos. Y no solamente ello, sino reflejar con gran veracidad, los distintos perfiles de comportamiento, que a pesar del tiempo transcurrido y supuestos avances sociales, seguimos encontrando en nuestro presente. Eso solo lo consiguen las obras maestras.

Millard Kaufman (groveatlantic.com)

André Previn (“Gigi” de Vicente Minelli, 1958; “My Fair Lady" de George Cukor, 1964;…) compuso la banda sonora. Podría haberse inclinado por sonidos más del estilo del western, debido a la ubicación de la historia, y más o menos el enfoque del director, pero supo introducir momentos donde la música clásica se fusiona con un sonido muy cercano al Jazz, de quien también era compositor.

André Previn (abc.es)

“Conspiración de silencio", rompió moldes. Duración de 78 minutos, un elenco de estrellas, una historia con mensaje, Cinemascope y en un pueblito perdido de la mano de Dios. Una obra que recibió incluso un reconocimiento por parte del gobierno japonés.

Cartel de la película 


Tráiler de la película: https://youtu.be/IP57NcLzJQE


Ambigú Cinema - "Conspiración de silencio" de John Sturges, 1955.





"Indiana Jones, en busca del arca perdida" de Steven Spielberg, 1981.

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