viernes, 28 de mayo de 2021

"La niebla" de John Carpenter, 1980.

Era viernes. Al llegar a casa, terminadas mis clases de EGB, merendé y tras ver en la televisión un episodio de la serie animada de "Sherlock Holmes", cogí la bicicleta y di una vuelta en la plaza del complejo, los alrededores, hasta llegar a uno de los videoclubs que frecuentaba. Hacía tiempo que perseguía una película de terror. Desde que vi en casa de un amigo "Noche de miedo" y volverla alquilar para que mi padre me la piratease, me había venido arriba en aquella década de los 80 con las pelis que consideraba modernitas de terror. Tenía perdidas las esperanzas, pero aquella tarde que pintaba como la de un maravilloso viernes cualquiera, se convirtió en un súper maravilloso viernes. Allí estaba el VHS en la estantería. Una portada muy del estilo de las novelas gráficas de "Creepshow". El gesto de Jamie Lee Curtis de espanto con aquel esqueleto decrépito surgiendo de un mar tormentoso era hipnótico. Se convirtió en una de mis películas de género preferidas por entonces. Cerrad bien las puertas, apagad las luces, y leed con atención bajo la luz tenue de la lámpara, en el sofá o en la cama. Viajemos a la localidad de Antonio Bay, atreveros a recordar o descubrir aquella película que de niño me contó un terrible cuento, un cuento de fantasmas y venganza, "La niebla" de John Carpenter (1980).



John Carpenter es uno de los grandes directores del género del fantástico y del terror. Posee un estilo impresionante, un ritmo dotado a los genios para contar este tipo de historias. Y algo más, a tener muy en cuenta en su carrera, no se dejó engullir por la gran maquinaria de Hollywood, dejando impreso su sello personal en cada una de sus obras. Junto a Debra Hill dio comienzo a finales de los 70, a una época de gritos, cuchillos resplandecientes en la oscuridad,  y máscaras ocultado a un lunático deseoso de hacernos saltar del asiento. Ellos fueron los creadores de la película "Halloween" (1978), creando una moda de la cual nacieron otros traviesos de la noche. "La niebla" sería su segunda propuesta. Esta vez se alejarían de los psiquiátricos y del miedo a que faltase en la cocina el temible cuchillo, para introducirnos en una historia actual de fantasmas. Una historia que surge como venganza desde el mar profundo, de las costas de Antonio Bay, una localidad con un oscuro secreto.

El director John Carpenter en "La niebla". Fotograma.

Si hay algo que me encanta de "La niebla" es su artesanía cinematográfica, el formato 2:35 (tan querido por Carpenter), su fotografía, su edición sonora y su música. Estamos en los años 80, olvídense de los ordenadores para los efectos visuales y tintado de imagen. Frente a la fotografía estaría uno de los grandes, Dean Cundey ("Regreso al futuro" de Robert Zemeckis - 1985, "Parque Jurásico" de Steven Spielberg - 1992,...). Aunque había trabajado en otras obras, el éxito de "Halloween", lo dio a conocer por una fotografía espectacular en el género. Creando en las sombras la inquietud. Quien no recuerda esa máscara blanca surgiendo poco a poco de la oscuridad. Su siguiente proyecto fue "La niebla". Casi toda la filmación era nocturna, lo que suponía tener muy claro el aspecto de la película. Existen momentos magistrales de fotografía en "La niebla", como por ejemplo la atmósfera en el estudio de radio, cuando la niebla poco a poco invade las calles del pueblo, el contraluz de los fantasmas siempre en penumbra. Uno no olvida ese momento final en la iglesia, donde ante los ojos de los protagonistas se encuentran los fantasmas. En silencio, rodeados de la niebla, solo advertimos sus formas y sus ojos resplandecientes en sus siluetas. De nuevo, Carpenter juega con nuestro yo interno, desafiándolo en la oscuridad, dejando desbocada nuestra imaginación. Carpenter posee gran facilidad para crear imágenes icónicas en cada una de sus obras.

Dean Cundey. The Hollywood Reporter.


Fotograma de la película

Fotograma de la película

En la interpretación, vuelve a contar con Jamie Lee Curtis (Elizabeth), que cosas del oficio, tras el éxito de "Halloween" (de la que era la protagonista) le costaba encontrar un proyecto donde trabajar. De nuevo, Carpenter la pone en más de un apuro. Comparte reparto con Adrienne Barbeau (la locutora Stevie), quien en algunos momentos desde su posición visual privilegiada en el faro de Antonio Bay, a la vez que observa y descubre la tremenda pesadilla que se cierne sobre la población costera, nos radia momentos de espanto, viviendo en primera persona el horror de la maldición. Otra cara muy conocida es la del actor Tom Atkins (Nick), un intérprete habitual en este tipo de películas. Y dos grandes, Jane Leigh (Kathy) y Hal Holbrook (padre Malone). La primera tras ver "Halloween" reconoció el talento de Carpenter y le comentó sus deseos de trabajar con él, si la ocasión aparecía. Carpenter no se lo pensaría dos veces, logrando tener a madre e hija (Jamie Lee Curtis) en una película de terror. Los amante del género iban a poder disfrutar de la presencia de dos reinas del "grito" en una misma obra, Jane Leigh ("Psicosis" de Alfred Hitchcock - 1960, y Jamie Lee Curtis ("Halloween" de Carpenter - 1978). El otro grande, Holbroock, interpretando al padre Malone. Hace poco comentábamos su aparición en "Wall Street" de Oliver Stone (1987). Son intérpretes que incluso si hiciesen de arbusto nos dejarían con la boca abierta.

Jamie Lee Curtis. Fotograma de la película.

Adrienne Barbeau. Fotograma de la película.

Tom Atkins. Fotograma de la película.


Los veteranos intérpretes Jane Leigh y Hal Holbrook . Fotograma.

En las películas de Carpenter la música es muy personal. Él mismo compone sus bandas sonoras. Uniendo su sentido visual y creación musical, terminamos con un resultado único, con una clara marca personal y de gran estilo. En "La niebla" vuelve a los sonidos electrónicos del teclado, pero esta vez mezclado con piano. Una atmósfera de suspense, con un tempo pausado. En algunos instantes una simple combinación de dos notas y una constante grave, te deja en suspenso, y es entonces cuando algún sonido inquietante rompe ese estado de tensión. Podríamos ver la película o sentirla, comprenderla, simplemente escuchando su banda sonora. En la que por cierto, en una edición especial, podemos escuchar la introducción que interpretó el actor John Houseman junto a una hoguera, siendo escuchado por jóvenes. Esa secuencia, marca claramente las intenciones y la atmósfera de la película, una invitación a ese especie de Casa del Terror, al que nos introducimos de la mano de Carpenter.

Portada de una edición de la banda sonora de la película.

Tema "The Fog Soundtrack Rocks At Drakes Bay"
de la banda sonora "The Fog" de John Carpenter.



El actor John Houseman al comienzo de la película. Fotograma.

Muchísimas de las secuencias de esta película, han sido explotadas por otros directores en películas de igual corte. Incluso en aquellas que homenajean aquel cine de los 80. Y es que John Carpenter es una referencia en la historia de la cinematografía moderna. La comedia, el terror, son géneros muy difíciles de llevar a cabo. Tener nuevas propuestas, sorprender con las historias y el estilo, solo muy pocos lo han conseguido. Un director que no solo nos hizo pasar grandes momentos de miedo, sino que inspiró a toda una generación, a futuros artistas y amantes del buen género de terror y del fantástico.

Cartel de la película


Ambigú Cinema - "La niebla" de John Carpenter, 1980.




sábado, 22 de mayo de 2021

"Se nos ha perdido un dinosaurio" de Robert Stevenson, 1975.

Había una sección en el videoclub que era acierto seguro. Seguro que se acordarán los que frecuentaban tan sagrado lugar, de las carátulas VHS de color blanco de Walt Disney. Existen bastantes películas, que amén de los clásicos ya conocidos, existían otros que hacían especiales nuestras tardes o mañanas de los fines de semana. Si están dispuestos a seguir a un grupo de orientales por las calles de Londres a primeros del s. XX, intentado hacer que su plan caiga en saco roto, gracias a la ayuda de un grupo de niñeras, déjense llevar por la nostalgia y volvamos al sofá. Tras unos bocados con nuestro bocadillo de Nocilla, sumerjámonos en la loca aventura de "Se nos ha perdido un dinosaurio" de Robert Stevenson, 1975.



En los 70 y parte de los 80, en mi ciudad y supongo que en otras, existían habitualmente diferentes sesiones cinematográficas. La de la primera hora de la tarde, solían proyectar alguna película familiar o infantil. Aquellas películas que iremos descubriendo o recordando poco a poco en Ambigú, eran verdaderas obras de entretenimiento sano. La gran mayoría de ellas eran adaptaciones literarias, lo cual a su vez, animaba a leer el libro, si no se había tenido la ocasión. En nuestro caso, la película "Se nos ha perdido un dinosaurio" es un adaptación del libro "The great dinosaur Robbery" de David Forrest (1970). La adaptación a guion de Bill Walsh supone una total reinvención, ya que difiere bastante. Walt Disney realizó una historia a la medida del público que deseaba que consumiese tal película.

Portada de una de las ediciones del libro de Forrest

En el reparto destaca Peter Ustinov en el papel de Hnup Wan, el líder de un grupo mafioso de orientales en Londres, con una vis cómica e improvisaciones desternillantes. Pero ojo, quien interpreta a su mano derecha, Quon, el actor Clive Revill (voz del emperador en la primera saga de "Star Wars") no se queda atrás en secuencias cómicas. Los dos son la gran atracción cómica de la película. En ellos, aparte de sus interpretaciones, siempre me ha llamado bastante la atención su caracterización de orientales, haciéndome recordar las de Peter Sellers en otras películas, incluso las de Chritopher Lee en la saga de "Fu Manchú" (1965/ 1969). Por cierto, esta última saga es claramente tomada como referencia en clave de comedia, por el desarrollo de los personajes de Ustinov y Revill, en sus deseos de dominar el mundo y ser temidos por sus personalidades.

Ustinov y Revill en diferentes momentos de la película

Fotogramas dePeter Sellers y Christopher Lee
caracterizados de orientales

Y frente a esa banda de malhechores, se enfrenta una tropa de niñeras londinenses, lideradas por la niñera Hettie (Helen Hayes). Una veterana actriz que interpretó bastante en televisión y que los aficionados a las películas de Walt Disney, la podemos reconocer en otra película anterior de Stevenson, "Herbie, un volante loco" (1974). Hettie con la ayuda de dos compañeras niñeras, se disponen a boicotear el plan de los villanos, adelantándose y convirtiéndose ellas mismas, en las ladronas del gran dinosaurio del Museo de Historia de Londres.

La actriz Helen Hayes como Hettie. Fotograma de la película.

Fotograma de la película

Fotograma de la película

La película tiene muchísimas secuencias físicas de encontronazos, escapadas, caídas,... y alguna que otra de humor absurdo, como por ejemplo la del gran cazador que desde su balcón ve pasar el esqueleto del dinosaurio y se empeña en cazarlo, sumándose a la hilarante escapada de las niñeras con el esqueleto, por entre las calles del Londres nocturno de los años 20, entre la consabida niebla de la urbe. Dando esta mucho juego en algunas situaciones.

Fotograma de la película

La imagen del esqueleto del dinosaurio oculto a medias por una lona sobre el camión conducido por las niñeras es un clásico. Stevenson dirigió con soltura y acierto esta película de puro entretenimiento de Walt Disney Productions. Ya en su haber tenía trabajos para la productora que avalaban su desenvoltura en peripecias como esta desde los años 60, y esta sería su penúltima película. La película en su mayoría esta filmada en estudio, teniendo un control absoluto de las situaciones, complicadas de filmar. Las calles de Londres, donde quizás tiene lugar las secuencias más espectaculares son de estudio. Para incentivar más el tono de comedia, se recurre a veces a la aceleración de la velocidad de los fotogramas. Stevenson consigue rodar una película "blanca", familiar, de disfrute sano, donde la hora y media de duración se le pasa a uno volando.

Fotograma de la película

La música destaca sobre todo en sus créditos de presentación. Una introducción muy pegadiza en la que el solo de metalófono ascendiendo y descendiendo melódicamente entre el acompañamiento de instrumentos de viento y percusión, son de las que se quedan para toda la vida. La sencillez expresando su grandeza, en este caso, la de su compositor, Ron Goodwin. Goodwin realizó en esos años 70 composiciones para Walt Disney. Aunque en el recuerdo siempre nos quedará sus bandas sonoras para las películas de "Miss Marple" de los años 60.

El compositor de música Ron Goodwin. Vintage music.

Colección cinematográfica de Miss Marple

Este tipo de películas son las que perduran en el corazón y en la mente del niño que éramos. Son películas que nos trasladan a esa época en la que cualquier intención era una gran aventura. Hoy en día el visionado de estas películas de cartón - piedra, nos hace reflexionar sobre la maravilla del cine y su magia. Gracias a él, pude viajar a galaxias, en el tiempo, conocer a seres fantásticos, a épocas históricas de nuestro mundo,... a fascinarme, a fascinarnos por un mundo real siempre lleno de misterios y cosas por descubrir. Desear vivir para ver, sentir y compartir.  Un legado grabado a fuego para siempre en nuestra sonrisa y mirada de niños con labios coloreados de chocolate.

Cartel de la película




Ambigú Cinema - "Se no ha perdido un dinosaurio" de Robert Stevenson, 1975.




sábado, 15 de mayo de 2021

"Wall Street" de Oliver Stone, 1987.

 En 1987 se estrenó una de esas películas que marcaban una época en el ámbito financiero. Recuerdo cuando la vi en el cine de verano. Los personajes me despertaron cierto temor. La inocencia de los 13 o 14 años de entonces me hicieron advertir que tras las luces de los grandes edificios de corporaciones empresariales y firmas financieras, grandes torres de cristal que se levantan como trofeos y faros de la codicia humana, existe una salvaje jungla. La película la visioné con mi familia, y tras verla, el bombardeo de preguntas a mi padre, empleado de banco, fue monumental. Aquello fue entre abrir una puerta hacia un mundo depredador, con la suerte de ser algo edulcorado por mis padres, hasta que fui asumiendo, en ese paso hacia la adolescencia, las realidades con las que nos iremos enfrentando en la vida. El culpable de aquel bautizó de fuego fue por entonces "l´enfant terrible" de Hollywood, Oliver Stone. Comparto con ustedes el recuerdo de "Wall Street" de Oliver Stone, 1987.



"Wall Street" tiene un ritmo frenético, a pesar de la jerga financiera donde uno se puede perder, tiene garra e interesa gracias a los personajes bien escritos e interpretados. La película tiene una estructura muy clásica en el desarrollo de la historia. Hagan conmigo una especie de ejercicio, y olvídense del envoltorio, o la atmósfera donde se desarrolla la historia: el mundo financiero, el de los ejecutivos, las corporaciones, los corredores de bolsa,... Una vez borrado ese telón de fondo, si nos quedamos con la estructura de los personajes, nos da la sensación de estar ante una narración clásica, en la búsqueda del héroe, como bien describiría el mitógrafo Joseph Campbell. El joven Bud Fox (Charlie Shen) y sus deseos de éxito en el mundo financiero le hará recorrer un camino de búsqueda, que al final se traduce en la búsqueda y encuentro de su propio "yo", sus principios.

Una edición de "El héroe de las mil caras" de Campbell.

Oliver Stone tras el éxito de "Platoon" (1986), no se durmió en las mieles del éxito y se puso manos a la obra con una historia que pretendía ser una especie de homenaje a su padre, agente de bolsa. Tras escribirla junto a Stanley Weiser, rodó una de las películas que dejaría testimonio de los frenéticos 80, en el enorme páramo de las finanzas.

Cartel de "Platoon" (1986)

El director Oliver Stone. Mubi.

El guionista Stanley Weiser. Mubi.


Michael Douglas construyó un personaje icónico, Gordon Gekko. Uno disfruta viendo su interpretación. Por aquella época, Douglas ya tenía nombre propio, debido a su trabajo como productor (un gran olfato) y actor. Como intérprete había intervenido en series, películas,... e incluso había tenido papeles protagonistas, pero nunca había abordado un papel con el peso de Gekko. Su enorme trabajo fue recompensado por la aceptación de la crítica, sus compañeros de oficio (recibiendo el Óscar por su interpretación) y el gran público, donde a día de hoy muchos fans que trabajan en el sector de las finanzas, lo han tenido como inspiración. Charlie Sheen es nuestro fiel lazarillo por este mundo frenético, descubriéndonos sus luces y sombras. De modo anecdótico, el director le ofreció la posibilidad de elegir el intérprete de su padre en la ficción. Las propuestas fueron Jack Lemmon o Martin Sheen (su verdadero padre en la realidad). Se inclinó por su padre. Se pueden destacar sus secuencias conjuntas. Secuencias claves en el desarrollo del personaje de Bud Fox (Charlie Sheen). Ver a los dos cara a cara es una maravilla, empatizando con el espectador en situaciones que han podido vivir en sus vidas, en mayor o menor medida con sus propios padres.

Michael Douglas como Gordon Gekko.

Charlie Sheen como Bud Fox.

Existe un personaje curioso en sus apariciones, siempre al lado de Bud, dándole consejos de peso, resumidos en una escueta frase. Una especie de Yoda en cubierto, Lou Manheimm (Hal Holbrook). Uno de esos intérpretes secundarios, que ya el simple hecho de designarle secundario me abochorna, y cuya aparición hace subir la película como si se tratase de un suflé en el horno. Una cara sinónimo de estar viendo algo bastante bueno. Y Daryl Hannah (Darien Taylor), como "la decoradora" que acompaña a Bud en su viaje al lado oscuro. Una actriz que tuvo su gran momento en los 80, y que lograba sacar partido a todas sus interpretaciones, por muy arquetipadas o simples que fuesen, demostrando su valía como actriz. Quizás ella, sea la que hoy en día, viendo la película, nos transmite con más fuerza ese estilo de vida donde se encuentra inmerso Bud, a través de sus trabajos decorativos, en especial en el apartamento. La frialdad y la ausencia de emociones verdaderas (salvo la ostentación) se materializan en cada rincón del mismo. Digamos que esa transformación decorativa es la misma transformación que va a ir sufriendo el personaje de Charlie Sheen, en su descenso a los infiernos de Wall Street.

Hal Holbrook junto a Charlie Sheen

Daryl Hannah en algunos momentos de la película

Stewart Copeland, uno de los fundadores de “The Police”, compuso la música de la película. Un sonido muy alejado del sinfónico, recurriendo a elementos electrónicos. Pero, es la voz de Fran Sinatra quien abre los créditos de presentación, cantando “Fly Me To The Moon”, haciendo toda una declaración de intenciones: “Llévame volando hasta la Luna, déjame jugar entre las estrellas. Déjame ver…”.

Stewart Copeland. LOFF.IT

Una edición que contiene la mítica "Fly Me To The Moon",
interpretada por Sinatra.

“Wall Street” coincidió en su estreno con el año del famoso “lunes negro” (19 de octubre de 1987). De nuevo el castillo de naipes financiero, como otras tantas veces, se desplomó. La codicia de la que hablaba Gordon Dekko estalló, dando la casualidad de coincidir con la obra de Stone. Un testimonio fílmico inigualable.

Cartel de la película




Ambigú Cinema - "Wall Street" de Oliver Stone, 1987.




sábado, 8 de mayo de 2021

"La conversación" de Francis Ford Coppola, 1974.

Hay películas que desde la primera secuencia nos hablan de su declaración de intenciones y estilo. Estas películas son filmadas por directores con una gran visión y capacidad de imprimir en el desarrollo su estilo. Arriesgándose, importándole poco las nuevas tendencias, simplemente creando a voluntad, consiguiendo no ir contra corriente, sino ser ellos la corriente, de forma inconsciente. Uno de estos directores es Francis Ford Coppola. Lo descubrí a muy temprana edad. Fue con el "Padrino" (1971). Debido a mi infante edad, el "Padrino" fue para mí una especie de película de terror, inquietante,... y en un entorno familiar. Coppola y sus obras han sido inspiradoras y la verdad, es uno de mis directores favoritos, sobre todo por cómo afronta cada uno de sus trabajos y la cantidad de capas que suelen tener, a veces ignoradas por el gran público, incluso por sus más acérrimos seguidores. Y un claro ejemplo de ese tipo de película, lo encontramos en la que les propongo a continuación: "La conversación" de Francis Ford Coppola, 1974.


"La conversación" la comparo con esos momentos íntimos que solemos tener mientras tomamos un café o una infusión, o miramos a través de una ventana mientras llueve, dejando nuestros pensamientos en una percha. Hundidos en una especie de estado inerte de conciencia, el gotear de las finas gotas sobre el cristal o el escuchar una melodía sugerente de forma relajada, nos conecta con nuestro yo más interno. Es en esa zona apartada, donde Francis Ford Coppola intenta empatizar con el espectador, presentándonos la vida de Harry Caul (Gene Hackman). Un hombre que paradójicamente puede enterarse, escuchar,... cualquier tipo de intimidad, y las propias, ni siquiera compartirlas con Amy (Teri Garr), su joven amante.

Fotograma de la película

El dibujo del perfil de Harry es complicado y complejo, solo un actor de la talla de Hackman consigue interpretar este tipo de personajes. Los años 70 nos dibujaron un cine U.S.A. muy urbanita, donde se nos desnudaba una sociedad con múltiples problemas. En este caso, no es un ex combatiente, o alguien perteneciente a un determinado extracto social con problemas, es un hombre común. Su trabajo acentúa su propia enfermedad, la soledad. Hackman tenía en su haber un Oscar por "The French Connection" (William Friedkin, 1971), era un actor de moda y dio la casualidad de aceptar el papel, antes de que Coppola se convirtiese en el director, también de moda, tras el éxito de el "Padrino" (1972). Así que cuando se reunieron en 1973 para realizar la película, las expectativas eran tremendas. Entre los dos existió un gran entendimiento, y eso se ve en la pantalla. Uno de los grandes papeles de Hackman. El único "pero" se lo puso el destino. Debido al estreno de el "Padrino II", después de la realización de esta película, parece ser como si la historia hubiese borrado el recuerdo de la magnífica "La conversación".

Fotograma de la película

Fotograma de la película

Fotograma de la película

Francis Ford Coppola imprime a esta película momentos interesantísimos dibujados a través de las interpretaciones y de la técnica, a la hora de filmar algunas secuencias. Por ejemplo, es capaz de dejar filmando la cámara cuando el personaje sale de cuadro, y tras un instante, realiza de nuevo un barrido hacia donde se encuentra dicho personaje. No solo una vez, sino dos veces. Maneja el ritmo de la secuencia de forma magistral. Y algo muy de agradecer, sobre todo en estos tiempos: deja que el intérprete se haga el dueño de la secuencia. Me explico. Un actor o actriz debe de conseguir paralizar el tiempo fílmico con su interpretación, y el director tener esa intuición. De tal forma, que en la edición de la película, se respira la interpretación en el plano, sin tener que recurrir a múltiples cortes y artificios técnicos de edición, que a mi parecer rompen esa magia de transmisión de sentimientos o sensaciones, por parte del intérprete. Para ello, debe de haber una comunión tremenda entre director e intérprete.

Francis Ford Coppola. Sector cine.

Fotograma de la película

Coppola, deja sentir también su sensibilidad estética, en la banda sonora. Está compuesta por David Shire. El compositor que empezó componiendo para westerns de la Universal, recibió el encargo de Coppola de componer la banda sonora del drama. En un documental, Shire, habla de lo bien que se tomó la noticia, creyendo que iba a contar con una gran orquesta para llevarla a cabo. Sus ilusiones se desmoronaron, cuando el director le sugirió querer una banda sonora interpretada solo con piano. Esto respondía a las intenciones de la película, sobre ese perfil de soledad del protagonista. David Shire, asegura que a pesar de estar compuesta solo para piano, ha sido la banda sonora más difícil de su carrera. A modo de curiosidad, la composición de David tendrá momentos de suma tensión hacia el final del metraje. En ocasiones puntuales (la secuencia del baño en la habitación de los amantes en el hotel), el sonido del piano se transforma en electrónico, creando máxima inquietud en el espectador.

El compositor David Shire. AsturScore.

Edición en CD de la banda sonora

En esta película descubrimos caras como las de John Cazale (haciendo un alto en el camino como un Corleone), Teri Garr (su próxima aparición sería en "El jovencito Frankenstein" de Mel Broocks, 1974), Robert Duwall (un grande, haciendo un receso en el camino como hijo adoptivo de Don Vito Corleone), y Harrison Ford (pasaba por allí, haciendo unos arreglillos en la oficina de Coppola y... Lo mismo le ocurriría más tarde con un tal Georges Lucas, para "Star Wars" - 1977. Nunca fue tan rentable el oficio de carpintero).

John Cazale, Robert Duwall, Teri Garr y Harrison Ford

"La conversación" es una gran película. Disfrute hasta la última secuencia, donde Harry Caul, abatido y cazado, se encuentra sentado en un rincón de su auto destrozado apartamento. Habla de su problema, de la única forma que sabe, con su saxo. Las notas musicales van y vienen acariciando las paredes destrozadas de su vida, como si se tratasen de palabras de comprensión o compadecimiento de un amigo.

Cartel de la película


Tráiler de la película: https://youtu.be/VD_CAJHIIQE


Ambigú Cinema - "La conversación" de Francis Ford Coppola, 1974.



sábado, 1 de mayo de 2021

"El Hombre Lobo" de George Waggner, 1941.

Los denominados monstruos de la Universal, fueron un caldo de cultivo para mi imaginación infantil. Recuerdo que tras haber descubierto en un programa de la Clave (1976/ 1993, TVE) la película “Drácula" de Tod Browning (1931), pronto se cruzaron en mi camino distintos personajes extraños y terroríficos de aquella época gloriosa de los estudios Universal. “Drácula" me fascinó, “Frankenstein" me conmovió, pero quien de todos ellos me inquietó bastante fue la naturaleza de “El Hombre Lobo" de George Waggner, 1941.


Hace unos años conseguí la colección completa de todas las películas de la Universal de aquellos años, cuyas tramas giraban entorno a estas criaturas de la noche. Está claro que Carl Laemmle tuvo la visión de abordar y comercializar estas películas, que marcaron una época del terror fílmico, crearon escuela e inspiración en futuros artistas. Aquel tesoro que tenía entre manos, lo volví a degustar con cierto deleite, pero cada vez que he vuelto a visionar “El Hombre Lobo" de Waggner, es otra cosa. No es ese hipnótico Lugosi en “Drácula” o el incomprendido Karloff en “Frankenstein", es la naturaleza ancestral, la del animal, la bestia, la de los instintos primigenios, aflorando en la maldición del lobo.

Carteles de las películas

De alguna forma la película recoge de forma inconsciente esa zona perdida en nuestra conciencia antropológica, donde el animal innato en el hombre, enterrado en siglos de supuesta socialización, vive adormecido. Culturas, religiones ancestrales, nos hablan de esa conexión con la naturaleza, hoy perdida. Pero la cultura popular, en este caso, nos hace una pequeña grieta en ese cofre de aislamiento de siglos.

Grabado en madera de Lucas Cranach el Viejo, 1512.

La película hay que entenderla en la distancia. Es la más violenta de aquellas obras. El impacto en el público de entonces fue brutal. Hoy su violencia es ridícula a la que vivimos en las noticias, el en torno, o en las propias películas. Pero a pesar de ello, conecta de alguna forma con el espectador. Hay algo enterrado que conecta y llama nuestra atención.

Fotograma de la película

“El Hombre Lobo" en principio tuvo muchísimas modificaciones desde su guion  original, inspirado en el escrito por Robert Florey (1900 - 1979). El libreto último fue firmado por Curt Siodmak y dirigido por Waggner. Siendo el resultado, una especie de cuento, donde se nos unen diferentes estilos estéticos. Waggner centra sobre todo su objetivo en las secuencias de violencia, que corresponden al ataque de la bestia. El resto de la realización es ortodoxa y apoyándose muchísimo en el oficio actoral. Resultando una película muy de cómic de aquellos años 40. La época dorada del cómic. Y tengo esa sensación en momentos, cuando por ejemplo Talbot (Lon Chaney Jr.) está montando el gran telescopio que monta en la casa de su padre, mitad casa de campo y castillo. Las dimensiones, incluso las escénicas me retraen a ese tipo de viñetas descubiertas en cómics de aquellos años que mi padre conservó, y que yo devoraba en mi juventud ochentera.

El director de la película George Waggner. Mubi.

El guionista Curt Siodmak. IMDb.


Fotograma de la película. Lon Chaney junto a Claude Rains.

Lon Chaney Jr. fue seleccionado para el papel de Larry Talbot. Hijo del gran Lon Chaney (1883 – 1930, el hombre de las mil caras) recogió el testigo de su padre en películas de este tipo, convirtiéndose en uno de los tres hombre que pasarían a la historia por dar vida a los seres terroríficos clásicos de la Universal, junto a Lugosi y Karloff. Trabajó junto a ellos, coincidiendo en alguna película. En esta que nos ocupa tiene como compañero de reparto a Bela Lugosi, interpretando a un misterioso gitano (Bela). Pero sobre el elenco de la película, destaca María Ouspenkaya (Maleva). Sinceramente, allí donde aparece abarca todas las miradas. Una de las grandes. Actriz rusa, que tras emigrar a U.S.A., enseñó el famoso método Stanislavski, quien fue su mentor en Rusia. Y junto a Lon Chaney Jr. interpretando a su padre, Claude Rains. Su cara apareció brevemente al final de “El Hombre Invisible" (James Whale,1934). Él interpretaba al científico Griffin como el peligroso hombre invisible. Y tras “El Hombre Lobo", y algún estreno más, incluyendo la mítica “Casablanca" (Michael Curtiz, 1942), lo podremos descubrir dando vida a otra leyenda del panorama terrorífico, en este caso encarnando al personaje literario de Gaston Leroux, y llevado a la pantalla por Arthur Lubin, “El fantasma de la ópera" (1943). Claude Rains son de esos actores maravillosos que a lo largo de los años 40, 50 y parte de los 60, aparecen en películas titánicas.

Fotograma de la película

Y si hay que destacar artísticamente a alguien (sin desmerecer a los nombrados), el elogio se lo lleva Jack Pierce. El maquillador de la Universal logró crear iconos del cine de terror, entre ellos al Hombre Lobo, perdurando en nuestra conciencia colectiva. Un maquillaje totalmente artesanal con productos adaptados y una gran imaginación, a la vez que oficio. Si sorprendió con el maquillaje de Karloff en “Frankenstein", este del Hombre Lobo era y es sorprendente. Todavía quedaba por avanzar en técnicas, productos, hasta llegar a Rick Baker en “El hombre lobo americano en Londres" de John Landis, 1981. Dejándonos aterrorizados y boquiabiertos con su transformación licántropa en aquella sala de estar. Supongo y salvando las distancias, las mismas sensaciones que aquel público de los años 40, cuando admiraron la transformación de Talbot en Hombre Lobo. En este caso realizado con encadenamiento de imágenes tomadas en la misma posición, variando solo la cantidad de maquillaje sobre el sujeto, dándonos la sensación de una progresiva transformación.

Jack Pierce maquillando a Lon Chaney Jr. - Alchetron.

Toda esa atmósfera de misterio y drama era envuelta por una banda sonora de altura. Normalmente, cualquier película de terror suele recurrir a temas con sonidos y sensaciones sonoras muy recurridas en el tiempo. Y sobre todo, recurren demasiado a sonidos electrónicos. Aquellas bandas sonoras de entonces eran interpretadas por orquesta y su composición, en esta película, fue llevada a cabo por Charles Previn, uno de los grandes compositores de la historia. El tema del Hombre Lobo gira entorno a las notas maestras de la composición de Previn (Do’, Si, #Fa) interpretadas por instrumentos de viento, a modo de aullido que se entremezclan con frases musicales interpretadas por la familia de cuerda, de una forma magistral. Nos puede retraer un poco a la composición "Pedro y el lobo" de Prokófiev (1936), en el hecho de elegir el instrumento de viento para describir la presencia del lobo. Aconsejo su escucha, tanto una como otra. Por desgracia este tipo de bandas sonoras son muy poco escuchadas y en ellas se esconde una gran belleza compositiva. Sobre todo por su cuidado y gran trabajo artístico.

El compositor Charles Previn. Mubi.

CD recopilación de bandas sonoras,
entre ellas algunas de Charles Previn. The Soundtrack Factor.

“El Hombre Lobo" de Waggner marcó un hito en este tipo de películas. Llenó los cines de entonces y quizás empezó, a mi parecer una especie de género que denomino “Wolf films". Películas que nacieron a la sombra de este gran éxito comercial, donde el Hombre Lobo parecía tener más vidas que las de un gato. Lon Chaney Jr. lo llegaría a interpretar en diversas ocasiones, volviendo de la tumba cada vez de forma más milagrosa. Las temáticas serían muy diversas. Nació una nueva estrella del terror, las noches de Luna llena no volverían a ser lo mismo. O al menos tan apacibles.

Cartel promocional de la película




Ambigú Cinema - "El Hombre Lobo" de George Waggner, 1941.




"Indiana Jones, en busca del arca perdida" de Steven Spielberg, 1981.

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