sábado, 30 de enero de 2021

"La isla del terror" de Terence Fisher, 1966.

Me encantaban aquellas tardes de los 80, que tras hacer los deberes podías salir a la calle y jugar con los amigos. A veces, en los portales de los bloques, otras como era mi caso en la plaza de mi bloque, o subir a casa de un amigo y terminar viendo una película en el video. Una de esas veces, acabamos en casa de uno, cuyo padre dedicado al mundo de la imagen, regentaba a su vez un videoclub. Entre algunas de esas tardes peliculeras, se colaban títulos de puro cine “videoclubsero” y alguna joyita que por nuestras edades, ignorábamos. Es el caso de una película que me encantó. Unía ciencia ficción y terror. Hoy en día, le tengo un cariño especial. Muy poco usual y algo perdida en los catálogos de cine, volvamos a vivir “La isla del terror" de Terence Fisher, 1966. O también llamada, “S.O.S., el mundo en peligro".


“La isla del terror" es una película de terror de serie B británica, dirigida por el director fetiche de la Hammer. Una productora que haría historia y que la mayoría desconoce a unos de sus fundadores, Enrique Carreras, empresario español, dueño de una cadena de cines entre finales del siglo XIX y primeros del XX. En este caso, no sería la Hammer, sino Planet film Production la que produjese una obra más del genial Terence Fisher.

Terence Fisher cambió el género de terror. La imagen que se ofrecía hasta entonces, tenía sus raíces en las películas de género de la Universal. Pero en 1957, una producción de la Hammer, titulada “La maldición de Frankenstein”, dirigida por Fisher, trajo al terror el erotismo, la sangre, imágenes explícitas y sobre todo ese maravilloso colorido en Tecnicolor.

Cartel de "La maldición de Frankenstein"

Terence Fisher. Everett collection.

Tras varios éxitos y situando a la Hammer en creadora y distribuidora de seres clásicos del terror en aquellos años, Fisher se encaprichó en dirigir una pequeña historia de ciencia ficción y terror, cuya trama nos advertía del peligro de la manipulación  celular, junto con el tema de moda por aquel tiempo, la radiación  nuclear, los peligros del átomo.

Fotograma de la película 

La labor interpretativa estuvo protagonizada por Peter Cushing (Doctor Brian Stanley). Un actor británico que alcanzó la fama mundial interpretando a Van Helsing, y se hizo un habitual en este tipo de películas. Con cariño recuerdo sus interpretaciones como Sherlock Holmes y como el Gran  Moff Tarkin en “Star Wars" (Georges Luca, 1976). Estuvo acompañado en esta película por Edward Judd (Doctor David West) y Carole Gray (Toni Merrill). Un reparto protagonista consolidado en el oficio que de seguro se divirtieron de lo lindo en este tipo de interpretaciones.

Fotograma de la película. Trío protagonista.

Los efectos visuales, sinceramente, a pesar de ser catalogada como película de serie B, me parecen muy correctos. Y hoy en día, no desentonan. Es más, esa artesanalidad le da un valor añadido a la obra. Más si al observar a los monstruos, debido a su antojoso diseño, complican el tema de su movilidad sin percatarnos del artificio. Existen momentos brillantes, como la huida de los dos doctores y el percance de uno de ellos en la huida. Pero a parte, de ciertos momentos y los propios monstruos, me quedo con como dejan a sus víctimas. “Mojamas" humanas, siendo claro. Aquella imagen de algunos de los cadáveres que aparecen en la película, se grabaron en mi mente infante, causando alguna que otra pesadilla. Por cierto, un tipo de muerte que volví a ver, años más tarde en la serie de dibujos “Bola de dragón". Este tipo de películas, como “La isla del terror" eran muy explotadas y disfrutadas por el público oriental. ¿Podría haber influido este detalle en los creadores de “Bola de dragón” como una cualidad para el villano Cell? Ahí lo dejo.

Fotogramas de la película y el personaje Cell
de la serie "Bola de dragón".

Aunque existe un cierto número de personajes en el reparto de papeles, las películas que se mueven entre pocos personajes, tienen para mí un atractivo. Es como más íntima la historia. En nuestro caso, el trío protagonista crea una burbuja dentro de la cual tiene lugar la mayoría de los incidentes. Incluso cuando ocurre la secuencia del asalto a la iglesia, esa burbuja sigue manteniéndose. Algo difícil de conseguir. Ese aire de cierta intimidad interpretativa ante el espectador nos deja una sensación muy personal, muy al contrario de producciones actuales que abordan estos temas, consiguiendo diluir nuestra atención y empatía en efectos visuales y demás artificios visuales. Fisher, tiene un estilo visual efectista, y a su vez permite que la interpretación de sus personajes y monstruos sea lo más cercana al espectador. Un maestro.

Fotograma de la película

"La isla del terror" es una película que engancha por la cercanía de sus interpretaciones, por saber romper veladamente esa línea entre lo real y lo fantástico, por ofrecernos una historia que no pasa de moda, hoy convertida en película de culto. No es una de las grandes películas de Terence Fisher, pero posee todos esos elementos característicos de su cine: el color (Tecnicolor), el brío de las interpretaciones (en especial la de Peter Cushing), la música efectista (esta vez, bajo la batuta del gran compositor de la BBC por entonces, Malcolm Neville) y el uso del sonido (el efecto sonoro de las criaturas), y sobre todo tiene en su narrativa visual la madurez profesional de Fisher, que bajo una premisa narrativa de posible breve desarrollo, construye un largometraje entretenido y de buen resultado.

Fotograma de la película 

Terence Fisher convirtió a la Hammer en la productora de género que marcó una época de la historia de la cinematografía británica e internacional, y la Hammer convirtió a Ficher en uno de los grandes directores de género de la historia. Revolucionó el terror, rescatando a los clásicos, dándole su propia visión, imprimiendo su sello personal en Tecnicolor. “La isla del terror” es el capricho de un maestro que consiguió que un niño se interesase más por la ciencia ficción, el terror de colores chillones y temiese a las sombras de la noche. Todo ello, compensa las pesadillas tenidas alguna que otra noche de mi infancia. Se las perdono.

Cartel de la película 


Tráiler de la película: https://youtu.be/NO2yth0DFEY


Ambigú Cinema - "La isla del terror" de Terence Fisher, 1966.




viernes, 22 de enero de 2021

"Tron" de Steven Lisberger, 1982.

En aquel momento de principios de los 80, vivíamos en una nube cinéfila. El mundo del cine había cambiado desde que Spielberg estrenase su "Tiburón" (1975). Ir cada fin de semana al cine era una gozada, más si te encontrabas en la infante edad por la que yo rondaba en aquella época. A veces, era incluso ilusionante pasear por la calle del Cine para encontrarte y detenerte ante la cartelera, dejándote fascinar por las fotografías que publicitaban ciertos momentos de la película, junto al cartel. En mi caso, los días de la semana transcurrían ante esas fotografías, pensando a qué momento de la película podrían pertenecer. Habíamos visto destructores espaciales inmensos, nos daba miedo bañarnos en mar abierto por si se le ocurría a alguna aleta asomar, pudimos admirar el primer vuelo "real" de Superman en la pantalla,... pero de repente algunos soñamos que podíamos acabar metidos dentro de un videojuego. Dentro de una de esas máquinas alimentadas con 25 pesetas, en las que observabas a niños mayores siendo verdaderos acróbatas del chip. Eso molaba tela. Aquel sueño se hizo realidad en una película que visualmente fue revolucionaria y supuso un trabajo titánico para sus creadores. Los estudios de Walt Disney movieron pieza en la historia de la cinematografía, alentados por un grupo de jóvenes de Bostón. Recordando uno de los títulos de Disney "Tú a Boston y yo a California" de David Swift, 1961. Eso fue lo que les ocurrió a estos jóvenes animadores de Boston. Hicieron las maletas para California y hacer allí realidad sus sueño, muy en especial uno de ellos. Se trataba de la película "Tron" de Steven Lisberger, 1982.



Soy de la opinión que aquel año 1982, estuvo bendecido por dos producciones que iban a marcar un antes y un después en la concepción visual de mundos futuros o imaginativos con cierto aire futurista, serían "Blade Runner" de Ridley Scott y "Tron" de Lisberger. Tanto en una como en otra, sus éxitos tendrían muchísimo que ver con el diseño visual, en concreto con los diseños del artista Syd Mead. Películas con muy distintas temáticas y quizás público, pero con nexos comunes a tratar en otro artículo.


Fotograma de "Blade Runner"

Fotograma de "Tron"

Interesante libro sobre el trabajo
conceptual de Syd Mead

Los estudios Walt Disney apostaron por unos jóvenes que habían montado una productora de animación (Lisberger Studios) en Boston. Habían realizado algunos cortometrajes de animación, de cierto éxito, y comerciales.  Sus trabajos evolucionaban a la vez que probaban nuevas técnicas de animación, y una de esas técnicas era iluminar a contraluz. La realización de una prueba con una especie de guerrero que lanzaba dos discos luminosos, fue la semilla de "Tron". Esta prueba le dieron salida comercial para un anuncio. Nos se desperdiciaba nada.

Fotograma de "Electronic warrior"

Es interesante desde el punto de vista fotográfico esta técnica de animación. Se realizaba una fotografía con Kodalight, película de alto contraste y después era iluminada a contraluz. Ello y la capacidad que tenían para animar, dio lugar a pensar en la posibilidad de hacer algo más grande que lo realizado con aquel guerrero electrónico, "electronic warrior". Aquella idea, se fusionó con la afición a los videojuegos que había por entonces. Así, aquel "electronic warrior" pasó a convertirse en su proyecto más ambicioso Tron (elec...TRON... ic warrior).

Walt Disney siempre estaba atenta a cualquier tipo de innovación técnica. Cuando cayó en sus manos aquella propuesta de guion y las investigaciones de estos jóvenes en la fotografía de alto contraste, iluminada a contraluz, se interesaron. Tras varias pruebas, incluso asegurarse de que Steven podía afrontar el rodaje de la película, tras una filmación basada en el material que tenían entre manos, el proyecto se puso en marcha.

Existe un error al hablar de "Tron" como la primera película gestada desde el punto de vista infográfico. En realidad, es una odisea de animación fotográfica, siendo solo algunos fondos y  gráficos los creados por computadora (que ya era un avance). Incluso siendo solo algunos, Walt Disney tuvo que hacer un desembolso importante para adquirir el equipo informático, lo mejor de aquel momento para poder crear ese mundo virtual. El trabajo de filmación se fue realizando sobre fondos negros. Después cada fotograma fue tratado con la técnica al principio descrita. Eso conllevó, distintas exposiciones para cada fotograma impreso en acetato (dependía de la cantidad de efectos que desearan sobre este mismo). Después, cada fotograma fue unido al estilo de una película de animación, uno detrás de otro. Así que imagínense el trabajo.

Retoque de un fotograma con varias exposiciones.
www.rodajedepeliculas.blogspot.com

Recuerdo que el año de su estreno, la vi en el cine con mis padres y hermano. La imaginación se me disparaba, al igual que supongo a todos aquellos que la vimos con edades menudas. La imagen del cañón descomponiendo a Flynn (Jeff Bridges) para introducirlo en el mundo virtual, los centinelas, los vehículos,… y el mundo digital en general, donde se encuentra abducido Flynn. La película me dejó fascinado, su concepto visual: los diseños de vehículos de Syd Mead, quien no recuerda esas motos de luz; y los diseños del ilustrador Jean Giraud. Sus dibujos fueron inspiradores para la atmósfera y escenarios del mundo digital. Recuerdo cuando la emitieron por primera vez en TVE. Las grabamos en video. Todavía me acuerdo de aquella cinta VHS. Una cinta Phillips (video cassette quality grade –E180) que ponía casi todos los medios días mientras almorzábamos antes de volver al cole.

Syd Mead en su estudio. New York Times.

Diseño de la moto de luz de "Tron". New York Times.

Fotogramas de Tron

“Tron” tenía un buen reparto, destacando Jeff Bridges como el programador que termina introducido en ese fascinante y peligroso mundo virtual, dominado por “Programa Control Maestro", y mano derecha Sark, interpretados por David Warner. Bridges no tenía un gran éxito desde “King Kong" de John Guillermin (1978), hasta “Tron" y más tarde interpretando al clásico de ciencia ficción “Starman” de John Carpenter (1984). David Warner puso esa apariencia inquietante que se necesitaba de su interpretación. Un actor con una amplia gama de interpretaciones y de éxitos, hoy de culto.

Fotogramas del reparto principal en
el mundo real y el virtual

Fotograma de David Warner en el mundo virtual

La película ha tenido más vida en los video juegos, en los cómics e incluso una serie. En 2010, se realizó una continuación cinematográfica, “Tron: legacy" de Joseph Kosinski. Con una genial puesta en escena, sorprendentes efectos visuales y espectacular banda sonora, donde Daft Punk unió su estilo electrónico al sinfónico. Disney no niega una continuación, todo lo contrario. Esperemos.

Expanción del universo de "Tron": cómics, video juegos,
serie, secuela,...

"Tron" es un clásico de la ciencia ficción. Abrió las puertas a creadores e historias futuras que pensaron y se vieron inspirados en el trabajo de Lisberger. Películas como: "Videodrome" de David Cronemberg (1987), "El cortador de césped" de Brett Leonard (1992), "Matrix" de los hermanos Wachowski (1999),... hasta "Ready Player One" de Steven Spielberg (2018), nos hablan del acceso a mundos paralelos creados en lenguaje binario. Hoy con la realidad virtual podemos desde viajar por el interior del cuerpo humano, descubriendo sus secretos, hasta pasear por entre los cráteres de la Luna. La imaginación, uno de los ingredientes principales de nuestro Ser. Esencial en nuestra evolución. Mmmm... nos estamos poniendo muy filosóficos. Esa es una de las capas de "Tron", ¿verdad?. Volvamos a ponérselo difícil al “Programa Control Maestro". Vuelva a disfrutarla o descúbrala. "Fin de impresión".

Cartel de la película 


Tráiler de la película: https://youtu.be/4_wS7GLZQxc


Ambigú Cinema - "Tron" de Steven Lisberger, 1982.





viernes, 15 de enero de 2021

"Planeta prohibido" de Fred M. Wilcox, 1956.

Siempre me ha encantado el punto "scifi" cincuentero del siglo XX, sus diseños, colorido, artefactos, planetas de secretos  inhóspitos,… De pequeño, obviando a mis muñecos de Star Wars, flipaba con mis Airgamboys del espacio, los Comanci del espacio o la nave Coman boys (comandos del espacio). A ello, había que añadir nuestras nave estrella, la  Madelman  Astronave M7X, una pasada. Recuerdo mi maqueta lunar. Mi hermano tenía otra, la juntábamos y montábamos un “sarao cósmico” impresionante con todo lo nombrado. En fin, pasábamos unas tardes de aúpa. Todo ello, tenía su raíz en las series de los 80 (“Comando G”, “Galáctica”, “V”, “Starman – la serie”, “Ulises 31”,…), las películas de entonces, y los cómics, sobre todo los de mi padre (“El dueño del átomo", “Flash Gordon",…). En mi caso hubo una película, no de mi época, descubierta en esas sesiones de “Sábado cine", que a parte de crearme algunos momentos de cierta inquietud debido a mi edad, supuso mi declaración eterna a las aventuras espaciales de este tipo, y la admiración, sin saberlo por aquel entonces, a unos de los títulos claves y piedra angular de las películas de ciencia ficción que se realizaron a posteriori. Aquella película era “Planeta prohibido" de Fred M. Wilcox, 1956.



“Planeta prohibido” es de aquellas películas que debes abandonarte a su visionado, al igual que cuando eras niño y te contaban un cuento. La película está plagada de momentos memorables. Uno tras otro. Hoy, en la distancia de su realización sigue sorprendiendo por su acabado. Una producción decidida a levantar la categoría de un género que disfrutaba de películas un tanto secundarias por sus acabados en producción. Se puso muchísimo dinero de la época, artesanos dando lo mejor de sí, un elenco interpretativo de nivel y un director con ganas de ofrecer todo un espectáculo. Todo ello dio no solo como resultado un gran film, sino una inspiración para futuros contadores de historias: Lucas, Carpenter, Spielberg, Landis, Dante,… afines a historias de otros mundos y seres fantásticos.

Fotograma de la película 

Basada en “La tempestad" de William Shakespeare de 1611, su director (Wilcox) y guionistas (Cyril Hume y Allen Adler)  nos introducen en un mundo futuro, donde el hombre conquista el espacio. Nada que ver con Shakespeare, pero si en la trama que se nos presenta. Con un sólido argumento y desarrollo de interpretaciones, lo más complicado fue hacer realidad la proeza de plasmar la visión futurista y planetaria de la historia.

Su director, Wilcox, se rodeó de grandes nombres que habían estado y estarían involucrados en proyectos históricos del séptimo arte, como por ejemplo: “El mago de Oz” (Víctor Fleming, 1939), “Cantando bajo la lluvia" (Gene Kelly y Stanley Donen), “Ben-Hur" (William Wyler, 1959), “El tiempo en sus manos" (George Pal, 1960),… Podríamos  destacar varios nombres en los distintos departamentos de producción, pero me quedo con A. Arnold Gillespie (efectos visuales), nunca he visto aterrizar una nave de forma tan clara y visualmente espectacular, sabiendo que es una maqueta; y Joshua Meador (ilustrador). Este último fue cedido por los estudios Walt Disney. Su misión fue hacernos ver todo aquello no existente en la realidad, destacando la creación animada del temible monstruo invisible, o la desaparición de un felino en el aire tras el disparo de uno de los protagonistas. Cada fotograma trabajado por este artista merece ser enmarcado.

Fotograma de la película 

Fotograma de la película 

Fotograma de la película 

En cuantos a los intérpretes, si en el artículo anterior hablábamos de “La última vez que vi París" de Richard Brooks (1954) como la primera película acreditada de Roger Moore, nos sirve de hilo conductor para presentar a uno de sus protagonistas. Me refiero al actor Walter Pidgeon que encarnaría al anfitrión de Altair IV (planeta), doctor Edward Morbius. Magistral. Después nos encontramos a un joven Leslie Nilsen, en su bautizo de fuego como intérprete cinematográfico, haciendo pareja en esta aventura planetaria con la joven Anne Francis, luciendo las primeras mini faldas cinematográficas de la historia. Razón por la cual esta película no se estrenó en España hasta bien entrados los años 60.

Fotograma del actor Walter Pidgeon junto al robot Robby

Fotograma de Leslie Nilsen y Anne Francis

Si disfrutamos de la película, al terminar podemos sentir que hemos tenido durante su visionado una especia de "déjà vu". Muchísimos de los elementos filmados nos pueden trasladar a la serie y la película de "Star Trek", "Star Wars",...

A la izquierda, las instalaciones subterráneas de los Krell en
"Planeta prohibido", 1956.
A la derecha, el interior de la Estrella de la Muerte en 
"Star Wars", 1977.

"Planeta prohibido" posee la fórmula redescubierta en los años 70 por Georges Lucas, cuando quiso afrontar la odisea de levantar su proyecto "Star Wars". Primero, tener una base dramática y un desarrollo dramático con peso en la historia que pueda ofrecer en determinados casos o momentos empatía o universalidad; segundo, rodearse de unos técnicos que aporten innovación en las distintas fases de la producción (escenarios, vestuario, efectos visuales, música y sonido,...); tercero, un reparto de caras no muy explotadas, pero contando entre ellos con algún veterano o veterana que marque el nivel interpretativo; cuarto, realizar una buena campaña de publicidad entre un público ávido de esas experiencias; y quinto, dar una particular o personal visión, un estilo que lo haga reconocible en cada campo de la producción.

Fotograma de la película 

Esta película forma parte de esos recuerdos de infancia. Posee junto a otras, la inocencia, la capacidad de admiración, el deseo de volar la imaginación. Es una de esas ventanas particulares que suelo abrir para dejarme llevar hacia el país de "Nunca jamás", de la mano de mi Peter Pan particular. Recomiendo la terapia. Ni yoga, ni actividad física extenuante, u otras alternativas. Creo que por unos instantes, cada día, aunque sea por unos minutos, deberíamos dejarnos llevar por algo que nos asombre, nos haga soñar. Utilizar los ojos del alma de niño que llevamos dentro. Simplemente.

Cartel de la película 


Tráiler de la película: https://youtu.be/AxQ9GG6hUDM


Ambigú Cinema - "Planeta prohibido" de Fred M. Wilcox, 1956.



sábado, 9 de enero de 2021

Roger Moore, gentleman del celuloide.

Uno de los fuertes recuerdos televisivos de mi infancia es la serie “El Santo" (1962 – 1969), pero muy en concreto aquel dibujo esquemático con aureola que acompañaba a la intro de la serie de televisión. Su personaje protagonista, Simon Templar, fue el primer contacto con uno de los intérpretes con más estilo y elegancia de la cinematografía moderna: Roger Moore, gentleman del celuloide.

Roger Moore. Foto abcnews.

La serie “El Santo" obtuvo un tremendo éxito internacional. Roger Moore ya poseía un recorrido teatral, televisivo y cinematográfico, pero fue a raíz de esta serie, la que comenzó a formar una imagen universal en el espectador de entonces y hacer que los productores de la incombustible franquicia de 007, empezasen a fijarse en él, como serio candidato tras Sean Connery expresar sus deseos de abandonar el servicio secreto británico.

Diseño de la serie televisiva "El Santo"

Roger Moore era un actor de facciones atractivas, pero fue su carisma y forma de afrontar sus interpretaciones las que le hizo ser quien fue y es en la historia del cine. Pocos actores y actrices logran alcanzar el nivel interpretativo de Moore. Su secreto estriba en pertenecer a una de las tres clases de intérpretes que suelo clasificar. Están los que se les nota la interpretación, siendo solo interesantes en pantalla por su nombre ligado a cualquier tipo de género cinematográfico o actividad comercial; luego están los que siguen el famoso “método", yéndose a patrullar calles, dos meses antes de filmar, si es que tienen que hacer el papel de poli; y por último aquellos que asumen el rol como si se tratasen de ellos mismos, pero asumiendo la vida que los guionistas le ofrecen en el momento. Estos últimos, poseen una fuerte personalidad interpretativa, y el don de poder interpretar todo aquello que dentro de una lógica interpretativa, entra dentro de ser posible de interpretar: Cary Grant, Michael Caine, Angela Lansbury, Joan Crawford, Peter Ustinov, Jessica Lange, José Coronado,… y Roger Moore pertenecen a esta última clase. En sus series o películas podemos disfrutar de sus interpretaciones, distantes entre sí por algún tipo de gesto exclusivo. Esto a priori parece no tener el valor artístico de las otras dos clases expuestas, pero es sin duda la más difícil de afrontar, si no tienes un don natural.

Roger Moore hizo un recorrido extenso, creciendo como actor. Pocos saben de sus jóvenes inicios como ilustrador y dibujante en la industria, hasta que el destino, tras participar de “figurante" en la película de “Cesar y Cleopatra" (Gabriel Pascal, 1945), le hizo descubrir su gran vocación. Su bautizo de fuego lo tuvo junto a Elizabeth Taylor en “La última vez que vi París” de Richard Brooks, 1954. Poco a poco, se hizo un hueco en la industria, pero fue la televisión quien le daría más alegrías en los años 60 y 70: “Ivanhoe", “ El Santo", “Los Persuadores",…

A la izquierda, su primera película como figurante.
A la derecha, su primera película acreditado.


Series televisivas en las que intervino Roger Moore

Sin duda, su máxima cinematográfica es haber encarnado con un estilo muy especial a James Bond. Fueron siete películas, en las que Moore nos hizo disfrutar con un 007 irónico, seductor y juguetón. Sus películas ocuparon el umbral de los años 70 y parte de los 80. El James Bond de esos años, es un Bond alejado del escenario de la Guerra Fría. Se enfrentaba entonces a villanos millonarios con deseos de gobernar el mundo. De estas películas destacaba el puro entretenimiento, los sorprendentes “gaches" del agente, la interpretación de los villanos, la sorna de 007 (marca Moore),… aunque con la franquicia seguía fiel a pasearnos por las ubicaciones más bellas de este mundo y escenas de acción imposible.

Roger Moore, tercer actor en encarnar a James Bond
en los años 70 y parte de los 80. Foto Télérama.

De las siete películas Bond de Roger Moore, tengo especial cariño a “El hombre de la pistola de oro" (Guy Hamilton, 1974), destacando a Christopher Lee, interpretando al villano Scaramanga, sin olvidar a su temible mayordomo, encarnado por Herve Villechaize (recordando un poco a la “mala uva” de otro mayordomo de la serie Bond, el que fue interpretado por Harold Sakata en  “Goldfinger“ de Guy Hamilton, 1964); “Mondraker" (Lewis Gilbert, 1979), con aventura espacial (aprovechando el tirón “Star Wars", Georges Lucas, 1977); la entretenida “Octopussy” (John Glen, 1983) y “Panorama para Matar" ( John Glen, 1985), una digna despedida del intérprete a la saga 007. La persecución por la Torre Eiffel, la pelea final sobre el puente Golden Gate (San Francisco, USA) contra el villano encarnado por Christopher Walken es de lo mejorcito de la época en este tipo de secuencias, si atendemos a las dificultades físicas y logísticas. Y la potente imagen inquietante de la actriz y artista, Grace Jone. Una de las mejores malvadas de la saga. El año anterior ya apareció junto a Arnold Schwarzenegger en “Conan, el destructor" (Richard Fleischer, 1984). No fueron muchas sus posteriores apariciones cinematográficas, pero dejó huella en el espectador de la época. Todavía recuerdo aquel anuncio que protagonizó de un coche en televisión por el año 1985. No sé si rugía más ella o el motor del coche.

Algunas de sus películas 007

Roger Moore tras retirarse de la interpretación de James Bond, tuvo alguna intervenciones en películas, pero su actividad actoral la rebajó por decisión propia, entregándose a las mieles del éxito de su profesión y a la realización de obras benéficas, y apoyo a la UNICEF con su imagen. Una imagen de serenidad y una gran dosis de ese ingrediente  codiciado por muchos intérpretes, solo al alcance de los elegidos, la naturalidad.

Roger Moore. Foto "El Confidencial".


Ambigú Cinema - Roger Moore, gentleman del celuloide.




viernes, 1 de enero de 2021

"La aventura del Poseidón" de Ronald Neame, 1972.

Las sesiones de cine de fin de semana que ofrecía TVE a finales de los 70 y en los 80, junto a la reposición en salas de cine de algunos clásicos o taquillazos de aquella época, me hacían poco a poco descubrir películas que quedaban impresas en mi memoria cinéfila junto a la inocencia y el cariño de aquellos tiempos. Antes de la llegada de Spielberg, Lucas, Coppola,… había contadores de historias cinéfilas que inspiraron a estos últimos y que nos regalaron producciones magníficas, incluso a contra corriente, atendiendo a las inclinaciones temáticas del momento. Una de estas personas fue Irwin Allen. Su vuelta a la gran pantalla en 1972, traería una de las grandes películas de entretenimiento de la historia, y la inauguración de una corriente cinematográfica, la del cine de catástrofes. Aquella película fue y es “La aventura del Poseidón" de Ronald Neame, 1972.


Irwin, productor y conductor de las secuencias de acción, logró balancear perfectamente las secuencias de acción con las de mera interpretación, hallando profundidad en su reparto estelar. La fórmula fue tener a un buen director de intérpretes, Ronald Neame.; y al guionista Wendell Mayes, logrando profundidad a las distintas interpretaciones.

Irwin Allen, Rogert Neame y Wendell Mayes

Se detalló al máximo cada plano, bocetando movimientos de cámara, efectos especiales,… La producción pasó momentos de apuro, pero fue la figura de su productor la que permitió que aquel naufragio ficticio pudiese llegar a buen puerto.

El reparto estuvo formado por grandes artistas de la historia de Hollywood, de dilatada carrera, exceptuando a Gene Hackman, aunque el año anterior ya había logrado su Óscar con el papel del detective Jimmy “Popeye" en “The French Connetion" (1971).

Reparto estelar de la película. 20th Century Fox - 1972.

La historia se centra en la noche de fin de año, y la mala fortuna de encontrarse el “Poseidón" en el camino de un enorme maremoto. La tremenda ola hará que el barco quede dado la vuelta, estando casi todo sumergido, logrando sus pocos supervivientes estar en un mundo al revés de constantes sobresaltos y situaciones de gran apuro. Para poder filmar estas secuencias utilizaron el famoso “Queen Mary" para los momentos anteriores al naufragio, y en los estudios de la Fox, se construyeron los numerosos escenarios invertidos y se filmaron las distintas secuencias de efectos. El trabajo de los actores y actrices fue tremendamente físico.

Fotograma de la película 

La película arrasó en la taquilla. Obtuvo nueve nominaciones y ganó dos Oscar. Uno por la canción (“The Morning After") que se interpreta en el salón de celebraciones (instantes antes de la catástrofe) y otro por sus efectos especiales, destacando la labor de L. B. Abbot. Un artista que estuvo presente en grandes producciones (“El planeta de los simios" de  F. J. Shaffner, 1968; “Patton" de F. J. Shaffner, 1970…) y que se convirtió en el jefe del departamento de efectos especiales de la 20th Century Fox.

Las proezas del departamento de efectos especiales. Mubis.

La película tiene grandes momentos. La ola, el ascenso (en realidad descenso) por el abeto de Navidad de los supervivientes en el salón de celebraciones, el caminar de los protagonistas por los escenarios invertidos, a modo de terrible pesadilla. Y las secuencias submarinas, realizada por los propios intérpretes. Siempre me acordaré de la primera señal de la ola que obtienen en el radar la tripulación. Quizás sea de las imágenes más anodinas, pero en la infancia me impactó.

El mundo al revés dentro del Poseidón. Fotograma.

Si todo ese gran trabajo de producción no fue poco, el metraje cayó en manos del compositor John Williams, que el año anterior ya había logrado su primer Óscar con “El violinista sobre el tejado" de Norman Jewison, 1971. Sus composiciones para el “Poseidón” serían conocidas en todo el mundo, alcanzando su primer gran éxito mundial, sin menos preciar sus anteriores trabajos.

El productor a la izquierda y el maestro Williams a la derecha.
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“La aventura del Poseidón” creó un género, catapultó aún más a su productor Irwin Allen (convirtiéndolo en leyenda) y rescató a 20th Century Fox de un momento económicamente delicado. Al respecto, y a modo de curiosidad, la Fox le prohibió a Irwin filmar la película y este buscó el apoyo de dos amigos para asegurarle la mitad del presupuesto. Estos dos amigos se encontraban jugando una partida de cartas y como Irwin no les dejaba en paz, se lo confirmaron sin más importancia. Irwin se fue a sus asuntos y año más tarde se encontró con un éxito mundial, y aquellos dos amigos, con la mejor mano de cartas jugadas en la historia.

Cartel de la película 


Tráiler de la película: https://youtu.be/H_5w-WmSdz0


Ambigú Cinema - "La aventura del Poseidón" de Rogert Neame, 1972.







"Indiana Jones, en busca del arca perdida" de Steven Spielberg, 1981.

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