domingo, 10 de abril de 2022

“Quo vadis?” de Mervyn LeRoy (1951)

 En estas fechas de Semana Santa, y en torno a los que de alguna u otra forma seguimos viviéndola desde nuestra fe, existen ciertas tradiciones, y no me refiero a las propias religioso/ culturales de la zona donde uno haya nacido o resida. Me refiero a esas que el paso del tiempo ha ido introduciendo, como por ejemplo, programar el consabido clásico religioso/ histórico cinematográfico en la televisión. De entre todos esos clásicos, podemos encontrar los que hablan directamente de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret, o los que desarrollan su línea dramática durante esa época, como “Ben-Hur” (1959) de William Wyler, “Barrabás” (1961) de Richard Fleischer,… Existe una película de entre todas estas, a la que le tengo un especial cariño, les estoy hablando de “Quo vadis?” de Mervyn LeRoy (1951).


Sobre los años cuarenta del siglo XX, mi abuela Lucrecia, muy afín a la lectura de novelas de tintes históricos, leyó durante el embarazo de mi madre la novela de Henryk Sienkierwicz, “Quo vadis?”, publicada por primera vez en 1896. Tras terminar la lectura, decidió poner a mi madre, el nombre de la protagonista, Ligia. Tras convencer a mi abuelo, y al sacerdote de turno en la parroquia próxima al domicilio, logró la hazaña de que fuese bautizada como Lourdes Ligia. Quedándose en el trato familiar y coloquial, como Ligia. De ahí, mi cariño incondicional.

Henryk Sienkierwicz. Editorial Verbum.

Una edición de la novela.

Volviendo a la novela de Sienkierwicz, esta fue todo un éxito de la época. Las penurias de un grupo de cristianos durante el mandato de Nerón, seis décadas después de la muerte de Jesús en la crucifixión. La mezcla de hechos históricos con la ficción novelesca fue todo un acierto del autor.

Lienzo de Stephan Wladilawowitsch Bakalowicz.
Vinicius and Ligia fron "Quo vadis?" (1897).

La Metro Goldwyn Mayer fue la encargada de producir la colosal producción de “Quo vadis?”. Sería la segunda versión cinematográfica, tras la realizada en los años veinte. Por aquel entonces era la película más cara de la historia, logrando batir el récord de “Lo que el viento se llevó” de Victor Fleming, George Cukor y Sam Wood (1939). Con ella, se inauguraba la época de lo que se llamaría en un futuro, “filmes peplum”. Una designación heredada de las películas de igual temática (aventuras o dramas en la época del imperio romano con referencias religiosas) realizadas en Italia, que más tarde abarcaría las realizadas en todo el mundo.


La película adapta algunos fragmentos de la obra de Sienkierwicz, pero es tan maravillosa en cuanto a despliegue de medios y de talento, que se le perdona la adaptación. Destacar los escenarios, la mayoría de ellos construidos a escala real. Muchas de las localizaciones reales fueron filmadas en Italia. Y qué decir del elenco interpretativo... Robert Taylor, Deborah Kerr, Peter Ustinov, Leo Genn (genial su interpretación de Petronio y sus diálogos con Nerón), Marina Berti (incomprendida por Petronio, por su amor hacia él),... y una figurante de lujo, que actuó junto a su madre, ya que la secuencia fue filmada en Italia, Sophia Loren. Su carrera despegaría impresionantemente al año siguiente, tras llamar la atención del director Vittorio De Sicca. Y otra curiosidad, entre tantos nombres celebres, un joven Bud Spencer, como guardia imperial.

Fotograma de la película. Robert Taylor, Deborah Kerr.

Fotograma de la película.Leo Genn y Marina Berti.

Fotograma de la película. Sophia Loren junto a su madre.

Fotograma de la película. Peter Ustinov junto a Bud Spencer.

En mi opinión, si tuviese que destacar algo de la interpretación en la película, sería el papel que realiza Ustinov como el malvado emperador Nerón. Cada una de las secuencias del actor son magistrales. No existen en la historia de la cinematografía un Nerón igual. Ofreciéndonos una mezcla de pérfido ignorante, temeroso, narcisista y enfermo mental, que no se ha igualado desde entonces.

Fotograma de la película. Peter Ustinov.

Fotograma de la película. Peter Ustinov.

Espectacular la secuencia del incendio de Roma, filmadas en Italia en los estudios Cinecitta. Por cierto, dirigidas por Anthony Mann (primer marido de la actriz española Sara Montiel).

Fotograma de la película

Fotograma de la película

El director  Anthony Mann

Todas las secuencias están medidas y mimadas con una delicadeza sublime. Es un goce visual. El tempo de los diálogos, las coreografías, las vestimentas,... y secuencias que se quedan en la consciencia cinematográfica para toda la vida: Nerón componiendo cantos con su lira, los cristianos escondidos en las catacumbas, San Pedro huyendo de Roma y volviendo tras la aparición/ mensaje de Jesús (resuelto visualmente con elegancia, desde el punto de vista cinematográfico), el citado incendio de Roma (nada que envidiar al de Atlanta en “Lo que el viento se llevo”), Ursus defendiendo a Ligia de la temible bestia en la arena del circo (ante un público enloquecido por el espectáculo).

Fotograma de la película

Fotograma de la película

Todas estas secuencias y el resto de ellas, navegan sobre un océano de notas musicales, creadas por uno de los grandes genios de la composición musical para cine, Miklós Rózsa. Es tanto su aporte a la atmósfera de la película y a otras de las producciones en las que interviene, que es imposible creer en la existencia de estas películas sin la música de Rózsa.

Una edición de la banda sonora musical de la película

LeRoy, un artesano del cine, dirigiendo desde los años veinte del siglo XX, tenía una gran visión para la producción y de eso era muy consciente la MGM. De hecho fue el artífice de levantar como productor,  una de las producciones más complicadas haya por finales de los años treinta, “El mago de Oz” (1939). Llegó a dirigir comedia, cine negro,… y dio el pistoletazo de salida a este género histórico religioso romano. Nos presentó el “péplum” eterno. En “Quo vadis?” están todos los elementos que se irían repitiendo en películas futuras, innovados o complementados. De entre estos elementos, siempre existirá la referencia a Jesús, a su presencia histórica. Tanto en esta película como en “Ben-Hur”, aparecen mis referencias mesiánicas preferidas. Sobre todo como son tratadas visualmente. En “Quo vadis?”, la aparición mensaje de Jesús a Pedro, cuando marcha de Roma y vuelve para convertirse en mártir de la cristiandad; en “Ben-Hur” (aunque existen dos momentos), siempre me conmueve el primero que aparece en pantalla: la mano de Jesús acercando el agua a Judá Ben-Hur (Charlton Heston). Su cuidado fotográfico, la medida de los gestos, la mirada de Heston,… conforman una particular delicia cinematográfica.

Mervyn LeRoy. ElFinalde.

Fotograma de la película. Finlay Currie (San Pedro) ante el
mensaje de Jesús.

Fotograma de la película "Ben-Hur". Judá Ben-Hur recibiendo
agua de las manos de Jesús de Nazaret.

Por último, no debemos olvidar que detrás de todo esto, estaba uno de los grandes pesos pesados de la industria, Sam Zimbalist. Con una racha impresionante de éxitos cinematográficos por entonces. Produjo “Las minas del rey Salomón” de H. Rider Haggard (1950) y al año siguiente comenzó con “Quo vadis?”, convirtiéndose esta en una especie de lanzadera para abordar una ambiciosa mega producción, “Ben-Hur” (1959). Fue durante la realización de este proyecto donde se dejó literalmente la vida, de un infarto de corazón.

Sam Zimbalist (derecha) junto a Robert Taylor (izquierda)

“Quo vadis?” y las venideras producciones de igual temática, nos ofrecieron un cine sin complejos en muchísimas de las facetas, que hoy en día no se filmarían. Se recortarían o se tergiversaría con el afán de agradar a los lobbies, para intentar acaparar público e intentar agradar políticamente a todo el mundo, por radical o dictatorial que fuesen sus tendencias. Por su puesto, en detrimento de una obra y en la falta de respeto a su autor. Paradójico. El cine, la literatura, y al resto de las artes se les debe de tener otro trato. Si no, nos advocamos a nuestra propia destrucción, a nuestra propia involución, por no asumir verdades pasadas, crear fuertes cimientos en las presentes (ante la comprensión, la reflexión y superación de las realizadas), velando por un futuro de entendimiento entre épocas, ideologías, culturas y datos históricos que nos permitan crecer como humanidad plena. Hacia un horizonte de benevolencia,  consciencia ante nuestra complejidad,  buscando el equilibrio de la tolerancia, sin etiquetas.


Cartel de la película


Ambigú Cinema“Quo vadis?” de Mervyn LeRoy (1951).




"Indiana Jones, en busca del arca perdida" de Steven Spielberg, 1981.

  Pasadas las celebraciones sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesús, la mayoría de los españoles hemos podido ver o casi ver, debid...