sábado, 5 de septiembre de 2020

LA SECUENCIA DE "Tiburón" (Spielberg - 1975)

Con esta entrada inauguramos una sección en Ambigú Cinema. Cada ‘X’ tiempo analizaremos la secuencia de una determinada película. Cada film posee una secuencia maestra, una secuencia que define el espíritu de la obra. Hoy comenzamos analizando la mítica secuencia de Robert Shaw, Richard Dreyfuss y Roy Scheider, comentando el incidente del USS Indianápolis (crucero de la Armada USA, 1931 - 1945) en el film de “Tiburón" de Steven Spielberg (1975). Quizás una de las mejores secuencias filmadas por el director. No le hizo falta sacar a “Bruce" (apodo que el equipo le puso al tiburón articulado), ni a extraterrestres, ni a Tiranosaurios corriendo por lo ancho y largo de la pantalla. Solo tres actores y la capacidad interpretativa de Robert Shaw para simplemente contarnos una historia, bajo la atención de sus compañeros de reparto, en el angosto camarote de “La Orca” (barco en el que se encuentran). Solos en la noche, con la única compañía de los crujidos del viejo casco contra la inmensa masa de mar, y el acecho continuo del tiburón.

La secuencia se encuentra dividida en pocos planos. Planos medios cerrados y abiertos. El monólogo de Quint (Robert Shaw) es de estudio en Escuela de Arte dramático. Su interpretación y exposición sostiene la atención y la tensión. Esta a su vez es insertada por planos de reacción de los compañeros, con la función de empatizar con los espectadores de forma brutal. El ritmo interno de la estructura de planos es preciso y con el pulso de un Spielberg sabedor de que ese instante es primordial en la historia que nos cuenta. Su capacidad para dirigir actores se deja ver. La edición es perfecta. Estamos ante la más trivial y antiquísima forma de contar un relato. Ahora, el anciano de la tribu (Quint) se encuentra frente a la hoguera (La Orca) en mitad de la noche, los escuchantes se encuentran protegidos por el fuego y son abducidos por el relato, por la maestría del contador de relatos.

Por muchas situaciones que a la altura del film hayamos vivido (incluyendo su genial comienzo con los bañistas) es esta la secuencia que por fin nos atrapa y se graba en el subconsciente cinéfilo, para golpearnos a partir de entonces durante el metraje del film.  Una secuencia con  diálogo sereno, cargado de emotividad, donde el cazador Quint nos descubre su razón de ser. Una razón teñida de sangre, océano, angustia y pesadillas que perseguirá al personaje durante toda su vida  convirtiéndolo en lo que es. Escrita por Spielberg, recibió la aportación definitiva de John Milius. Fue levemente retocada con aportaciones de De Palma (director y amigo de Spielberg) e incluso de los actores.  Técnicamente la secuencia está diseñada sin artificios externos. El sonido (crujir de la madera, la mar,…) es el único ingrediente que Spielberg deja entrar sutilmente. Sin olvidarnos de John Williams, su música. En esta secuencia comienza casi a mediados de su duración, solo unos compases le hace falta al maestro para tenerte totalmente preso en la atmósfera creada por las palabras de Quint y las miradas de Brody y Hooper. Todo ello en conjunto, convierten la secuencia en puro cine.


Spielberg, el gran contador de historias, deja su gran caja de herramientas cinéfilas para acercarse a nosotros. Cara a cara nos mira y nos habla del miedo. De como se retroalimenta así mismo de nuestros temores. El temor a lo desconocido, a la oscuridad, a lo vivido o a lo no deseado vivir. Nuestra mente es como el frágil camarote de “La Orca” en mitad de la noche. En él, alrededor de la mesa sentados junto a Quint, descubriremos que no será imaginarnos los ojos negros del escualo, sin vida, como los de una muñeca; que no será escuchar un crujido sospechoso en la embarcación; que será la soledad de nuestros pensamientos la que puede convertirse a veces en el peor de los tiburones.


Visionado de secuencia: https://youtu.be/LXZYvgMWppU




"Indiana Jones, en busca del arca perdida" de Steven Spielberg, 1981.

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