Los 80 tuvieron películas míticas, relacionadas con el mundo de lo fantástico y lo imaginario. Los 80 no solo son Steven Spielberg, Lukas, Dante, De Palma, Landi, Zemeckis,… hubo bastantes productos que surgieron de esa confianza y riesgo que vieron algunos productores y distribuidores, al comprobar como los anteriormente citados hacían caja con propuestas que hace pocos años eran impensables haber realizado.
Si tuviese que elegir un emblema de los 80, un logotipo,… sin duda, el logotipo de “Los Cazafantasmas": un fantasma atrapado en una señal de prohibición. En estas fechas, se estrena la tercera parte de uno de los grandes éxitos comerciales y cinematográficos de la década de los 80. Digo tercera, por olvidar un intento ímprobo ocurrido por 2016, de cuyo nombre no quiero acordarme y que todos hemos hecho esfuerzo por olvidar, “Cazafantasmas” de Paul Feig (2016).
En 1984, se unieron tres amigos (Murray, Aykroyd y Harold Ramis) para sacar hacia adelante un proyecto alocado, escrito por Dan Aykroyd, donde la comedia y el terror se mezclaban en una especie de homenaje a las comedias clásicas de Abbott y Costello. Aquel proyecto fue creciendo y creciendo, al estilo de ese enorme bizcochito del que habla en la película el personaje de Egon Spengler (Harold Ramis). Este último, Ramis, fue quien le dio los retoques al guion alocado de Aykroyd, y el director Ivan Reitman, introdujo cierta cordura.
Ivan Reitman es la clave. Ya había trabajado con algunos de ellos en “Los incorregibles albóndigas” (1979) y “El pelotón chiflado" (1981). Había que buscar esa balanza entre las locuras escritas de Aykroyd y la visión realista de Reitman.
A destacar en “Los Cazafantasmas", como seña de identidad, son los juegos de luces fantasmales que cruzan la ciudad en una secuencia espectacular desde el punto de vista fotográfico, cuando escapan los fantasmas de la parrilla de contención.
Otra seña visual, los rayos de protones que disparan sus mochilas nucleares. Rayos dibujados sobre plancha de metal y luego retocado fotograma a fotograma, incluyendo diminutas explosiones. El acabado artesanal es asombroso.
A los efectos visuales de luces, hay que sumar los de composición con “mates" (pinturas sobre imagen en movimiento o fotografiada), los de composición (como los planos exteriores del edificio de Dana Barret, interpretada por Sigourney Wever), las criaturas animatrónicas y su combinación con la animación en “stop motion" (fotograma a fotograma), los efectos de escala (por ejemplo, cuando aparece en la ciudad el muñeco “Stay Puft"), y todos los efectos físicos (levitaciones, las mucosidades, explosiones,… dando ese aspecto de realidad a las secuencias.
Mención aparte, merece las imágenes filmadas de espectros. Elegantes y estilosas, como la del fantasma de la biblioteca y su demoníaca transformación. Y como no, el archi conocido “Smile". El fantasmita verde glotón, un guiño a un compañero de interpretación, Belushi, tomado como modelo para la confección y modelaje del fantasma. “Smile" pasará a formar parte de la familia de “Los Cazafantasmas” en cada una de sus producciones, incluyendo la serie de dibujos animados de 1987, llamándose cariñosamente “Moquete".
La música forma parte de ese todo, donde confluyeron elementos de calidad. Elmer Berstein, encargado musical de títulos como : “Los diez mandamientos" de 1956, “Los siete magníficos” de 1960,… ya había trabajado junto a Ivan Reitman. Berstein envuelve la película con un gran estilo musical, e incluso sirviendo de contrapunto a la comedia de la trama. Tiene temas memorables como: “Dana's theme”, “Opening the library”.
A esta banda sonora, hay que añadir la figura de Ray Parker Jr. con el gran éxito de “Ghousbusters" y una serie de temas comerciales como: “Savin' the day" de Alessi Brothers, “Magic" de Mike Smiley, “I can Walt forever" de Air Supply,… No me olvido del videoclip, también dirigido por Ivan Reitman, con Ray Parker Jr. interpretando el tema principal, acompañado por los propios protagonistas, interviniendo algunas caras conocidas del momento. Recuerdo como en aquellos años, había que estar atento y salir corriendo hacia el televisor del comedor, cuando comenzaba a sonar el videoclip, para no perdernos una ocasional emisión del mismo.
El disco de “Los Cazafantasmas” fue nuestra primera banda sonora, adquirida por mi padre en el Círculo de Lectores. Sonaba cada dos por tres en casa. Hoy es parte de la banda sonora de nuestra vida y recuerdos de niñez.
“Los Cazafantasmas" de Ivan Reitman (1984) es la película ochentera, la representante de aquel cine un tanto canalla, divertido. Hacía reír y sobre todo imaginar de forma sana. En su producción confluyeron intérpretes de un nivel cómico estratosférico, en el cenit de sus carreras; artistas de los efectos visuales que eran artesanos del oficio e investigadores de nuevas técnicas con las que asombrar al espectador; un buen director que supo balancear comedia, fantástico y terror; y una figura que supo darle el empaque visual a la producción, convirtiéndola en un enorme espectáculo, con su diseño de producción, John De Cuir (“Las nieves del Kilimanjaro" de 1952, “Cleopatra" de 1963, “La agonía y el éxtasis” de 1965,… entre otras).
Toda esa conjunción de elementos artísticos, de personal imaginativo y de un equipo ilusionado con el proyecto, no hubiese llegado a buen puerto con un elenco interpretativo a la altura de las circunstancias. El tono era de comedia. Murray, Aykroyd, Ramis, Moranis,… estaban como pez en el agua. Era su territorio. Un estilo desenfadado, un tanto gamberro,… el que habían desarrollado desde sus intervenciones en “Saturday Night Live" y otros shows televisivos del mismo estilo. Eddie Murphy y John Candy estuvieron a punto de intervenir, pero sus agendas lo impidieron. Quien se incorporó fue Sigourney Wever, repitiendo de nuevo taquillazo. Wever se consolidó en la década de los 80 con grandes éxitos, desde que en 1979 interpretase al icónico personaje de la teniente Ripley en “Alien" de Ridley Scott. Una carrera dilatada, donde ha demostrado y sigue demostrando su capacidad interpretativa, dejando en ridículo la opinión de aquella profesora de arte dramático de New York, quien le aconsejó dejar sus pretensiones en el oficio por su fisonomía poca validez interpretativa. Sin comentarios.
Hoy hablar de “Los Cazafantasmas”, es hablar de una época querida de nuestras vidas. Los que vivimos los 80 como niños, y nos gustaba la televisión y el cine, no pudimos vivir mejor época. En estos días cercanos a las fechas mágicas de la Navidad, donde nuestra Alma de niño correteando por nuestro corazón, podremos ver en cine la resurrección de nuestros queridos personajes con el estreno de “Ghosbusters: after live" de Jason Reitman (2021), hijo de Ivan Reitman. Será un homenaje a esa época, a esas aventuras, una especie de poner en su sitio a la saga, tras la barbaridad de 2016. Un homenaje digno, lleno de emotividad y cariño, a nuestros corazones y hacia una obra inmortal de nuestra conciencia cinematográfica colectiva.
