En los años 80 era normal llegasen al cine Torcal e Ideal de la ciudad de Antequera los estrenos nacionales e internacionales. No era como hoy en día, que suelen ser estrenos mundiales. Anteriormente se estrenaba en su país de origen, y después iba saltando de nacionalidad en nacionalidad, hasta que tocaba en tu país, en mi caso España. Recuerdo, como en los veranos que pasábamos en San Juan de Alicante, vivíamos sesiones de cine de verano, como he llegado a contar en alguna ocasión anterior, pero siempre existía dos o una películas que por ser rigurosos estrenos debíamos trasladarnos a la ciudad de Alicante, a uno de los cines del centro de la ciudad levantina, para disfrutar del esperado estreno nacional. Para entonces, ya habíamos visto imágenes en televisión, en algún tráiler, leído en revistas o periódicos,… incluso deseado algún artilugio de la película, construido en forma de juguete o accesorio, que se vendía promocionando la película. El caso es que era un inmenso disfrute ir de estreno cinematográfico a Alicante, ya no solo por la película, sino por el ritual que acompañaba a la actividad familiar. Primero estacionábamos el coche en un parking cercano al cine. Paseábamos horas antes por la “Explanada” cercana al puerto, cenábamos en Mc Donald´s o en “Las garrafas”. “Las garrafas” era un restaurante situado en uno de los extremos de la calle Mayor dando a la plaza de la Santísima Faz, cercana a la plaza del Ayuntamiento. Sus dueños eran malagueños. A través de los años, habían entablado cierta amistad con mis padres. Era un sitio muy particular, si dabas propina, hacían sonar unos cencerros que colgaban de la barra del bar. A mí, me llamaba mucho la atención como hacían la cuenta de lo que la gente consumía. Cogían una tiza y sobre la madera del mostrador hacían una suma con tal rapidez que ríanse de cualquier de esos showman que salen en televisión dándoselas de hacer cálculos a gran velocidad. Décadas más tarde pude visitar “Las garrafas” junto a un compañero guionista, compañero de piso en Madrid. Allí, saludé a Pepe. Uno de los dueños del establecimiento. Su compañero de trabajo y de aventuras nos había dejado. Pepe se acordaba aún de los dos niños que acompañaban aun matrimonio de Antequera, y como a uno de ellos, de rizos alborotados le encantaba las gambas rebozadas. ¡Estaban buenísimas! Pepe me regaló un objeto que guardo con muchísimo cariño, una foto de él con una dedicatoria.
https://www.informacion.es/alicante/2015/06/08/muerto-pepe-gallego-bar-garrafas-6384881.html
De entre los estrenos vividos en aquel cine del centro de Alicante, hubo uno impactante. Decían que era la segunda parte de una película de acción, pero que no importaba ver la primera. Aquella película se publicitaba, como la película con más muertes por minuto en pantalla. Su protagonista ya había calado en mi joven corazón con sus películas de boxeo. Stallone presentaba “Rambo” de George P. Cosmatos, 1985. Era la segunda entrega de la adaptación cinematográfica de “First Blood”, novela homónima de David Morrell.
Sylvester Stallone es una leyenda de la cinematografía internacional. Sus películas han creado un género o varios. Cada uno de sus estrenos, e incluso hoy en día, son esperados con ilusión por una legión de fans, curiosos y en definitiva, por todo aquel que desea pasar un buen rato en la sala de cine. Las historias de Stallone son sencillas, con una carga emocional urbana importante. Sabe perfectamente engranar una historia, empatizar contigo y emocionarte. A veces, le hace falta solo una frase para ello. Por supuesto, hay detractores de Stallone… ¿Y? Creen que su cine, es un cine de testosterona pasado de época. Pero Sylvester tiene algo de lo que muchísimos guionistas adolecen, y es la escritura del corazón y del alma. Su cine pertenece a un determinado género, dentro del cual no tiene rival alguno. Ni Chuck Norris, ni Arnold Schwarzanegger, ni Bruce Willis, han logrado lo que Stallone ha logrado y logra con sus películas, a nivel emocional.
“Rambo” retoma el personaje de John Rambo de la película “Acorralado” de Ted Kotcheff, 1982. Es a partir de esta secuela, donde se crea el personaje mítico de Rambo. Ya desde sus créditos iniciales con la música de Jerry Goldsmith, y ese primer plano captando el giro de su cabeza, mirándonos John, fijamente. Es tremendo. Forma parte de esos planos memorables de la historia del cine. Rambo volverá a la acción, a través de una propuesta del coronel Thrautman (Richard Crenna). Volverá al infierno del que salió.
El guion original era de James Cameron. Fue reeditado por el propio Stallone. Las secuencias de acción son espectaculares, muy físicas,… pero su tensión es marcada por el personaje principal y por una edición impecable. Los momentos emotivos intentan adentrase en la psique de John. Son escuetos, pero perfectamente dosificados. No crean secuencias complejas o diálogos pesados. Frases cortas, dichas en el preciso momento con un buen tempo interpretativo y de edición. Un ejemplo es la conversación que mantiene con su ayudante Co Bao (Julia Nickson).
En cuanto a las secuencias de acción (de la vieja escuela), destaca como Rambo se mimetiza y se camufla en el entorno de la selva para no ser descubierto. Llama la atención sus armas: el cuchillo de cazador, el arco, las flechas de punta explosiva que nos regalará uno de los momentos culmen de la película, frente a un militar oriental.
Sus planos, sus secuencias e incluso las tramas han sido imitadas en bastantes películas que surgieron a raíz de su estreno. En aquella época hubo una explosión de copias en videoclubs con temas muy parecidos. Por cierto, la llegada al videoclub de “Rambo” fue todo un acontecimiento, llegando a obtener beneficios millonarios. Hoy en día, algunos de sus planos suelen ser repetidos, incluso en grandes producciones como la saga “Misión imposible”. En definitiva, creó escuela para posteriores películas del género de acción.
Stallone consiguió una franquicia más, de la que hablaremos en un futuro. Remodeló el género de acción, movió el asunto gubernamental de los presos de guerra en Vietnam, llegando a ser elogiado por el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan. Nació un icono del cine y de la época de los 80. Casi nada.
El esfuerzo de Sylvester Stallone en cada una de sus producciones es abismal. Ya no solo el físico (cuatro meses antes de comenzar el rodaje, volvió a modelar su cuerpo), dormía seis horas, reescribía y entrenaba durante la filmación de la película.
En los años venideros, Stallone se uniría financieramente a Schwarzanegger y Willis en una cadena de restaurantes, “Planet Hollywood”. Y en este siglo, hemos podido ver a los tres actores juntos en una película (impensable en los 80 por sus diferentes rivalidades), escrita por Stallone, creando otra franquicia de películas de acción, “The expendables”. Palabra que según algunas fuentes, es rescatada por Stallone de un diálogo de la película “Rambo”.
“Rambo” tuvo su serie de animación en 1986, producida por Ruby – Spears. La factoría Ruby – Spears fue la encargada de series animadas como “Loca academia de Policía”, “Alvin y las ardillas”,… De la serie de “Rambo” recuerdo algunos momentos, la grafía de sus dibujos, pero sobre todo su cabecera de inicio que hacía alusión a los planos que vimos en la película de 1985, cuando sus brazos musculados preparan el material de combate en la base norteamericana. Esta secuencia forma parte de la historia del cine.
En definitiva, “Rambo” transcendió de la pantalla a nuestra cultura popular. Hoy es un personaje icónico de una época cinematográfica única en el divertimento. Hoy, debido a correcciones políticas, ideológicas,… sería una extrañeza encontrar un producto de esta índole. No obstante, a Stallone esto no le importó, ni le importa demasiado y en este siglo ha vuelto a resucitar a Rambo con dos producciones muy dispares. Sin andarse con remilgos hemos podido disfrutar de “Rambo” de Sylvester Stallone, 2008; y “Rambo: Last Blood” de Adrian Grunberg, 2019.