Había una sección en el videoclub que era acierto seguro. Seguro que se acordarán los que frecuentaban tan sagrado lugar, de las carátulas VHS de color blanco de Walt Disney. Existen bastantes películas, que amén de los clásicos ya conocidos, existían otros que hacían especiales nuestras tardes o mañanas de los fines de semana. Si están dispuestos a seguir a un grupo de orientales por las calles de Londres a primeros del s. XX, intentado hacer que su plan caiga en saco roto, gracias a la ayuda de un grupo de niñeras, déjense llevar por la nostalgia y volvamos al sofá. Tras unos bocados con nuestro bocadillo de Nocilla, sumerjámonos en la loca aventura de "Se nos ha perdido un dinosaurio" de Robert Stevenson, 1975.
En los 70 y parte de los 80, en mi ciudad y supongo que en otras, existían habitualmente diferentes sesiones cinematográficas. La de la primera hora de la tarde, solían proyectar alguna película familiar o infantil. Aquellas películas que iremos descubriendo o recordando poco a poco en Ambigú, eran verdaderas obras de entretenimiento sano. La gran mayoría de ellas eran adaptaciones literarias, lo cual a su vez, animaba a leer el libro, si no se había tenido la ocasión. En nuestro caso, la película "Se nos ha perdido un dinosaurio" es un adaptación del libro "The great dinosaur Robbery" de David Forrest (1970). La adaptación a guion de Bill Walsh supone una total reinvención, ya que difiere bastante. Walt Disney realizó una historia a la medida del público que deseaba que consumiese tal película.
En el reparto destaca Peter Ustinov en el papel de Hnup Wan, el líder de un grupo mafioso de orientales en Londres, con una vis cómica e improvisaciones desternillantes. Pero ojo, quien interpreta a su mano derecha, Quon, el actor Clive Revill (voz del emperador en la primera saga de "Star Wars") no se queda atrás en secuencias cómicas. Los dos son la gran atracción cómica de la película. En ellos, aparte de sus interpretaciones, siempre me ha llamado bastante la atención su caracterización de orientales, haciéndome recordar las de Peter Sellers en otras películas, incluso las de Chritopher Lee en la saga de "Fu Manchú" (1965/ 1969). Por cierto, esta última saga es claramente tomada como referencia en clave de comedia, por el desarrollo de los personajes de Ustinov y Revill, en sus deseos de dominar el mundo y ser temidos por sus personalidades.
Y frente a esa banda de malhechores, se enfrenta una tropa de niñeras londinenses, lideradas por la niñera Hettie (Helen Hayes). Una veterana actriz que interpretó bastante en televisión y que los aficionados a las películas de Walt Disney, la podemos reconocer en otra película anterior de Stevenson, "Herbie, un volante loco" (1974). Hettie con la ayuda de dos compañeras niñeras, se disponen a boicotear el plan de los villanos, adelantándose y convirtiéndose ellas mismas, en las ladronas del gran dinosaurio del Museo de Historia de Londres.
La película tiene muchísimas secuencias físicas de encontronazos, escapadas, caídas,... y alguna que otra de humor absurdo, como por ejemplo la del gran cazador que desde su balcón ve pasar el esqueleto del dinosaurio y se empeña en cazarlo, sumándose a la hilarante escapada de las niñeras con el esqueleto, por entre las calles del Londres nocturno de los años 20, entre la consabida niebla de la urbe. Dando esta mucho juego en algunas situaciones.
La imagen del esqueleto del dinosaurio oculto a medias por una lona sobre el camión conducido por las niñeras es un clásico. Stevenson dirigió con soltura y acierto esta película de puro entretenimiento de Walt Disney Productions. Ya en su haber tenía trabajos para la productora que avalaban su desenvoltura en peripecias como esta desde los años 60, y esta sería su penúltima película. La película en su mayoría esta filmada en estudio, teniendo un control absoluto de las situaciones, complicadas de filmar. Las calles de Londres, donde quizás tiene lugar las secuencias más espectaculares son de estudio. Para incentivar más el tono de comedia, se recurre a veces a la aceleración de la velocidad de los fotogramas. Stevenson consigue rodar una película "blanca", familiar, de disfrute sano, donde la hora y media de duración se le pasa a uno volando.
La música destaca sobre todo en sus créditos de presentación. Una introducción muy pegadiza en la que el solo de metalófono ascendiendo y descendiendo melódicamente entre el acompañamiento de instrumentos de viento y percusión, son de las que se quedan para toda la vida. La sencillez expresando su grandeza, en este caso, la de su compositor, Ron Goodwin. Goodwin realizó en esos años 70 composiciones para Walt Disney. Aunque en el recuerdo siempre nos quedará sus bandas sonoras para las películas de "Miss Marple" de los años 60.
Este tipo de películas son las que perduran en el corazón y en la mente del niño que éramos. Son películas que nos trasladan a esa época en la que cualquier intención era una gran aventura. Hoy en día el visionado de estas películas de cartón - piedra, nos hace reflexionar sobre la maravilla del cine y su magia. Gracias a él, pude viajar a galaxias, en el tiempo, conocer a seres fantásticos, a épocas históricas de nuestro mundo,... a fascinarme, a fascinarnos por un mundo real siempre lleno de misterios y cosas por descubrir. Desear vivir para ver, sentir y compartir. Un legado grabado a fuego para siempre en nuestra sonrisa y mirada de niños con labios coloreados de chocolate.