Cuando uno lee en algún medio las reseñas de un artista que abandona este mundo, y se decide a modo global, loar su vida artística (y seguramente merecida, salvo exageraciones normales en estos casos), intento alejarme de esa visión un tanto fría y encontrar en mi ser las razones del buen recuerdo del artista. Christopher Plummer nos dejó recientemente y habrán escuchado, visto y encontrado, mil y una referencias de Plummer. Pero hoy, les hablaré de la película que me descubrió al actor. Y que a mi juicio, ha pasado desapercibida una de sus mejores interpretaciones a favor de grandes clásicos como: “Sonrisas y lágrimas” (Robert Wise, 1965), “Waterloo" (Serguéi Bondarchuck, 1970),… Por avatares del destino, un sábado noche, junto a mi familia y unas hamburguesas hechas por mi padre (tradición familiar de los sábados noche) iba a descubrir una de las mejores interpretaciones del héroe literario de mi infancia y juventud, Sherlock Holmes. Aquel sábado por la noche descubrí “Asesinato por decreto" de Bob Clark, 1979.
La primera aparición cinematográfica del personaje creado por Arthur Conan Doyle, según últimos hallazgos de la Cinémathèque française, fue en una película estado unidense, protagonizada por el actor William Gillette, que ya lo había interpretado en teatro. El fue quien introdujo los elementos característicos del vestuario de Holmes: la cervadora (gorra de caza) y la pipa calabash. Desde entonces, varios intérpretes han encarnado a Holmes. Intérpretes de fuerte personalidad actoral: Peter Cushing, Basil Rathbone, Roger Moore,… y entre ellos Christopher Plummer. Cada uno ha dado un enfoque particular al detective londinense, y las historias que han protagonizado han ayudado a redondear el perfil de un determinado Sherlock Holmes.
Basándose en una serie de teorías relacionadas con la identidad de Jack el Destripador. La película estudia la hipótesis del escritor Stephen Knight, que asocia los famosos asesinatos acaecidos en la ciudad de Londres, durante finales del siglo XIX, con un encubrimiento por parte de la casa real, ayudada por la masonería. Teniendo en cuenta tal hipótesis, la película mete en el ajo al personaje de Sherlock Holmes, que se enfrentará nada más y nada menos que a Jack el Destripador.
La atmósfera de la película es inquietante. Su director, Bob Clark, saca el máximo provecho a su habilidad para contar historias de terror y suspense, consiguiendo un buen thriller. Las calles desiertas a altas horas de la noche, la niebla, el sonido de las pisadas, y sobre todo ese sonido de cascos de caballo sobre el pavimento empedrado, seguido del rodar de las ruedas del coche de caballos del asesino, pone los bellos de punta. Clark hace un gran trabajo con las lentes, con una fotografía suave, sin estridencias, sacando el máximo provecho al tiempo fílmico que desarrollan sus interpretes.
El reparto está plagado de grandes nombres. Plummer sabe transmitir seguridad y elegancia a Sherlock Holmes, y sensibilidad. Sobre todo en una gran secuencia desarrollada en un “sanatorio” (si es que se le puede llamar así) junto a la actriz Geneviève Bujold, interpretando a la desdichada Annie Croock. Watson es interpretado por James Mason. Este grandísimo actor que trabajó con los grandes (Hitchcock, Kubrick,…) y ha dejado interpretaciones soberbias, nos regala sino el mejor, uno de los mejores Watson cinematográficos de la historia. En sintonía con Plummer, existe un equilibrio y complicidad genial entre ellos. Como prueba, la simpática secuencia del guisante que desea atrapar Watson, mientras come y escucha a Sherlock, desesperando a este. Este tipo de secuencia, junto a otras que vamos encadenando en la película, se consiguen con actores y actrices de la talla de Donald Sutherland (Robert James Lees), con gran capacidad de manejar ese tiempo fílmico. No está escrito en el guion, lo aporta la inmersión del actor o la actriz en su personaje, su naturalidad, adueñándose del momento, de la acción, del tiempo, a su antojo y deleite del espectador.
Años más tarde se hizo una especie de remake sobre la trama que une los asesinatos de Jack el Destripador, a la masonería y la familia real británica. Se realizó en 2001, dirigida por los hermanos Hughes, “Desde el infierno". Protagonizada por Johnny Depp, la figura de Sherlock Holmes desaparece de la trama, para centrarnos en las investigaciones del inspector Abberline, interpretado por Depp.
“Asesinato por decreto" interpretado por Christopher Plummer, avivó en mi yo niño, aún más, el interés por las aventuras de Sherlock Holmes. Luego vinieron otras películas, libros, cómics, serie dibujos animados (No olvidaré la melodía de aquella serie animada de los 80, interpretada por el grupo Nins, los viernes por la tarde con sabor a Nocilla. ¡Je!), y serie casi actual, interpretada por Benedit Cumberbatch (“Sherlock”, BBC, 2010 – 2017). A pesar de todo ello, si tengo que imaginar la imagen de Sherlock Holmes, se me viene la imagen de Christopher Plummer. Actor de cine y teatro, grandes o pequeñas producciones, nos emocionó y emociona con cada una de sus interpretaciones. Siempre con clase. Christopher Plummer, uno de los eternos gentleman del celuloide.