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sábado, 1 de mayo de 2021

"El Hombre Lobo" de George Waggner, 1941.

Los denominados monstruos de la Universal, fueron un caldo de cultivo para mi imaginación infantil. Recuerdo que tras haber descubierto en un programa de la Clave (1976/ 1993, TVE) la película “Drácula" de Tod Browning (1931), pronto se cruzaron en mi camino distintos personajes extraños y terroríficos de aquella época gloriosa de los estudios Universal. “Drácula" me fascinó, “Frankenstein" me conmovió, pero quien de todos ellos me inquietó bastante fue la naturaleza de “El Hombre Lobo" de George Waggner, 1941.


Hace unos años conseguí la colección completa de todas las películas de la Universal de aquellos años, cuyas tramas giraban entorno a estas criaturas de la noche. Está claro que Carl Laemmle tuvo la visión de abordar y comercializar estas películas, que marcaron una época del terror fílmico, crearon escuela e inspiración en futuros artistas. Aquel tesoro que tenía entre manos, lo volví a degustar con cierto deleite, pero cada vez que he vuelto a visionar “El Hombre Lobo" de Waggner, es otra cosa. No es ese hipnótico Lugosi en “Drácula” o el incomprendido Karloff en “Frankenstein", es la naturaleza ancestral, la del animal, la bestia, la de los instintos primigenios, aflorando en la maldición del lobo.

Carteles de las películas

De alguna forma la película recoge de forma inconsciente esa zona perdida en nuestra conciencia antropológica, donde el animal innato en el hombre, enterrado en siglos de supuesta socialización, vive adormecido. Culturas, religiones ancestrales, nos hablan de esa conexión con la naturaleza, hoy perdida. Pero la cultura popular, en este caso, nos hace una pequeña grieta en ese cofre de aislamiento de siglos.

Grabado en madera de Lucas Cranach el Viejo, 1512.

La película hay que entenderla en la distancia. Es la más violenta de aquellas obras. El impacto en el público de entonces fue brutal. Hoy su violencia es ridícula a la que vivimos en las noticias, el en torno, o en las propias películas. Pero a pesar de ello, conecta de alguna forma con el espectador. Hay algo enterrado que conecta y llama nuestra atención.

Fotograma de la película

“El Hombre Lobo" en principio tuvo muchísimas modificaciones desde su guion  original, inspirado en el escrito por Robert Florey (1900 - 1979). El libreto último fue firmado por Curt Siodmak y dirigido por Waggner. Siendo el resultado, una especie de cuento, donde se nos unen diferentes estilos estéticos. Waggner centra sobre todo su objetivo en las secuencias de violencia, que corresponden al ataque de la bestia. El resto de la realización es ortodoxa y apoyándose muchísimo en el oficio actoral. Resultando una película muy de cómic de aquellos años 40. La época dorada del cómic. Y tengo esa sensación en momentos, cuando por ejemplo Talbot (Lon Chaney Jr.) está montando el gran telescopio que monta en la casa de su padre, mitad casa de campo y castillo. Las dimensiones, incluso las escénicas me retraen a ese tipo de viñetas descubiertas en cómics de aquellos años que mi padre conservó, y que yo devoraba en mi juventud ochentera.

El director de la película George Waggner. Mubi.

El guionista Curt Siodmak. IMDb.


Fotograma de la película. Lon Chaney junto a Claude Rains.

Lon Chaney Jr. fue seleccionado para el papel de Larry Talbot. Hijo del gran Lon Chaney (1883 – 1930, el hombre de las mil caras) recogió el testigo de su padre en películas de este tipo, convirtiéndose en uno de los tres hombre que pasarían a la historia por dar vida a los seres terroríficos clásicos de la Universal, junto a Lugosi y Karloff. Trabajó junto a ellos, coincidiendo en alguna película. En esta que nos ocupa tiene como compañero de reparto a Bela Lugosi, interpretando a un misterioso gitano (Bela). Pero sobre el elenco de la película, destaca María Ouspenkaya (Maleva). Sinceramente, allí donde aparece abarca todas las miradas. Una de las grandes. Actriz rusa, que tras emigrar a U.S.A., enseñó el famoso método Stanislavski, quien fue su mentor en Rusia. Y junto a Lon Chaney Jr. interpretando a su padre, Claude Rains. Su cara apareció brevemente al final de “El Hombre Invisible" (James Whale,1934). Él interpretaba al científico Griffin como el peligroso hombre invisible. Y tras “El Hombre Lobo", y algún estreno más, incluyendo la mítica “Casablanca" (Michael Curtiz, 1942), lo podremos descubrir dando vida a otra leyenda del panorama terrorífico, en este caso encarnando al personaje literario de Gaston Leroux, y llevado a la pantalla por Arthur Lubin, “El fantasma de la ópera" (1943). Claude Rains son de esos actores maravillosos que a lo largo de los años 40, 50 y parte de los 60, aparecen en películas titánicas.

Fotograma de la película

Y si hay que destacar artísticamente a alguien (sin desmerecer a los nombrados), el elogio se lo lleva Jack Pierce. El maquillador de la Universal logró crear iconos del cine de terror, entre ellos al Hombre Lobo, perdurando en nuestra conciencia colectiva. Un maquillaje totalmente artesanal con productos adaptados y una gran imaginación, a la vez que oficio. Si sorprendió con el maquillaje de Karloff en “Frankenstein", este del Hombre Lobo era y es sorprendente. Todavía quedaba por avanzar en técnicas, productos, hasta llegar a Rick Baker en “El hombre lobo americano en Londres" de John Landis, 1981. Dejándonos aterrorizados y boquiabiertos con su transformación licántropa en aquella sala de estar. Supongo y salvando las distancias, las mismas sensaciones que aquel público de los años 40, cuando admiraron la transformación de Talbot en Hombre Lobo. En este caso realizado con encadenamiento de imágenes tomadas en la misma posición, variando solo la cantidad de maquillaje sobre el sujeto, dándonos la sensación de una progresiva transformación.

Jack Pierce maquillando a Lon Chaney Jr. - Alchetron.

Toda esa atmósfera de misterio y drama era envuelta por una banda sonora de altura. Normalmente, cualquier película de terror suele recurrir a temas con sonidos y sensaciones sonoras muy recurridas en el tiempo. Y sobre todo, recurren demasiado a sonidos electrónicos. Aquellas bandas sonoras de entonces eran interpretadas por orquesta y su composición, en esta película, fue llevada a cabo por Charles Previn, uno de los grandes compositores de la historia. El tema del Hombre Lobo gira entorno a las notas maestras de la composición de Previn (Do’, Si, #Fa) interpretadas por instrumentos de viento, a modo de aullido que se entremezclan con frases musicales interpretadas por la familia de cuerda, de una forma magistral. Nos puede retraer un poco a la composición "Pedro y el lobo" de Prokófiev (1936), en el hecho de elegir el instrumento de viento para describir la presencia del lobo. Aconsejo su escucha, tanto una como otra. Por desgracia este tipo de bandas sonoras son muy poco escuchadas y en ellas se esconde una gran belleza compositiva. Sobre todo por su cuidado y gran trabajo artístico.

El compositor Charles Previn. Mubi.

CD recopilación de bandas sonoras,
entre ellas algunas de Charles Previn. The Soundtrack Factor.

“El Hombre Lobo" de Waggner marcó un hito en este tipo de películas. Llenó los cines de entonces y quizás empezó, a mi parecer una especie de género que denomino “Wolf films". Películas que nacieron a la sombra de este gran éxito comercial, donde el Hombre Lobo parecía tener más vidas que las de un gato. Lon Chaney Jr. lo llegaría a interpretar en diversas ocasiones, volviendo de la tumba cada vez de forma más milagrosa. Las temáticas serían muy diversas. Nació una nueva estrella del terror, las noches de Luna llena no volverían a ser lo mismo. O al menos tan apacibles.

Cartel promocional de la película




Ambigú Cinema - "El Hombre Lobo" de George Waggner, 1941.




viernes, 12 de marzo de 2021

"La soga" de Alfred Hitchcock, 1948.

Podrán ustedes hablar o escribir sobre directores cinematográficos que hayan influido o hayan aportado al lenguaje cinematográfico, pero sin duda, a mi parecer, Alfred Hitchcock es el director que supo hacer evolucionar la cinematografía a la visión que hoy en día tenemos de este arte. De Palma, Scorsese, Spielberg, Coppola, Kubrick,... todos ellos constructores de lo que entendemos hoy por cine, han heredado el lenguaje cinematográfico evolucionado de los grandes como Murnau, John Ford, Wilder, Cukor, ... pero fue Hitchcock quien llevó el lenguaje de la cámara y cómo articularlo a extremos maravillosos. No existe en la historia del cine alguien igual. Conocía perfectamente la técnica. Sus años de trabajo en Inglaterra y en Alemania, le hicieron crecer técnicamente, y su genio concibió el poder contar historias de forma plástica, jugando con la lente de su cámara. Uno de sus trabajos más arduos al respecto, una obra llevada al límite, es una película que el tiempo la ha situado como un prodigio de ejercicio técnico cinematográfico. Contar una historia como si fuese el espectador a ver una obra de teatro, pero bajo la visión mágica de la lente de Hitchcock. Un piso, un arcón, dos estudiantes, un asesinato, unos invitados,... Preparan una fiesta, estamos invitados por uno de los directores más grande de la historia de la cinematografía. Bienvenidos a "La soga" de Alfred Hitchcock, 1948.


Alfred Hitchcock se encaprichó de la novela “Rope" de Patrick Hamilton, 1929. La novela está basada en unos hechos reales acaecidos en Chicago (1924), por dos estudiantes, Leopold y Loeb. De aquel espeluznante asesinato, dio como resultado que el abogado defensor, Darrow, consiguiese realizar un famoso alegato frente a la pena de muerte (a modo de curiosidad este abogado ha sido llevado varias veces a las pantalla, por sus históricos casos, siendo encarnado por actores como Henry Fonda); una novela, y la realización de una película, "La soga".

Los estudiantes Leopold y Loeb. Criminalia.es


Portada de una edición de la novela de Hamilton

Publicidad de la película

Para desarrollar la historia que se contaba en el libro, Alfred siguió el "modus operandi" que seguía habitualmente. Consistía en señalar aquellas partes que le interesaba llevar a la pantalla, y después de organizarlas, pedía a un guionista que fuese articulando los diálogos. Adaptándolos o incluyéndolos. A la vez que esto se llevaba a cabo, en la mente del director iba brotando la forma de dar imagen a lo escrito. Sin duda, y relatado por él mismo, este era el momento que más disfrutaba, la creación de la obra visual.

Hitchcock quiso añadir una gran proeza artística, grabarla en plano secuencia (consistente en una toma, sin corte alguno). Hoy en día, podría haber sido posible, pero en aquellos tiempos, la grabación se realizaba en rollos de celuloide de diez minutos. Por lo tanto, se planificó la película sobre nueve rollos e intentar a la hora de cambiar el rollo, realizar un movimiento con la cámara que ayudase a camuflar ese corte obligado. Quedando en el resultado final, como si se hubiese filmado en plano secuencia. Los cortes (para cambiar los rollos) es uno de los curiosos atractivos técnicos de la película, donde uno puede descubrir cuando tiene lugar. La trama te sumerge tanto, que a veces puedes pasar de desapercibidos algunos de esos cortes. Existen planos secuencias a tener en cuenta en la historia del cine, incluso intentos de hacer lo mismo (filmar en plano secuencia toda una película), como Brian de Palma en “Ojos de serpiente (“Snake eyes")" de 1998. Pero no es lo mismo. Perdón, no son Alfred Hitchcock.

El director ensayando con los intérpretes. I Photo Central.

Para realizar la grabación, el decorado era totalmente movible. Las paredes tenían ruedas, los ayudantes de escena entraban y salían, sin ser vistos por la cámara, para disponer el mobiliario (mover, quitar o poner elementos). Añadiendo, el cambio de iluminación en el exterior que se ve a través del gran ventanal del fondo del escenario. Recordar que la acción transcurre de una vez, por lo tanto durante la acción de la película veremos el atardecer, la formación de nubes, el humo de las chimeneas,… y algún detalle que delata el cameo habitual de nuestro famoso director (se lo dejo para que lo descubran, aunque en esta película hay dos apariciones de Alfred). A todo ello añadir, el tamaño considerado de aquellas cámaras, cámaras para filmar en color. Era la primera película en color de Hitchcock (Tecnicolor), y de su productora “Transatlantic Pictures".

Productora de Hitchcock 

Otro de los factores Hitchcock, era contar con un buen reparto. Sus intérpretes, tanto femeninos como masculinos, eran excepcionales. Tenemos a la pareja de actores, Farley Granger (Phillip) y John Dall (Brandom), conduciendo toda la trama. Uno reflejando ansiedad y remordimiento (Phillip) y el otro, la frialdad calculadora de un psicópata (Brandom). La estrella es James Stewart (Rupert), desde que entra en escena. Un actor todo terreno. Sabía desenvolverse en cualquier género. Su “tempo" interpretativo, sus miradas, gestos,… él, dan a la soga lo que un enorme lazo y papel llamativo, a un regalo perfecto. Las demás interpretaciones de secundarios que van apareciendo en el piso, no tienen desperdicio. Todos a una altura magnífica. Pero he de destacar a la señora Wilson. Edith Evanson, interpreta a la señora Wilson, la asistenta de los dos jóvenes. Tiene momentos gloriosos. Y nos pone los nervios de punta, cuando está apunto de abrirnos el arcón con el cadáver dentro. Un ejemplo de tablas por su parte y de ritmo cinematográfico por parte de Hitchcock.

Granger, Stewart y Dall. Fotograma de la película.

Fotograma de la película

Fotograma de la película

Evanson y Stewart. Fotograma de la película.

“La soga" hace las delicias del amante del cine. Una filmación impecable, con una proeza técnica solventada con matrícula. Unas actuaciones de las que disfrutas en cada instante de la proyección. Un juego fílmico “Hitchcokniano" que hace olvidar trasfondos de la historia que por aquellos tiempos les eran escandalosos y que tan solo un maestro como Hitchcock, nos lo supo servir como un gran chef. Dependiendo del paladar de cada cual, sabrá destacar los condimentos utilizados. Una obra maestra de planificación, de como mover la cámara, de como hacer lo que el sabía hacer a la perfección, Cine.

Cartel de la película


Tráiler de la película:

Ambigú Cinema - "La soga" de Alfred Hitchcock, 1949.









"Indiana Jones, en busca del arca perdida" de Steven Spielberg, 1981.

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