Soy cristiano. No por la gracia de Dios (como decía el catecismo), que también, sino por mi educación familiar, mi educación parroquial, mi educación escolar, mi educación académica, y por último, y quizás la más importante por la educación de mi propio Yo. Gracias al cúmulo de experiencias, reflexiones y vivencias, que me han hecho entender y vivir en valores cristianos, no sin la acusada dificultad con la que se presenta cada día, en sus infinitos retos personales y profesionales.
La figura de Jesús de Nazaret me ha parecido siempre interesante e intrigante. Como cineasta y cinéfilo, he seguido muy de cerca sus diferentes apariciones en este arte, y de que forma fueron expresadas en la gran pantalla desde 1887 con el cortometraje “The Horitz Passion Play” de Charles Webster, hasta “O Filho do Homen” de Alexandre Machafer (2019).
En la cultura popular a gran escala, podemos citar tres películas enormemente famosas que nos hablan de la pasión y muerte de Jesús. Nos referimos a “Rey de reyes” de Nicholas Ray (1961), “La historia más grande jamás contada” de George Stevens (1965), y la obra del italiano Franco Zeffirelli, “Jesús de Nazaret” (1977).
Esta última y ambiciosa producción realizada para televisión, terminó proyectándose en miles de salas cinematográficas de todo el mundo. Primero por su acabado artístico (técnico e interpretativo), y segundo, por el enorme interés que siempre a suscitado la figura del Nazareno.
Podríamos hablar de cualquiera de estas producciones, que de seguro en estos días de celebración de Semana Santa, serán exhibidas en algún canal de televisión. Lo hemos hecho con anterioridad en alguna entrada anterior de este blog. Pero sin duda, alejándonos de ese marco pictográfico ideal que se expone de forma maravillosa en esas películas, cuyas algunas de sus secuencias son de por sí, verdaderas obras de arte, existe un clásico actual que se aleja de esa idealización puesta en escena y nos sumerge en el verdadero horror y terror que sufrió aquel pobre condenado llamado Jesús. Me refiero a “La Pasión de Cristo” de Mel Gibson, 2004.
“La Pasión de Cristo” comienza en la oración del huerto de los olivos de Getsemaní, donde Jesús en un estado de oración y reflexión deja de asomar su temor como ser humano, hacia las temibles horas de suplicio y de cruel tortura que se le avecina.
La película no es para nada amable hacia los ojos del espectador, sea o no creyente. Las secuencias son lo más realistas posibles en los castigos físicos que recibió Jesús.
El actor protagonista encargado de dar vida al personaje de Jesús fue James Caviezel. El personaje llevado a tal extremo influyó en la vida personal del actor, llegando a tener una gran conversión.
Mel Gibson y Benedict Fitzgerald hicieron una gran labor de documentación, inspirándose no sólo en los evangelios, sino también en la curiosa obra “La dolorosa pasión de Nuestro Señor Jesucristo”, basada en las visiones de la alemana Anna Katharina Emmerick (1774 – 1824).
Más allá de las fuentes en las que se basaron los guionistas, la originalidad (si podemos llamarlo así) está en la presentación de esos terribles días. De todas las versiones cinematográficas, es esta sin duda, la que se puede acercar a la temible realidad de las aberraciones y castigos que profirieron los romanos y los miembros del Sanedrín. Amén de un pueblo manipulado por una degradación de valores, no muy lejos de nuestro actual presente.
La película añadió un toque original a las obras anteriores, y es que fue filmada en los idiomas que se hablaban por entonces en aquellos territorios: arameo, latín y hebreo. De nuevo, Jesús en el centro de la controversia y reacciones creadas por el estreno de la película, alzándose voces críticas antisemitas y creándose debates en las trincheras de los católicos, protestantes,…
Desde el punto de vista cinematográfico, Mel Gibson hace una gran labor. Es consciente de que hace cine y crea grandes momentos cinematográficos que quedan para la historia de este arte: el martirio de las fragelaciones, la crucifixión, la aparición del diablo en diversa ocasiones, la defensa de María Magdalena (con planos poderosos como la pisada de Jesús y su gesto en la arena), la caída de una gota en contrapicado a los pies de la cruz,… Y uno de mis momentos, la entrada del amanecer a la tumba de Jesús y el plano detalle de sus manos, ante el día de la resurrección. Todos ellos fueron filmados con sentido de espectáculo visual, necesario en una producción actual, sin detrimento hacia el resto de la obra, sino como suma a su grandiosidad.
La banda sonora de la película está realizada por los artistas John Debney, Lisa Gerrard, Rachel Portman y Ginger Shankar.
“La Pasión de Cristo” marcó de forma muy radical la forma de contar cinematográficamente la pasión y la muerte de Jesús de Nazaret. En estos días, en los que escribo estas líneas, ya está en marcha la continuación de esta película con una segunda entrega. Mel Gibson cuenta de de nuevo con el actor James Caviezel, para esta vez hablarnos de la Resurrección de Jesús. El secretismo de la producción nos limita a comentar y a investigar, si la producción se basará en esos cuarenta días antes de la Transfiguración o se basará en algunas de las apariciones tras su muerte. Sea lo que sea, se habla de que será un evento artístico de altura. Mel Gibson dispuesto a convertirse en el evangelista cinematográfico de nuestra historia moderna. Y no es para menos.