La Navidad y las distintas fechas que la circundan, la Nochebuena, los Santos Inocentes, la Nochevieja, y la noche de Reyes Magos, conforman mi época preferida del año. La Nochebuena es quizás, junto al día de Navidad, mi celebración preferida. La Nochebuena es familiar, donde los recuerdos, las antiguas historias de navidades pasadas, las anécdotas y el calor de un hogar, son los protagonistas máximos. Todo ello aderezado con una cena, que en ocasiones se aleja de lo normal, más bien siempre. Y como no, por supuesto en estas fechas parte de nuestros recuerdos, o al menos los míos, quedan encerrados en películas. Este año me acuerdo muy en especial de una película de Santa Claus. Santa Claus ha tenido numerosas adaptaciones e intervenciones en la historia de la cinematografía, desde su primera aparición en 1898 en “Santa Claus” de George Albert Smith Sr. hasta la más actual como por ejemplo, “Klaus” de Sergio Pablos, 2019.
En los años 80, era un “Critter” de videoclub. Lo devoraba todo. Y en estas fechas, me inclinaba más por historias entorno a las celebraciones navideñas. Apareció en el mítico videoclub Olletas de la ciudad de Antequera, una película a la que ya le había echado el ojo, tras visionar un tráiler en alguna de las cintas VHS de un fin de semana. Una de las adaptaciones más mágicas, con estilo y gusto, y ese recubierto de “un no sé que” especial de la época. Me refiero a “Santa Claus – la película” de Jeannot Szwarc, 1985.
Como primer recuerdo tengo su calidad fotográfica, el colorido, y sus efectos especiales. Efectos ópticos retocados artesanalmente fotograma a fotograma, dándole una aureola tan mágica como el resto de las producciones de entonces, tipo “Los cazafantasmas”.
La película nos presenta una renovación del planteamiento de la historia tradicional, conservando los elementos necesarios e indispensables de la misma: los elfos, la estrella de Navidad, el trineo,… y en general esa atmósfera que todos hemos imaginado y vivenciado. El tono moderno es introducido a través de un elfo, un elfo inventor, y su tentación de la industria capitalista del juguete, para hacerle la competencia a Santa Claus.
Es una película poco conocida. En aquellos años hizo las delicias de niños como yo y de seguro de todos aquellos que la vieron, sobre todo alquilada del videoclub, donde obtuvo sus principales beneficios.
La película tiene una enorme carga emocional y los ingredientes necesarios de aventura. A mí, siempre me ha cautivado su factura visual. Se encuentra en el límite clásico y algún avance técnico. Para admirarlo, hay que trasladarse a los 80 y mirarla con los ojos de entonces. Espectaculares tomas aéreas del trineo de Santa Claus y la calidad fotográfica de las mismas, cercanas a las de la película “Superman” de Richard Donner (1979).
“Santa Claus – la película” y “Superman” tienen curiosas conexiones profesionales. Su director Szwarc es un director muy versado en diferentes estilos. Fue tras dirigir “Supergirl” (1984), cuando llevó a cabo la dirección de “Santa Claus – la película”. La filmografía de Szwarc está salpicada de series y películas con este toque fantástico. Igual te dirigía un capítulo de “Kojak” (1973), que te dirigía “Tiburón 2” (1978). Su huella la podemos encontrar en series muy recientes como: “Supernatural”, “Héroes”, “Fringe”,… imprimiendo la calidad de alguien que sabe perfectamente articular las emociones bajo la lente cinematográfica. Trabajos difíciles, si se quiere conseguir un producto con mínimos resultados de aprobación y excelencia ante un público exigente. Sabe imprimir esa visión fílmica a sus productos visuales. Abrir encuadres y dibujar sensaciones.
Hay momentos emotivos en las miradas del matrimonio Claus. Emocionante cuando los elfos abren las puertas del gran almacén y la cara de Santa Claus es iluminada de forma mágica por el interior de este. Los animatrones de los renos del trineo de Santa, a pesar de la distancia en años, siguen siendo mágicos. Otra secuencia que se te queda grabada para siempre es la que presenta a los elfos trabajando en sus diversos talleres de juguetes, al ritmo de la melodía “Making toys” de Mancini. Mítica. Y no se me olvida ese gran momento, el súper duper looper, una pirueta monumental del trineo de Santa Claus. Nos saca la sonrisa y complicidad de niño.
El guion estuvo a cargo de Leslie Newman, una guionista que coescribió las tres primeras películas de “Superman”; y su esposo David Newman, también ligado al desarrollo de la primera película de “Superman”.
Su reparto fue toda una garantía de que la historia fuese contada e interpretada con gran verisimilitud. Tenemos al mítico Burguess Meredith (entrenador de Rocky Balboa, el entrañable Mickey), David William Huddleston (“Capricornio uno”), el prolífico John Arthur Lithgow (“Harry and the Henderson”),… entre otros. Por cierto, es en esta película donde reconocí por primera vez al actor Dudley Moore, en su papel de elfo Patch. Siguiendo su pista en trabajos anteriores como “Arthur” (1981), y en otros posteriores a “Santa Claus”. Mi primera imagen de él, como elfo, no me ayudó en nada para apreciar sus otras interpretaciones. El tiempo hizo que reconociese su solvencia como actor de comedia.
La música estuvo a cargo de Henry Mancini y Leslie Bricuse. La mano de Bricuse como letrista y los coros de voces blancas, junto a las notas de Mancini, crean momentos de pura magia navideña. Existe una corta melodía, su escasa duración no es excusa para que Mancini concentre el espíritu de la historia entre chelos, contrabajo y piano en “The world is differente”. Bellísima.
“Santa Claus – la película” se une a la galería de títulos como: “Cuento de Navidad”, “¡Qué bello es vivir!”, “Los Gremlins”, “La jungla de cristal”, “Los fantasmas atacan al jefe”,… que nos frecen Navidades distintas de nuestras vidas, de mi vida. Distintas, pero con un mismo objetivo, renovar el alma de niño necesaria para vivir con los ojos de la ilusión, la esperanza y el amor, cada instante de nuestra vida. ¡Feliz Navidad!