Hace unas décadas, cuando estudiaba la carrera, el mes de septiembre lo dedicaba a estrenar para mis amigos, la película que habíamos realizado durante el verano. Mis primeras películas nacían de inventar efectos especiales. Mi afición al ilusionismo me acercó a intentar realizar secuencias fantásticas en video. Mi otra pasión, el cine. Aquello me encantaba. Pasaba el otoño y el invierno, inventando trucajes y efectos. Más tarde, en primavera, escribía el guion y convencía de la futura hazaña a mis amigos de la pandilla. Contaba siempre con la colaboración de los primos Carrillo. Uno tenía la cámara y el otro un video que hacía cortes perfectos en VHS y encima podíamos sonorizar. Hace poco, poniéndome al día en podcast, “Remake a los 80” me hizo acordarme de una película a la que le tuve bastante aprecio, sobre todo por enseñar el taller de un artesano de las películas de efectos especiales. Hoy es una película de culto. Una película que nos habla de los efectos especiales y de la locura de filmar un cortometraje, hablo de “El mago de la velocidad y el tiempo" de Mike Jittlov (1988).
Vista en la distancia, la película no ha perdido. Es más, diría que ha ganado sobre todo en su mensaje. Los efectos especiales de Jittlov me parecen mágicos. Mike realizó un cortometraje en 1979. Una década más tarde fue el pretexto para realizar la película con igual título, “El mago de la velocidad y el tiempo".
Durante el metraje, Mike (interpretado por Jittlov) vive con su madre, intentando hacer realidad su sueño, ser el encargado de los efectos especiales en alguna producción de Hollywood. Mike demuestra su genio y destreza en la técnica fotográfica en movimiento, alterando la realidad a placer. En tono de comedia y con muchísima imaginación (a causa de un bajo presupuesto), cuenta los pormenores a la hora de abarcar un proyecto cinematográfico.
La película es una denuncia al sistema de producción audiovisual. Hoy en día, debido al acceso de las nuevas tecnologías es fácil realizar un mínimo proyecto. Todo el mundo tiene la posibilidad de poder contar una historia y realizar un cortometraje. Sin olvidarse de algo fundamental, la historia. Tiene que haber una buena historia y gran dosis de entusiasmo para salvar los inconvenientes técnicos y otras adversidades. Recuerdo aquellos tiempos de mis primeras producciones, como la pandilla ayudaba a interpretar los papeles, y lo fenomenal que lo pasaba, ideando las distintas formas de grabarlo sin ningún tipo de medio.
Volviendo a la película, Mike en su garaje, al igual que hizo en 1979, realiza un cortometraje. Las horas, los días de estudio y visionado quedan impresos en el trabajo. “El mago de la velocidad y el tiempo" tiene el alma, la energía de alguien que ama profundamente su profesión. Si amas el cine, está película es reveladora. No es una gran película, desde el punto de vista estético cinematográfico. Es una rareza visual a quienes nos gusta este arte, la parte de la trastienda o el taller del cineasta, la disfrutamos. Sin olvidar, los recuerdos que se agolpan de aquella época de videoclubs. A modo particular, esta película llegó a mi vida en su momento idóneo. En internet podéis admirar el cortometraje original de 1979.
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Jittlov hace un gran trabajo en stop motion, rotoscopia,... y otra serie de técnicas fotográficas en movimiento , con elegancia y mucho estilo personal. Todo ello artesanal. Su genio ha participado en otras producciones, como por ejemplo “Ghost" de Jerry Zucker, 1990. O quien no recuerda en algunos VHS las imágenes de un satélite plateado con la forma de la cabeza de Mickey Mouse. Por cierto, sale en esta película.
La música es de John Massari, un compositor con composiciones de culto, como la de la película “Payasos asesinos del espacio". En este caso, nos regala una composición alegre e incluso algo infantil, ayudando a crear esa atmósfera de aventura personal para Jittlov.
