¿Cómo estamos ambiguses? Tras un breve parón, estamos de vuelta cargados de rollos de celuloide para rememorar. De nuevo encendemos la cartelera, abrimos la taquilla, calentamos la máquina de las palomitas y abrimos las puertas y cortinas de nuestra sala de cine. Navegando por estas calores de primeros de agosto, atisban recuerdos veraniegos, veranos de infancia o juventud. Como fan de los héroes y superhéroes de DC y Marvel, Spiderman era de mis preferidos. Sus hazañas me han acompañado en muchas siestas y mañanas veraniegas de juventud, e incluso ahora. Fue maravilloso descubrir en la televisión de los 70 y 80 sus series animadas. Pero a finales de los 70, un suceso nos dejó ojipláticos... ¡Existía la película en imagen real de Spiderman! "Spiderman: El Hombre - Araña" de E. W. Swackhamer, (1977).
Stan Lee y Steve Ditko hicieron aparecer a "Spider" por primera vez en el número 15 de "Amazing Fantasy" (1962). Nuestro amable vecino Spiderman caló muy pronto en los lectores, y poco a poco, se fue introduciendo en la cultura popular, hasta convertirse en un icono del género.
Tras la aparición de distintas series de animación, los productores Fries, Goodman y Montagne, decidieron llevarlo a la pequeña pantalla. La serie tuvo su éxito. Yo recuerdo haberla visto, pero se me mezcla con imágenes de las películas de entonces.
Me quedé congelado ante la cartelera, observando las fotografías que por aquel entonces exhibían junto al cartel. Era Spiderman en carne y hueso. ¡Guau!
En realidad, aquella película era el episodio piloto de la serie. Los productores aprovecharon el éxito de "Superman" de Richard Donner (1978), para llevar el piloto a la gran pantalla. La película hizo las delicias del público de por entonces, sobre todo de los seguidores. Hoy en la distancia y madurez, no pasa desapercibido su corto presupuesto, llegando a utilizar planos repetidos de nuestro superhéroe arácnido (es más, hay planos que se repiten en las posteriores películas); utilización de planos subjetivos (con bastante ingenio); la utilización de fondo azul; y algunas escaladas reales, sujetando al actor a un arnés mientras asciende o desciende por las paredes de los edificios. Y el efecto que más me encantaba era cuando se le iluminaban los ojos al activarse su sentido arácnido.
A pesar de estos artificios, no te hace perder la magia. Hubo otras dos películas, pertenecientes a episodios más extendidos que se prestaron a ser unificados para formar un metraje cinematográfico. Los carteles eran espectaculares, sobre todo para un niño lector de cómics que fantaseaba con su muñeco de goma articulado "Spiderman" persiguiendo a malvados por el sofá, por el pasillo de casa, en el coche o sentado con mis padres y hermano en una terraza o restaurante.
Me encantaba la melodía principal de la película que pertenecía a la cabecera de la serie. Tenía un estilo muy de serie de policías y detectives de los 70. Estuvo compuesta por Johnnie Spencer, arreglista y compositor de música ligera. Por cierto con bastante relación con George Martin, productor de "The Beatles".
El encargado de interpretar a Spiderman y Peter Parker fue Nicholas Hammond, cuyo rostro comenzó a ser conocido desde la interpretación de uno de los hijos de Christopher Plummer en "Sonrisas y lágrimas" de Friedrich von Trapp (1965). Su caracterización de Peter Parker es, incluso a día de hoy, la más cercana a la que tenemos los lectores de Spiderman.
La serie se centraba más en los personajes, la investigación y no tanto en los poderes de Spiderman. De hecho, se ignoran muchísimos de los poderes de Spiderman. De seguro, vendría acondicionado por el presupuesto, de forma que los guionistas se centraron en otros derroteros.
La serie y las películas de Spiderman en los años 70 marcaron una época. Hoy en día, son incluso muy codiciadas las copias en VHS de las películas. Son estuches con esas carátulas que de pequeño, mirabas y mirabas en el videoclub.
Recuerdo la sala repleta de espectadores, sobre todo de niños y niñas, maravillados con las aventuras del lanza redes, a pesar de tener que esperar secuencias y secuencias hasta que Peter Parker se enfundaba su traje, y comenzaba a escalar, saltar y dar tortas a los malos. La sala enmudecía y el silencio se convertía en atronador aplauso, al ver que Spiderman vencía incluso al karateka más temido.