De pequeño, disfrutaba con las películas de aventuras en lugares inhóspitos. En grandes cordilleras, profundas selvas, islas perdidas,... Recuerdo como los sábados por la tarde, se volvían mágicos cuando TVE emitía aquellas películas de Tarzán, en blanco y negro, protagonizadas por Johnny Weismüller. Hoy voy a recordar una película de aventuras con tintes oscuros, un tanto olvidada, pero que conformaría un eslabón muy importante en el desarrollo de ciertos argumentos en la historia del cine. Un naufragio, una isla perdida, un castillo, un gran malvado psicópata y sus forzudos ayudantes, la dama en apuros, los peligros de la selva,... Un gran clásico que ayudó a cimentar un cine en ciernes. Nos acercamos a una gran puerta de madera, su aldaba moldeada con la forma del centauro salvaje llamado Neso, sosteniendo en sus brazos a la bella Deyanira, brilla bajo la luz tililante de dos hachones. Nuestra mano se levanta y golpea con fuerza la aldaba sobre la puerta. Un profundo crujir de madera precede al abrir pausado de la puerta, ante nuestra inquieta mirada..."El malvado Zaroff" de Irving Pichel y Ernest B. Shedsack, 1932.
Hoy andamos saturados de películas en las que a la más mínima posibilidad, intentan meter algún plano o secuencia con retoques o adiciones digitales. Recurrir a clásicos como el que nos ocupa, es darnos cuenta del enorme talento artístico de los creadores cinematográficos de entonces. Sus imaginación y dones artísticos nos han dejado momentos fotográficamente encantadores: el aterrizaje del platillo volante en Altair IV, en "El Planeta prohibido" de Fred M. Wilcox (1956), la lucha entre King Kong y un dinosaurio en "King Kong" de Merian C. Cooper, Ernest B. Schoedsack (1933),... Muchas veces nos es difícil discernir sus trucos y puesta en escena en alguna de esas míticas secuencias. Y si a ello le agregas un peso argumental, donde la acción como los personajes están sólidamente anclados y justificados, estaremos viendo gran cine.
"El malvado Zaroff" está basada en la obra literaria "El juego más peligroso" (1924) del literato, periodista y guionista, Richard Connell. El guionista James Ashmore Creelman captó la esencia cinética de la obra de Connell, sabiendo presentar a los personajes, poniéndonos en situación en cada momento, haciéndonos estremecer en instantes,... y todo ello en una hora y pico. Incluso ese "pico" del que hablamos, unos quince minutos aproximadamente, fueron recortados, quedándose la obra en una hora. El ritmo del guion es impresionante. De Ashmore volveremos hablar en alguna que otra ocasión. Fue muy grande su aportación en la industria a través de la RKO., firmando guiones como "King Kong" de Merian C. Cooper y Ernest B. Shoedsack (1933), "Los últimos días de Pompeya" de Ernest B. Shoedsack y Merian C. Cooper (1935),... Cualquier futuro guionista, debería estudiar la capacidad de síntesis, ritmo, descripción visual,... de estos maestros. Las comparaciones con productos de hoy en día son penosas. Tengamos un capítulo de una serie actual cualquiera (50 minutos aproximadamente) y comparen su desarrollo, poder visual, su tempo en escena con obras como "El malvado Zaroff". A Ashmore tan solo le hace falta una conversación en el inmenso salón del conde Zaroff entre los personajes, para marcar los perfiles de cada uno de ellos y a su vez crear interés, tensión y suspense. Claro está que a ello, hay que sumarle el talento interpretativo.
En la interpretación, vamos a observar poses y gestos heredados del cine mudo, e incluso el magnífico duelo de miradas entre Zaroff (Leslie Banks) y Bob (Joel McCrea). Leslie Banks de dilatada carrera teatral, nos va a interpretar como nadie a uno de los primeros grandes villanos de la pantalla, a uno de los primeros psicópatas hollywoodienses. Incluso me atrevería a decir que sembraría la semilla para perfiles como los de los villanos de James Bond (007): multimillonario, sin humanidad, loco, con algún defecto físico,... en este caso una terrible cicatriz de caza, que recorre su frente en el lado izquierdo. La mirada de Zaroff y actitud han quedado en el museo de historia de los horrores cinematográficos. Un gran talento.
Y destacar la aparición de Fay Wray, interpretando a Eve. Esta canadiense será reconocida en la eternidad de este maravilloso arte, gracias a la interpretación que realizará un año más tarde como Ann Darrow en "King Kong", coronándose como la reina del grito.
Los directores Irving y Ernest hacen una realización impecable, secuencias cargadas de tensión y muy ágiles. La mezcla de diferentes planos de reacción y situación en la secuencia del salón de Zaroff, cuando se encuentran por primera vez los personajes es de una gran maestría. Abren el encuadre en las secuencias de exterior, haciéndonos llegar la inmensidad, frondosidad y peligros de la isla. A ello, hay que sumar esa gran labor del equipo artístico (decoración, miniaturas, efectos,...)teniendo en cuenta que la mayoría de las secuencias de la isla están filmadas en estudio. Si el espectador está muy atento, verá replicarse algunos escenarios de la isla en la siguiente producción de "King Kong".
El lenguaje visual de Ernest e Irving llega hacer innovador en las secuencias de persecución entre el conde y la pareja (Bob y Eve). Podemos observar travellings laterales en seguimiento de carrera, cerrados en plano medio; planos subjetivos de Zaroff tras ellos y de la pareja abriéndose paso entre la espesura de la selva. Pero si debo destacar algún plano, es el del final de la vida de Zaroff en el marco de su ventanal. Al fondo el mar, con la embarcación de Bob y Eve alejándose de las intenciones del malvado conde, y en primer plano él, en la cornisa, malherido, cayendo al vacío sobre la jauría de sus perros depredadores de caza. Hay que volver a insistir que nos hallamos en 1932, los comienzos para entender sus genialidades.