Los sábados de mi infancia se vivían con momentos casi rituales. Uno de esos momentos era cuando mi padre salía del trabajo y yo le esperaba para acudir a visitar "el carrillo" de Juan. "El carrillo" de Juan era un kiosko de prensa, golosinas,... situado en la calle Infante Don Fernando de Antequera. Acudíamos todos los sábados al mediodía a comprar la prensa local para mi padre, la revista para mi madre, y mi Don Miki, esperado con ansia desde el jueves de cada semana, día en que comenzaba a pensar en las aventuras que leería de Donald, Tío Gilito, Goofy,... Tras terminar de comprar en "el carrillo", normalmente volvíamos a casa, pero aquel sábado no fue así. Mi padre me indicó que tenía que realizar otro recado. Nos desplazamos unos metros, hacia la plaza de San Sebastián, al "carrillo" que hoy en día sigue existiendo. Fue allí, donde aquel sábado, se transformó en uno de los días que quedarían marcados en mi memoria para toda la vida. Tras mi padre hablar con el encargado, mientras yo ojeaba mi Don Miki, este me entregó dos espectaculares puños de color azul. Eran los puños de Mazinger Z. Tras entrar en shock, abracé aquellos puños con una tremenda ilusión. No me lo podía creer, tenía los puños de Mazinger Z. Unos puños que para colmo podían salir disparados a mi orden de ¡¡¡puñooos fueraaa!!!, gracias a unas gomitas que se estiraban en su interior. Y es que como niño de los 70 y 80, tuve la enorme suerte de disfrutar, jugar e imaginar con uno de los personajes más queridos de mi infancia, el robot Mazinger Z. Hace poco volví a visualizar su última película, una película que rendía tributo, con enorme respeto a un icono de la animación japonesa, "Mazinger Z: infinity" de Junji Shimizu, 2017.
En mi infancia, la televisión tenía solamente dos canales, así que cualquier cosa emitida suponía una repercusión universal. Existían momentos especiales, uno de ellos era los medios días de los sábados tras las noticias ("El telediario"). En una franja de media hora, aproximadamente, solían emitirse series de corte juvenil para los peques de la casa. Corrían finales de los 70, aquella franja ocupada por la serie "Miguel el travieso" de Olle Hellbon (1974), daría paso al tsunami "Mazinger Z" de Gõ Nagai (1972 - 1974). En España comenzó a emitirse en marzo de 1978. Aquello dejó pegado al televisor a miles de niños que nos vimos embelesados por aquel futurista robot. No habíamos visto nada igual.
Los factores que hicieron de Mazinger Z algo especial fueron su diseño, el ritmo de la cabecera de la serie, su música (interpretada en España por Alfredo Garrido, al que le debemos más de una melodía de nuestra infancia), los diseños de los robots enemigos (Kikaijus, del centenar me asustaba Garada V7, quizás por ser de los primeros), las luchas y enfrentamientos, el despliegue de armas de Mazinger Z, los villanos como el doctor Infierno, el barón Ashura, el conde Brocken y sus soldados sicarios,... y para mí, el planeador. Me encantaba el planeador (¡¡¡Planeadooor aaabajo!!!) y el momento de separarse el agua de la piscina para surgir Mazinger Z. Por cierto, la idea del planeador y quedar ubicado en la cabeza del robot para dirigirlo, era novedoso en aquellos años 70. A su creador, se le ocurrió en un atasco de tráfico, pensando cómo salir de aquel momento.
Mazinger Z a pesar de ser una buena serie de animación japonesa con el estilo de la época, arrastra un sin fin de recuerdos y nostalgia que engrandecen su imagen. En 2017, se estrenó "Mazinger Z: infinity" de Junji Shimizu. Su trama se sitúa diez años después de los últimos sucesos del final de la serie. En ella encontramos todos los aspectos y personajes que hicieron grande a Mazinger Z. La animación tradicional se une a las nuevas tecnologías, pero de forma sutil, sin hacernos perder la imagen que mantenemos de Mazinger Z. Momentos especiales cuando de nuevo las aguas de la piscina del hangar de Mazinger se separan y la batalla entre cientos de robots kikaijus. Esta especie de salto en el tiempo que nos brinda la película, nos permite revivir momentos únicos de infancia, sin ninguna otra pretensión. En este gran episodio de hora y media destaca el respeto de Shimizu a la creación de Nagai.
El éxito de Mazinger Z ha perdurado y perdura, transmitiéndose a nuevas generaciones. Los cómics, la propia serie y otro tipo de productos, como por ejemplo la película "Mazinger Z, el robot de la estrellas" ("The Iron Superman" de Kwok Ting - Hung, 1974), que nacieron a la sombra de la popular serie y que comentaremos en futuras entradas, conforman un impresionante legado y legión de fans de todas las edades, así como productos gráficos y cinéfilos inspirados en él, como por ejemplo "Pacific Rim" de Guillermo del Toro (2013).
Los niños españoles de finales de los 70 nos quedamos con ganas de más Mazinger Z (la emisión de episodios se suspendió por una serie de protestas hacia TVE por la emisión de violencia a los jóvenes de entonces) y buscamos en otras series, como por ejemplo "Comando G (La batalla de los planetas)" de 1980, y en los videoclubs con alguna que otra gran sorpresa.
Hoy en día podemos acceder a todos los episodios de Mazinger Z de mil y una maneras posibles, por lo que uno de los deseos de infancia se han cumplido. Solo queda volver a visionar sus batallas, imaginar y vivir aquellas menudas emociones. Sentirnos de nuevo Koji Kabuto en el asiento de atrás de nuestro coche familiar de la época, mientras escuchamos la sintonía de la serie en la cinta de casete, gritando... ¡¡¡Voladooooor abaaajoooo!!!