Me encantaban aquellas tardes de los 80, que tras hacer los deberes podías salir a la calle y jugar con los amigos. A veces, en los portales de los bloques, otras como era mi caso en la plaza de mi bloque, o subir a casa de un amigo y terminar viendo una película en el video. Una de esas veces, acabamos en casa de uno, cuyo padre dedicado al mundo de la imagen, regentaba a su vez un videoclub. Entre algunas de esas tardes peliculeras, se colaban títulos de puro cine “videoclubsero” y alguna joyita que por nuestras edades, ignorábamos. Es el caso de una película que me encantó. Unía ciencia ficción y terror. Hoy en día, le tengo un cariño especial. Muy poco usual y algo perdida en los catálogos de cine, volvamos a vivir “La isla del terror" de Terence Fisher, 1966. O también llamada, “S.O.S., el mundo en peligro".
“La isla del terror" es una película de terror de serie B británica, dirigida por el director fetiche de la Hammer. Una productora que haría historia y que la mayoría desconoce a unos de sus fundadores, Enrique Carreras, empresario español, dueño de una cadena de cines entre finales del siglo XIX y primeros del XX. En este caso, no sería la Hammer, sino Planet film Production la que produjese una obra más del genial Terence Fisher.
Terence Fisher cambió el género de terror. La imagen que se ofrecía hasta entonces, tenía sus raíces en las películas de género de la Universal. Pero en 1957, una producción de la Hammer, titulada “La maldición de Frankenstein”, dirigida por Fisher, trajo al terror el erotismo, la sangre, imágenes explícitas y sobre todo ese maravilloso colorido en Tecnicolor.
Tras varios éxitos y situando a la Hammer en creadora y distribuidora de seres clásicos del terror en aquellos años, Fisher se encaprichó en dirigir una pequeña historia de ciencia ficción y terror, cuya trama nos advertía del peligro de la manipulación celular, junto con el tema de moda por aquel tiempo, la radiación nuclear, los peligros del átomo.
La labor interpretativa estuvo protagonizada por Peter Cushing (Doctor Brian Stanley). Un actor británico que alcanzó la fama mundial interpretando a Van Helsing, y se hizo un habitual en este tipo de películas. Con cariño recuerdo sus interpretaciones como Sherlock Holmes y como el Gran Moff Tarkin en “Star Wars" (Georges Luca, 1976). Estuvo acompañado en esta película por Edward Judd (Doctor David West) y Carole Gray (Toni Merrill). Un reparto protagonista consolidado en el oficio que de seguro se divirtieron de lo lindo en este tipo de interpretaciones.
Los efectos visuales, sinceramente, a pesar de ser catalogada como película de serie B, me parecen muy correctos. Y hoy en día, no desentonan. Es más, esa artesanalidad le da un valor añadido a la obra. Más si al observar a los monstruos, debido a su antojoso diseño, complican el tema de su movilidad sin percatarnos del artificio. Existen momentos brillantes, como la huida de los dos doctores y el percance de uno de ellos en la huida. Pero a parte, de ciertos momentos y los propios monstruos, me quedo con como dejan a sus víctimas. “Mojamas" humanas, siendo claro. Aquella imagen de algunos de los cadáveres que aparecen en la película, se grabaron en mi mente infante, causando alguna que otra pesadilla. Por cierto, un tipo de muerte que volví a ver, años más tarde en la serie de dibujos “Bola de dragón". Este tipo de películas, como “La isla del terror" eran muy explotadas y disfrutadas por el público oriental. ¿Podría haber influido este detalle en los creadores de “Bola de dragón” como una cualidad para el villano Cell? Ahí lo dejo.
Aunque existe un cierto número de personajes en el reparto de papeles, las películas que se mueven entre pocos personajes, tienen para mí un atractivo. Es como más íntima la historia. En nuestro caso, el trío protagonista crea una burbuja dentro de la cual tiene lugar la mayoría de los incidentes. Incluso cuando ocurre la secuencia del asalto a la iglesia, esa burbuja sigue manteniéndose. Algo difícil de conseguir. Ese aire de cierta intimidad interpretativa ante el espectador nos deja una sensación muy personal, muy al contrario de producciones actuales que abordan estos temas, consiguiendo diluir nuestra atención y empatía en efectos visuales y demás artificios visuales. Fisher, tiene un estilo visual efectista, y a su vez permite que la interpretación de sus personajes y monstruos sea lo más cercana al espectador. Un maestro.
"La isla del terror" es una película que engancha por la cercanía de sus interpretaciones, por saber romper veladamente esa línea entre lo real y lo fantástico, por ofrecernos una historia que no pasa de moda, hoy convertida en película de culto. No es una de las grandes películas de Terence Fisher, pero posee todos esos elementos característicos de su cine: el color (Tecnicolor), el brío de las interpretaciones (en especial la de Peter Cushing), la música efectista (esta vez, bajo la batuta del gran compositor de la BBC por entonces, Malcolm Neville) y el uso del sonido (el efecto sonoro de las criaturas), y sobre todo tiene en su narrativa visual la madurez profesional de Fisher, que bajo una premisa narrativa de posible breve desarrollo, construye un largometraje entretenido y de buen resultado.
Terence Fisher convirtió a la Hammer en la productora de género que marcó una época de la historia de la cinematografía británica e internacional, y la Hammer convirtió a Ficher en uno de los grandes directores de género de la historia. Revolucionó el terror, rescatando a los clásicos, dándole su propia visión, imprimiendo su sello personal en Tecnicolor. “La isla del terror” es el capricho de un maestro que consiguió que un niño se interesase más por la ciencia ficción, el terror de colores chillones y temiese a las sombras de la noche. Todo ello, compensa las pesadillas tenidas alguna que otra noche de mi infancia. Se las perdono.