Las sesiones de cine de fin de semana que ofrecía TVE a finales de los 70 y en los 80, junto a la reposición en salas de cine de algunos clásicos o taquillazos de aquella época, me hacían poco a poco descubrir películas que quedaban impresas en mi memoria cinéfila junto a la inocencia y el cariño de aquellos tiempos. Antes de la llegada de Spielberg, Lucas, Coppola,… había contadores de historias cinéfilas que inspiraron a estos últimos y que nos regalaron producciones magníficas, incluso a contra corriente, atendiendo a las inclinaciones temáticas del momento. Una de estas personas fue Irwin Allen. Su vuelta a la gran pantalla en 1972, traería una de las grandes películas de entretenimiento de la historia, y la inauguración de una corriente cinematográfica, la del cine de catástrofes. Aquella película fue y es “La aventura del Poseidón" de Ronald Neame, 1972.
Se detalló al máximo cada plano, bocetando movimientos de cámara, efectos especiales,… La producción pasó momentos de apuro, pero fue la figura de su productor la que permitió que aquel naufragio ficticio pudiese llegar a buen puerto.
El reparto estuvo formado por grandes artistas de la historia de Hollywood, de dilatada carrera, exceptuando a Gene Hackman, aunque el año anterior ya había logrado su Óscar con el papel del detective Jimmy “Popeye" en “The French Connetion" (1971).
La historia se centra en la noche de fin de año, y la mala fortuna de encontrarse el “Poseidón" en el camino de un enorme maremoto. La tremenda ola hará que el barco quede dado la vuelta, estando casi todo sumergido, logrando sus pocos supervivientes estar en un mundo al revés de constantes sobresaltos y situaciones de gran apuro. Para poder filmar estas secuencias utilizaron el famoso “Queen Mary" para los momentos anteriores al naufragio, y en los estudios de la Fox, se construyeron los numerosos escenarios invertidos y se filmaron las distintas secuencias de efectos. El trabajo de los actores y actrices fue tremendamente físico.
La película arrasó en la taquilla. Obtuvo nueve nominaciones y ganó dos Oscar. Uno por la canción (“The Morning After") que se interpreta en el salón de celebraciones (instantes antes de la catástrofe) y otro por sus efectos especiales, destacando la labor de L. B. Abbot. Un artista que estuvo presente en grandes producciones (“El planeta de los simios" de F. J. Shaffner, 1968; “Patton" de F. J. Shaffner, 1970…) y que se convirtió en el jefe del departamento de efectos especiales de la 20th Century Fox.
La película tiene grandes momentos. La ola, el ascenso (en realidad descenso) por el abeto de Navidad de los supervivientes en el salón de celebraciones, el caminar de los protagonistas por los escenarios invertidos, a modo de terrible pesadilla. Y las secuencias submarinas, realizada por los propios intérpretes. Siempre me acordaré de la primera señal de la ola que obtienen en el radar la tripulación. Quizás sea de las imágenes más anodinas, pero en la infancia me impactó.
Si todo ese gran trabajo de producción no fue poco, el metraje cayó en manos del compositor John Williams, que el año anterior ya había logrado su primer Óscar con “El violinista sobre el tejado" de Norman Jewison, 1971. Sus composiciones para el “Poseidón” serían conocidas en todo el mundo, alcanzando su primer gran éxito mundial, sin menos preciar sus anteriores trabajos.
“La aventura del Poseidón” creó un género, catapultó aún más a su productor Irwin Allen (convirtiéndolo en leyenda) y rescató a 20th Century Fox de un momento económicamente delicado. Al respecto, y a modo de curiosidad, la Fox le prohibió a Irwin filmar la película y este buscó el apoyo de dos amigos para asegurarle la mitad del presupuesto. Estos dos amigos se encontraban jugando una partida de cartas y como Irwin no les dejaba en paz, se lo confirmaron sin más importancia. Irwin se fue a sus asuntos y año más tarde se encontró con un éxito mundial, y aquellos dos amigos, con la mejor mano de cartas jugadas en la historia.