Una de las grandes películas de los años dorados de la ciencia ficción es “EL INCREIBLE HOMBRE MENGUANTE" (Jack Arnold – 1961). Este cuento filosófico tiene una cubierta espectacular de cine de entretenimiento. El film está basado en la novela de Richard Matheson. A este autor le debemos obras como : “Soy leyenda" (1957), “Más allá de los sueños" (1978),… por citar algunas. La gran mayoría de ellas llevadas al cine, o convertidas en inspiraciones para directores, como el de un joven Spielberg para su ópera prima “Duel” (“El diablo sobre ruedas" – 1971). La literatura de Matheson es genial, pues te permite acceder a situaciones muy cotidianas con enormes significados de trasfondo. Agradeciéndole de por sí, una lectura no plagada de complejas expresiones. En sus libros los hechos empatizan, la complejidad la pone el lector desde su parcela particular. Volviendo a la película, el grupo de artistas de Arnold no solamente hizo un trabajo excepcional en su tiempo, sino que sus decorados, trucajes, supieron ponerlo al servicio de la historia. Hoy en día, una película de este tipo, suele convertirse en una simple demo de efectos de pantalla, que tras dos paquetes de palomitas, si te he visto no me acuerdo. Sus efectos especiales, basándose en dobles exposiciones, enfoques en escala, escenarios, atrezzo,… deja como obra amateur a cualquiera de los films de “El señor de los anillos" (Peter Jackson 2001 - 2003). Es una obra totalmente artesanal. Cada plano y encuadre están estudiados al milímetro. Debemos ponernos en la mente de sus creadores, trasladarnos al comienzo de los sesenta. Hoy cualquier teenager con un programita puede realizar los efectos de esta película sin moverse del sillón. Pero ahí está la valía artesanal de la película. El equipo de arte y la fotografía de Ellis W. Carter no es para ponerle una calle, sino una ciudad entera. Arnold logra con su obra, nos traslademos a las dramáticas posibilidades de Scott ( protagonista) frente a la particular vida que se le plantea. Poco a poco, el director sabe de las numerosas preguntas que pueden ir asaltando en nuestro subconsciente y conciencia a cada minuto pasado del film, hasta plantearnos la gran pregunta o reflexión con la que acaba la obra. Sus imágenes logran quedarse grabadas a fuego en nuestra memoria cinéfila: la consulta al doctor, el ataque del gato, la caja de cerillas, la tenebrosa araña,… todo ello cargado de una increíble reflexión humana hacia nuestro entorno y nuestro fuero interno. Es quizás una de las grandes joyas del cine de ciencia ficción. En nuestro cine de verano particular, no debía caer en el olvido. Su final, el de Scott observando la infinidad del cosmos, es un mero comienzo para nuestros pensamientos, haciéndonos reflexionar y buscar respuestas para este y otros mundos.
Cartel de la película
Fotograma de la película
Tráiler de la película: https://youtu.be/dVynG07Dngw