Hubo una época que me hice asiduo a retirar del videoclub, películas basadas en novelas de Agatha Christie, en especial: “Asesinato en el Orient Express” de Signey Lumet (1974), “Muerte bajo el Sol" de Guy Hamilton (1982) …, y así otras tantas. Cierto es que las aventuras detectivescas siempre me han apasionado. Por aquellos años 80, series televisivas como “Se ha escrito un crimen" o “Blacke, el mago", eran mis dosis semanales de tales aventuras. De entre las pelis que por aquel entonces me gustaban era “Terrorífica luna de miel" de Gene Wilder (1986), “ Cluedo" de Jonathan Lynn (1986), y por supuesto, “UN CADÁVER A LOS POSTRES" por Robert Moore, con guion del genial Neil Simon (1977). La considero la madre de una serie de películas de igual juego con el espectador, inyectando ciertas dosis de humor. Una mansión, unos invitados a cual más variopinto y un asesinato, con sus correspondientes coartadas entre los asistentes a la sorpresa criminal. Esta película tiene muy bien marcados los distintos personajes clásicos de este tipo de historias: el anfitrión, el mayordomo (inevitable su presencia en este tipo de situaciones), y así una serie de caracteres, seguro reconocibles por todos. El casting es de lo mejor y el ritmo, junto con las situaciones llevadas hacia el absurdo, la hacen la joya de la corona del género. A ello, hay que sumar las distintas improvisaciones interpretativas, atendiendo sobre todo a Peter Sellers, consiguiendo como siempre, la admiración hacia su talento. Destacar entre su elenco a Truman Capote. El autor literario aparece en la obra interpretando al anfitrión. Logra salir airoso, pero no nos engañemos, el elenco que le rodea le hace de colchón a posibles faltas, en caso de ponernos tiquismiquis con su interpretación. “Un cadáver a los postres" es divertida e inteligente, imprescindible cinematográficamente hablando, y sobre todo de manual, por si recibimos alguna invitación para pasar una velada en una mansión y… en fin, ya saben, gánense al mayordomo. Por si acaso.
Cartel de la película |