En estas fechas, cercanas a la celebración de Halloween, a uno se le agolpa en la memoria cientos de películas para volver a ver, comentar y disfrutar. Casas encantadas, vampiros, zombies, licantropía, hechizos,... todas estas propuestas caerían en su enorme vacío, si no fuese por la fragilidad y la inocencia del pensamiento humano. El hombre es un ser débil a la hora de tratar las fobias, miedos o espantos. Todos tenemos en nuestro interior una zona, una caja donde encerramos nuestros peores temores, que pueden activarse por algún agente externo, como por ejemplo, quedarnos solos en la oscuridad o encerrados en... una cabina de teléfonos. "La cabina" de Antonio Mercero, 1972.
La obra de Antonio Mercero y José Luis Garci será nuestro pre Halloween. Un enorme actor y una situación, en principio, absurda, se convierte en una trama por momentos angustiosa e inquietante hasta parámetros terroríficamente insospechados. Todo ello, en una cabina de teléfonos.
Para mí, es la más inquietante historia filmada en España. Antonio Mercero, junto a Garci, desarrollaron de forma guionística un argumento propuesto por Mercero: un señor queda encerrado en una cabina de teléfonos en su urbanización.
El formato cinematográfico es el cortometraje. Un formato que permitió exhibir en el extranjero, y en diversos festivales la película. Y a su vez, su corta duración, permitió a Mercero gestionar una serie de medios de forma más cómoda, con la ayuda de Televisión Española.
La historia arranca en una urbanización, donde tiene lugar el hecho principal. Una segunda parte puede ser considerada, cuando la cabina es retirada por los técnicos que la instalaron, y trasladada junto con el protagonista a los alrededores y hacia las afueras de la ciudad. Y por último, la llegada a... Cada uno de estos momentos es más angustioso que su predecesor. En la primera parte, Mercero hace crítica y refleja la sociedad de entonces. Surgen esos tipos de miedos banales en nuestro protagonista, comenzando por el ridículo ante los demás. La angustia del personaje crece con su desespero, al ver como vecinos y bomberos no pueden sacarle del apuro. Cuando llegan los técnicos instaladores, la confusión y el suspense ascienden hasta convertirse en una verdadera pesadilla, justo en el instante de una parada en el camino de traslado. Al lado del camión donde va nuestro hombre dentro de la cabina, para otro camión, también con una cabina de teléfonos, con otro señor encerrado (Agustín González). Igual de confuso y aterrado. A partir de ahí, la historia se transforma en una historia de terror. Sin olvidar, el acompañamiento sonoro del final poniendo los bellos de punta, obra "El triunfo de Afrodita" de Carl Orff.
A parte del tremendo trabajo visual de Mercero, en la diferente articulación de planos y objetivos de cámara, "La cabina" es un ejercicio interpretativo de alto nivel, de la mano de José Luis López Vázquez. Está en la estratosfera del oficio. Es un goce de los amantes de la interpretación, del cine, ver como se desenvuelve en cada momento, en cada plano. Sin diálogo, nos transmite uno de los momentos más míticos del cine español.
José Luis López Vázquez, consolidado como uno de los grandes intérpretes del cine español, se negó a ir a Hollywood, presionado por George Cukor. Prefirió quedarse en España, donde a parte de su talento cómico, brilló dramáticamente en proyectos como: "Mi querida señorita" de Jaime Armiñán (1977) o en "La cabina". En esta última recibió el premio al mejor actor en los premios ACE (New York) en 1973, o el de la crítica internacional en el Festival de Montecarlo (1973), entre otros. Su carrera, aún inacabada, recibiría la Medalla de Oro al Mérito en la Bellas Artes (1985).
"La cabina" fue miticulosamente mimada desde su escritura, diseño, la selección de los intérpretes, las ubicaciones (Madrid, Portugal); como la Presa de Aldedávila, la terminal de carga del Aeropuerto de Barajas.