A través de los años he intentado huir de la pedantería cinematográfica. Me encanta la gente que igual se ve un clásico, una película de Bergman o disfruta de la última de Batman. En el eclecticismo creo encontrarme de maravilla. Los secretos del arte se encuentran en la más mínima expresión del mismo. Tendencias, estilos, épocas, modas,… son el envoltorio de cualquier obra. Lo esencial es el mensaje, lo que denominamos en escritura de guion, “la idea". Si el autor, esa idea, nos la hace llegar a través de un western, una de policías, un drama histórico,… eso será su vehículo para hacernos partícipes de su obra. Todo ello viene a colación de que el fin de semana pasado, me puse a visionar con alma ochentera, como si hubiese salido al videoclub y trajese mi cinta VHS bajo el brazo, una película que tenia ganas de volver a ver. Llevaba tiempo sin verla. Sofá, mando a distancia y a disfrutar, sin pensarlo dos veces. No saben ustedes lo profética que puede ser una película de Arnold Schwarzenegger. Puro oráculo con “Perseguido" de Paul Michael Glasser, 1987.
Nadie nos puede negar que los años 80 fueron una maravilla para el cine comercial. Un cine que trataba y conseguía casi siempre entretener. Conocimos a nuevos directores, herederos de la edad de oro de Hollywood, e intérpretes promesas, alguna de ellas consolidadas en la actualidad. Pero como bien dicen y recuerdan, de vez en cuando, los amigos del programa “Remake a los 80”, no todo era Spielberg o Lucas. Cierto.Y para ello, “Perseguido".
La película tuvo su inspiración nada más y nada menos que en una novela de Stephen King (bajo seudónimo), “The Running Man". Teniendo como base este material, se recurre al guionista Steven E. de Souza (“V" la serie de 1984, “48 horas" –1982, “La jungla de cristal" –1988,…) y al director Paul Michael Glasser (famoso por protagonizar al detective Starsky, en la serie “Starsky y Hutch", entre 1975 y 1979), contratado días antes del comienzo del rodaje. Una locura, ¿verdad? Sin olvidar una pieza esencial, Schwarzenegger. A partir de aquí… como diría, James Bond tras pedir su Martini seco,… “mezclado, no agitado".
“Perseguido" fue un producto final moldeado para su protagonista, Arnold Schwarzenegger. El guion de Souza pretendía que el protagonista fuese un hombre corriente (para el papel se pensó incluso en Christopher Reeve), pero al entrar Arnold, eso se desmoronó. Yo creo que el plano maestro que nos habla de este asunto es cuando Ben Richards (Arnold) se pasea con una viga al hombro antes de una huida entre tiros, al comienzo de la película. Por cierto, un tipo de plano cinematográfico muy suyo. Solamente recordar el comienzo de la película “Commando" de Mark L. Lester en 1985. En este caso fue el tronco de un árbol. A ver quien le ganaba un casting en esto. ¡Je!
Arnold se hace con la película desde el comienzo. Su carisma, el tono del argumento, … todo ello se pone o se transforma en lucimiento del actor. Un lucimiento físico e interpretativo, dentro de las pautas marcadas y requeridas por el producto. Nos debemos de fijar que el actor es explotado rápidamente en sus giros de cabeza, encontrando siempre el objetivo de la cámara, una mirada que intimida. El actor ya era una cara súper conocida en el cine. Por aquel tiempo ya había tenido taquillazos y películas para la historia como “Conan, el bárbaro" (John Milius, 1982), “Conan, el destructor” (Richard Fleischer, 1984), “Terminator” (James Cameron, 1984),… y el sabía perfectamente que explotar de sí, y como explotarlo. Los directores que han trabajado con él, siempre se dejaron asesorar.
El director supo poner orden a todas las ideas y la cantidad de versiones que existían del guion. Demostró tener un buen control de la situación. En este tipo de casos, tener tablas en televisión, te hacen salvar la papeleta. El genio se acrecienta y la capacidad de improvisar algún escollo es alta. A pesar del presupuesto, la prontitud en pertenecer al proyecto, Glasser logra sacar buen provecho a momentos. Esta película tiene una especie de “déjàvu" a John Carpenter, sobre todo en “Rescate en New York" de 1981. La temática es diferente, pero ese futuro distópico, la cruzada del protagonista y sobre todo esa música de sintetizador, a mí al menos, me la trae al recuerdo. Por cierto compuesta por Harold Faltermeyer. Siempre nos deja tarareando algo suyo, cuando se le escucha. Un grande. Suyas son algunas bandas sonoras famosas de los 80: “Superdetective en Hollywood" (Martin Brest, 1984), “Top Gun" (Tony Scott, 1986),…
A través de Ben Richards, se nos presenta un futuro (en aquel momento del estreno de la película) que traído al presente… nos suena a broma pesada. Medios de comunicación manipuladores, programas estrellas de televisión que tienen a todas horas enganchada a la audiencia,… una sociedad perdida en un burdo y manipulador entretenimiento, mientras la realidad golpea atrozmente a una población sumida a los deseos feudales de sus gobernantes. Espeluznante. La simple lectura de la introducción que se hace con rótulos sobre la situación del futuro donde se desarrolla la película es para enmarcarla, atendiendo a nuestra realidad presente.
Las mil y unas peripecias de un inocente para huir de su muerte en un programa de televisión, en este caso la de Ben Richards (Arnold Schwarzenegger) la han convertido en película de culto y muy a nuestro pesar, en una película en cuyo análisis de capas se nos revela cruelmente profética. Sí, no he de ocultar que pase un buen rato, dejándome llevar de la mano de Arnold y María Conchita Alonso (Amber Méndez) por ese futuro aterrador. Me sentí catapultado a mi juventud videoclubsera. Reí, recordé, y… reflexioné. Reflexioné sobre la capacidad del artista. De como un poeta, puede escribir un verso en una sencilla hoja de servilleta en un bar, y una película de Schwarzenegger, te puede hacer también meditar. Esa es la grandeza del cine y del arte.